José María Aznar ha recuperado a Manuel Pizarro, patrono de la fundación FAES que preside, para presentar su informe sobre la situación energética española y dar a conocer una serie de medidas a fin de resolver los problemas actuales, y enumeró unos cuantos.
Eso sí, la principal solución que da el ex presidente en esta materia es exactamente la misma que ofrece para el resto de dificultades que atraviesa el país, y de calado exclusivamente político: una convocatoria de elecciones anticipadas.
"Es urgente que cuanto antes se dé voz a los españoles para que puedan corregir en las urnas los muchos y muy graves errores de los últimos años y, entre todos, podamos volver a situar a España en la senda de la prosperidad", defendió a Aznar.
Sin embargo, en la primera línea de sillas, reservadas para autoridades, apenas hubo rostros conocidos del Partido Popular. No asistió nadie de la dirección nacional -Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal participaban en esos instantes en un acto en Castilla La Mancha- siendo la máxima representación de la formación Luisa Fernanda Rudi, cabeza de cartel por Aragón.
Las medidas de Zapatero
Partiendo de la base de que, lo mejor y primordial, sería ver a José Luis Rodríguez Zapatero lo más lejos posible de La Moncloa, Aznar quiso hacer hincapié en la seriedad del documento expuesto, reuniendo "a un amplio grupo de expertos en la materia para solicitarles su opinión y sus propuestas sobre las áreas de responsabilidad de cada uno".
Traducido: "No tiene nada que ver con las ocurrencias de quienes pretenden simular que la política energética es un concurso de pegatinas, o un juego de bombillas que reparten en correos y de farolas que se apagan en carreteras, o en un pase de modelos sin corbata, o una subasta de neumáticos, o un acertijo de nuclear, quizá sí, pero Garoña no".
Una retahíla de incongruencias que, a ojos de Aznar, quedan rematadas con "veladas amenazas de cortes del suministro a mitad del invierno que nos retraerían a tiempos que creíamos superados hace bastantes décadas".
El papel de Manuel Pizarro
Frente a ello, Aznar presenta su informe, amplio y demoledor como de costumbre, y que parte de dos premisas imprescindibles: "Una estrategia energética" que exige una "visión a largo plazo" y que ésta involucre "a toda España" y no se lleve por individualismos. Y, encima, con el sello de Pizarro, uno de los grandes hombres de la Economía.
Ni el ex presidente de Endesa, ni tampoco Aznar, evitaron el debate nuclear: "Francia ha invertido en nucleares y no sufre la grave dependencia energética que tenemos en España", expuso el líder de FAES, que a renglón seguido enumeró sus beneficios y aseguró que es una energía que permite "el suministro de electricidad sin altibajos en su continuidad derivados de fenómenos atmosféricos".
Eso es un trabajo bien hecho, esgrimió, frente a quienes lo hacen mal, como el Gobierno socialista, "subvencionando sin freno ni medida fuentes energéticas que no son capaces de competir en condiciones de mercado y que, por tanto, encarecen la producción española y le restan competitividad".
La situación en el Norte de África
Aznar también habló de las renovables, y "de la barra libre impuesta al margen de la racionalidad económica", y le dedicó un capítulo especial a la situación de tensión máxima que se vive en el Norte de África y Oriente Próximo, regiones de "indudable relevancia geoestratégica" para el país.
En este sentido, advirtió que "no parece tan claro que las ansias de libertad, democracia con Estado de derecho, y de gobiernos decentes que subyacen en estas revueltas ganen pronto la batalla", lo que se traduce en problemas de abastecimiento.
Hilo argumental que le hizo volver a España, para rematar: "Hoy todos los españoles somos conscientes del tremendo daño" que las políticas del Ejecutivo "han hecho al presente y al futuro de la economía". Por ello, según Aznar, "el objetivo es volver a hacer las cosas bien cuanto antes". "Es el momento de preparar las decisiones para el modelo energético que deberemos tener a quince años vista", remató.