L D (EFE) Mario Onaindía, que se integró en la ETA naciente de los años 60, donde fue uno de sus dirigentes, ha vivido los últimos años escoltado por policías por ser un objetivo de la banda terrorista. Casado y con dos hijos, nació en Bilbao el 13 de enero de 1948. Fue doctor en Filología Inglesa por la Universidad del País Vasco y en Filología Hispánica por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Entró en ETA en marzo del 68 y fue detenido en abril del 69. En 1970 fue juzgado en el consejo de guerra de Burgos y condenado a pena de muerte. Conmutada la pena máxima, estuvo internado durante ocho años y un mes en las cárceles de Burgos, Córdoba y Cáceres hasta que se produjo su destierro a Bélgica, el 22 de mayo de 1977. Un mes mas tarde, en vísperas de las primeras elecciones democráticas en España, retornó al País Vasco de forma clandestina, hasta que se regularizó su situación.
Nacionalista de cuna, Onaindia creció en Lekeitio y pasó después algunos años de su adolescencia en un lejano seminario de Galicia. Volvió posteriormente a Eibar, de donde su familia era oriunda, y allí bebió de las fuentes de la corriente nacionalista familiar y del histórico socialismo obrero. Ya en la cárcel, Mario Onaindia, que había trabajado en Eibar en sus primeros años de juventud en una entidad de ahorro, se volcó en el estudio de la historia del pensamiento político.
Desde la prisión, inició el despegue de la ideología nacionalista e impulsó la oposición al terrorismo de ETA. Al salir de la cárcel declaró públicamente su renuncia a la lucha armada e ingresó en la vida política. Cinco meses después de recuperar su libertad, en octubre de 1977, fue elegido secretario general de EIA (Partido para la Revolución Vasca), puesto en el que salió reelegido en 1978, ya legalizada la organización, y en 1981.
En marzo de 1982, en el congreso constituyente de Euskadiko Ezkerra-Izquierda para el Socialismo (EE-IPS), fue elegido secretario general de esa nueva formación política, sin ningún voto en contra. Desde ambas formaciones trabajó para conciliar el socialismo de sentimiento español y el nacionalismo vasco. Al igual que durante el franquismo, ya en democracia, a principios de los 80, propugnó, junto a Juan María Bandrés, el abandono del terrorismo para lo que impulsó, en una negociación con el entonces ministro del Interior, Juan José Rosón, el retorno de etarras que no habían cometido delitos de sangre, así como la reinserción y la consiguiente disolución de la rama político militar de la organización terrorista.
El 9 de marzo de 1980 fue elegido diputado de Euskadiko Ezkerra en las elecciones al Parlamento Vasco (primera legislatura), escaño que revalidó en los comicios de 1984 y de 1986. En las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 1987 fue candidato numero uno por la lista de Izquierda de los Pueblos, aunque no salió a falta de siete mil votos. En 1985 dejó su puesto en la Secretaría General de EE y durante varios años estuvo más dedicado a los libros que a la política, hasta que a finales de 1992 participó activamente en la fusión entre el entonces Partido Socialista de Euskadi-PSOE y Euskadiko Ezkerra.
En marzo de 1993, fue elegido vicepresidente del PSE, y unos meses después, en las elecciones de junio de 1993, fue elegido senador por Guipúzcoa y renovó el escaño de nuevo en las elecciones del 3 de marzo de 1996. En octubre de 1997, durante la celebración del congreso de los socialistas vascos se alineó con las tesis de renovación defendidas por el entonces secretario Nicolás Redondo, y las ejecutivas vizcaína y guipuzcoana. Fue elegido secretario de Educación y Cultura de la Ejecutiva del PSE-EE.
El 6 de septiembre de 1998, mientras disputaba un partido de pelota, sufrió un infarto agudo de miocardio y fue ingresado en el Hospital Txagorritxu de Vitoria, donde permaneció durante dos semanas hasta recibir el alta médica. Durante el IV Congreso provincial del PSE-EE en Alava, celebrado en noviembre de 2000, fue designado presidente de este partido. Tras el asesinato de Fernando Buesa, líder de los socialistas alaveses, en febrero de 2000, quien defendía una clara estrategia constitucionalista, Onaindia abrazó, sin ambages, la línea nítidamente constitucional para el socialismo vasco.
Meses después de las elecciones autonómicas de mayo de 2001, en las que su partido propugnó una mayoría constitucionalista para desbancar al nacionalismo gobernante, le fue diagnosticado un cáncer intestinal que, finalmente, después de dos años de lucha, ha acabado con su vida.
Entró en ETA en marzo del 68 y fue detenido en abril del 69. En 1970 fue juzgado en el consejo de guerra de Burgos y condenado a pena de muerte. Conmutada la pena máxima, estuvo internado durante ocho años y un mes en las cárceles de Burgos, Córdoba y Cáceres hasta que se produjo su destierro a Bélgica, el 22 de mayo de 1977. Un mes mas tarde, en vísperas de las primeras elecciones democráticas en España, retornó al País Vasco de forma clandestina, hasta que se regularizó su situación.
Nacionalista de cuna, Onaindia creció en Lekeitio y pasó después algunos años de su adolescencia en un lejano seminario de Galicia. Volvió posteriormente a Eibar, de donde su familia era oriunda, y allí bebió de las fuentes de la corriente nacionalista familiar y del histórico socialismo obrero. Ya en la cárcel, Mario Onaindia, que había trabajado en Eibar en sus primeros años de juventud en una entidad de ahorro, se volcó en el estudio de la historia del pensamiento político.
Desde la prisión, inició el despegue de la ideología nacionalista e impulsó la oposición al terrorismo de ETA. Al salir de la cárcel declaró públicamente su renuncia a la lucha armada e ingresó en la vida política. Cinco meses después de recuperar su libertad, en octubre de 1977, fue elegido secretario general de EIA (Partido para la Revolución Vasca), puesto en el que salió reelegido en 1978, ya legalizada la organización, y en 1981.
En marzo de 1982, en el congreso constituyente de Euskadiko Ezkerra-Izquierda para el Socialismo (EE-IPS), fue elegido secretario general de esa nueva formación política, sin ningún voto en contra. Desde ambas formaciones trabajó para conciliar el socialismo de sentimiento español y el nacionalismo vasco. Al igual que durante el franquismo, ya en democracia, a principios de los 80, propugnó, junto a Juan María Bandrés, el abandono del terrorismo para lo que impulsó, en una negociación con el entonces ministro del Interior, Juan José Rosón, el retorno de etarras que no habían cometido delitos de sangre, así como la reinserción y la consiguiente disolución de la rama político militar de la organización terrorista.
El 9 de marzo de 1980 fue elegido diputado de Euskadiko Ezkerra en las elecciones al Parlamento Vasco (primera legislatura), escaño que revalidó en los comicios de 1984 y de 1986. En las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 1987 fue candidato numero uno por la lista de Izquierda de los Pueblos, aunque no salió a falta de siete mil votos. En 1985 dejó su puesto en la Secretaría General de EE y durante varios años estuvo más dedicado a los libros que a la política, hasta que a finales de 1992 participó activamente en la fusión entre el entonces Partido Socialista de Euskadi-PSOE y Euskadiko Ezkerra.
En marzo de 1993, fue elegido vicepresidente del PSE, y unos meses después, en las elecciones de junio de 1993, fue elegido senador por Guipúzcoa y renovó el escaño de nuevo en las elecciones del 3 de marzo de 1996. En octubre de 1997, durante la celebración del congreso de los socialistas vascos se alineó con las tesis de renovación defendidas por el entonces secretario Nicolás Redondo, y las ejecutivas vizcaína y guipuzcoana. Fue elegido secretario de Educación y Cultura de la Ejecutiva del PSE-EE.
El 6 de septiembre de 1998, mientras disputaba un partido de pelota, sufrió un infarto agudo de miocardio y fue ingresado en el Hospital Txagorritxu de Vitoria, donde permaneció durante dos semanas hasta recibir el alta médica. Durante el IV Congreso provincial del PSE-EE en Alava, celebrado en noviembre de 2000, fue designado presidente de este partido. Tras el asesinato de Fernando Buesa, líder de los socialistas alaveses, en febrero de 2000, quien defendía una clara estrategia constitucionalista, Onaindia abrazó, sin ambages, la línea nítidamente constitucional para el socialismo vasco.
Meses después de las elecciones autonómicas de mayo de 2001, en las que su partido propugnó una mayoría constitucionalista para desbancar al nacionalismo gobernante, le fue diagnosticado un cáncer intestinal que, finalmente, después de dos años de lucha, ha acabado con su vida.