(Libertad Digital) El colaborador policial conocido como Cartagena negó las declaraciones judiciales que él mismo había realizado con anterioridad ante los jueces Baltasar Garzón y Juan del Olmo. El motivo, según relató, fue el miedo. "Me moría de miedo, pero ahora ya no lo siento", ha afirmado Cartagena. "Me sentía amenazado, chantajeado" por la propia Unidad Central de Información Exterior de la Policía (UCIE). A preguntas de la fiscal, Olga Sánchez, que estuvo especialmente dura con el testigo protegido, ha afirmado que "no colaboré voluntariamente con los cuerpos de Seguridad del Estado. Fueron ellos los que me llamaron, los que contactaron conmigo".
Según añadió fueron los agentes los que "contactaron" con él y los que le "obligaron" a informar de diversas personas bajo amenaza de enviarle de regreso a su país, Argelia, incluso cuando había conseguido los papeles legales. "Mira, ¿tú no sabes que el permiso de residencia lo damos nosotros y si queremos te lo podemos quitar aunque estés casado con la hija del Rey?", afirma Cartagena que le dijo la Policía. Los agentes, aseguró, le marcaba los objetivos de los que informar, como el preso en Marruecos Mustafá el Maymouni, el fallecido Serhane El Tunecino, y los procesados Mohamed Larbi ben Sellam y Mohamed el Egipcio.
De quién debía informar y lo que de él debía decir
Pero no sólo le señalaban los objetivos de los que tenía que informar, sino que Cartagena denunció que le dictaban lo que tenía que declarar en sus informes y ante el juez. Afirmó que todas las veces que fue a declarar a la Audiencia le dijeron cómo tenía que afrontar las declaraciones. De Jamal Ahmidan El Chino, uno de los presuntos cerebros de la operación según la versión oficial, dijo que era "un drogadicto, un ladrón, de todo menos religiosidad, le he visto consumiendo droga delante de mí, ha vendido ordenadores robados a gente que yo conocía". Conviene recordar que Suárez Trashorras también declaró en el juicio que se había ido de juerga con El Chino, con prostitutas incluidas.
El Tunecino, también con la UCIE
El Cartagena negó que dejase de informar sobre el grupo de El Tunecino porque sospechasen de él, como sostiene la UCIE. El confidente explicó que en el informe aparece que "el grupo sospechaba" de él, después de preguntarle a un agente si El Tunecino no colaboraba con ellos, obteniendo como respuesta la "mala cara" del policía. Según contó Cartagena un día, cuando ya no colaboraba con la policía, aproximadamente un año antes de los atentados, siguió en su moto a El Tunecino y Said Berraj, que iban en otra moto. De acuerdo con su relato, vio que habían cogido "una calle muy famosa en Madrid, muy larga que lleva al sitio" donde él se reunía con la UCIE, vio que entraban y esperó "dos o tres minutos", después entró el también "con el casco puesto por seguridad", y vio a El Tunecino sentando con un agente y a otro leyendo en la zona de revista que tienen los Vips. A Said Berraj no le vio y pensó que "estaba en el baño". En concreto, dijo, era el Vips que estaba cerca de la parada de metro Colombia, en Madrid.
La importancia de no hablar de ETA
A preguntas de la acusación que representa a la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, El Cartagena explicó que, en sus informes a la Policía, "cualquier cosa pequeña, como si cuando estaba reunido yo con el Tunecino llovía o no, había que decirlo, tengo que decir todo, aunque sean cosas muy pequeñas". Y relató que informó de una conversación en una mezquita entre El Tunecino y otro miembro de la supuesta célula islamista en la que hablaban de "si se puede pedir ayuda a los no musulmanes", para cometer un atentado. En concreto, sobre ETA, dice que escuchó que decían que "ellos no nos harán ningún favor, se benefician económicamente porque nos venderán explosivos y si le decimos que vamos a hacer el atentado en un sitio oficial, que les interese, ellos van estar muy alegres porque van a tener un objetivo conseguido sin esfuerzo".
En este sentido y siguiendo con las habituales relaciones con ETA, el confidente dijo que también informó de la relación de Mohamed Achraf con el etarra Rego Vidal, con quien coincidió en la cárcel. "Llegaron a manifestar cada uno su ideología" y el etarra llegó "facilitar números de teléfono de personas (miembros de ETA, dice el abogado y Cartagenta lo repite) en el norte" y le dijo que "si quiere ayuda no dude en llamar a estas personas porque él estaría en la cárcel mucho tiempo". Pero, a pesar de que como explicó antes tenía que informar de cualquier detalle por muy pequeño que fuera, cuando tuvo que declarar ante Garzón en la Operación Nova sus contactos de la UCIE le prohibieron mencionar estas informaciones sobre la relación de los islamistas con ETA.
Nombres propios y "el peor día", el de Leganés
El Cartagena contó que el "3 de abril" de 2004, el día de la explosión en Leganés, fue el "peor día que he vivido". "Me llamaron (de la UCIE) por la noche –el día 2– y me dicen (que) mañana a las 07.00 horas de la mañana te vamos a recoger". Continuó relatando que "a las 07.00 se presentan en mi casa agentes nuevos" –con los que él no había tratado anteriormente– y le dijeron "te vamos a llevar a Madrid urgentemente". Hizo hincapié en que en el coche iban "a una velocidad de locos, tardamos desde Almería –a Madrid– tres horas y media". Una vez en la capital, Cartagena explicó que "primero paramos en un sitio que era como supermercado, o gasolinera , solamente para cambiar los coches y de ahí vamos al parque Juan Carlos". En ese lugar cuenta que "nos reunimos, me presentaron a un agente, como si fuera comisario, y había dos o tres parejas vigilando como seguridad". "Me empezaron a preguntar por el mismo grupo del Tunecino, (por) las mismas personas, y yo le decía pero si esto te lo he dicho, te lo he contado y el agente que ya me conocía me decía ya ya ya ya ya, como si no le gustase que le echase en cara eso, delante del supuesto comisario", añadió. Después dijo que oyó como por teléfono, este supuesto comisario decía "como este moro hable, la hemos cagado"·
En el encuentro, según continuó, le dijeron que "hay un piso Leganés donde están reunidos tus amigos y me dicen que vaya ahí para ver quienes están, si hay alguien nuevo de los que tu conoces". Todo esto sucedió "como mucho a las 12:15 o 12:20". Cartagena dijo que se negó a ir porque le "olía muy raro" y tenía "miedo", porque no sabía que iba a pasar. "Me mandaban a un piso que yo no conocía, si yo no sabía que existía ese piso, me hubieran preguntado ¿cómo has llegado?", explicó. Por último, se alegró de no haber ido porque, dijo, en ese caso "hubiesen sido ocho los muertos".
En los interrogatorios se ha insistido una y otra vez en averiguar por qué el confidente Cartagena tenía tanto miedo. Éste se ha cansado de repetir que se sentía amenazado por la Policía. Así las cosas, uno de los letrados le ha preguntado por qué no desvelaba los nombres de los agentes que le "chantajeaban". Cartagena ha respondido que porque no sabía que podía desvelar los nombres, que por seguridad siempre había pensado que era mejor mantenerlos en el anonimato. Es entonces cuando el testigo protegido se ha dirigido al presidente del tribunal, Gómez Bermudez, quien le ha ordenado que los diga. Además, ha dicho que no sabía a dónde acudir para denunciar estos hechos.
Cartagena ha comenzado pues a enumerar los nombres de algunos de esos agentes: "Enrique, Rubio, Guillermo Moreno, que era el que más me chantajeaba (...), Diego -que trabaja con él-, José Luis, que luego ha dado el nombre de Paco y más tarde ha dado el nombre de Josefino, Manzano; me refiero a Antonio Jesús Parrilla Parrilla".
Asimismo, le han preguntado quién o quiénes le pidieron que fuera a Leganés. Cartagena ha respondido que "asistieron agentes que no conocía, pero de los que conozco fue Guillermo Moreno, otro que no me acuerdo y el supuesto comisario. Guillermo Moreno fue el que me pidió que fuera, que les dijera quién estaba ahí y si había alguien nuevo".
El confidente declaró en varias ocasiones que los agentes de la UCIE modificaban los informes que contenían sus informaciones. "Ellos –la UCIE– lo redactaban entero y me lo daban a mí para copiarlo entero, antes lo hacían a mano, después con ordenador, primero ponían los informes como ellos querían, quitaban nombres, ponían cosas, añadían lo que querían, incluso ponían faltas de ortografía", para no levantar sospechas y después él los firmaba.
Además, explicó que todos estos documentos los tenía guardados "en la mezquita de Almeria en unos disquetes", pero los agentes de la UCIE fueron a su domicilio, donde estaba protegido, y le dijeron a los escoltas "déjennos a solas", aunque los escoltas se negaron. Añadió que los policías le convencieron, con amenazas, para que les dijera el sitio donde tenía los disquetes y "urgentemente" mandó a su mujer a la mezquita que rompió los disquetes, pese a que "incluso los escoltas le dijeron: no rompas eso, que puede ser una prueba importante". También dijo que "en un falso registro en mi casa, fueron a por el ordenador y estuvieron siete horas" la policía se llevó varias cintas donde tenía grabadas conversaciones con la UCIE.
Faltan notas de la UCIE, "vamos, que han sido destruidas"
Muchas de las preguntas que ha sido dirigidas al confidente se referían a las notas informativas que manejaba la UCIE con sus informaciones. Cartagena ha dicho que no siempre coincidían con su versión pero que las firmaba por las amenazas y presiones que recibía. La importancia de tales notas parece que dará más que hablar en la investigación.
Antes de concluir la sesión de este miércoles, el presidente del Tribunal Javier Gómez Bermúdez pidió al secretario que "dé cuenta de que no existe la nota 6 y la nota 10. Que han existido pero no existen ya, vamos que han sido destruidas", aclaró. Ha ordenado que se lea la explicación, aparecida en el oficio, de por qué no existen esas notas: "La causa por la que no se remitieron es porque no se poseen las mismas en la Comisaría general de información".