El Partido Popular quiere que la cumbre de Sevilla sea, de una vez por todas, el reflejo de un partido unido en el que no hay alas duras y alas blandas, sino un equipo único que rema en misma dirección: el palacio de La Moncloa.
Un mensaje que, con más fervor que nunca, ha transmitido quien en no pocas ocasiones se ha convertido en el mayor quebradero de cabeza de Mariano Rajoy: su antecesor en el cargo como presidente del partido, José María Aznar.
Tan allá ha ido el ex jefe del Ejecutivo, a fin de que su elegido se convierta en presidente, que ha dejado su demoledor discurso sobre el modelo autonómico en casa y ha calcado la línea genovesa en la materia: “Como tantas veces ha dicho Mariano, necesitamos un Estado viable, un Estado capaz de desarrollar sus responsabilidades, proclamó.
Siete días después de advertir de la “inviabilidad” del modelo, Aznar añadió: “Es sorprendente, por no decir otra palabra más fuerte, que cuando ponemos encima de la mesa ideas razonables y razonadas (…) para hacer racional nuestro Estado autonómico y asegurar que -con sus 17 autonomías y sus 2 ciudades autónomas- sea sostenible, se diga que queremos cambiar el modelo de Estado”.
Y ya para rematar, utilizó la que es la acusación bandera del PP sobre las autonomías: “Los únicos que han hecho todo lo posible para destruir el modelo autonómico han sido los socialistas, con el presidente del Gobierno a la cabeza”, sentenció.
"Podéis contar conmigo"
Hechas las paces con Rajoy, se puso a su servicio: “Querido Mariano, sabéis que podéis contar conmigo, en lo que pueda ser de ayuda, como un militante más en esta gran tarea. La gran tarea de sacar a España del paro, del retroceso social y del deterioro institucional, y ponerla de nuevo en el camino del éxito”. Lo que no se denominó, como así tenía previsto, es “disciplinado”, extremo que recogen los discursos entregados por el Gabinete de Comunicación de FAES.
“España necesita un presidente reformista, no transformista de la política. Necesita un gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy”, concluyó entre aplausos. Un espaldarazo, aún mayor en decibelios al que le dedicó en León, que justificó en que “los españoles necesitamos volver a creer juntos, a idear juntos, a soñar y trabajar juntos, a recuperar ambiciones comunes, proyectos compartidos y ganas de hacer las cosas”.
Compromiso con España
Sevilla vio nacer a la Ejecutiva con la que llegó al Gobierno en 1996, y Aznar no se achantó en definir esta convención nacional como un nuevo hito histórico: “Hoy y aquí, refrendamos nuestro compromiso con España”. Una fecha a guardar en el calendario de “un partido abierto y reformista. Un partido centrado en la libertad”. Y es que, según definió, el PP es “el partido de la responsabilidad individual, del respeto a las personas y del compromiso” con la patria.
Del que no hay que esperar nada, recalcó, es del Partido Socialista: “La recuperación no vendrá de un socialismo que busca seguir engañando a todo el mundo todo el tiempo, y que no acierta ni cuando dicen que rectifican”, marco éste en el que se burló de “los pinganillos” que han invadido el Senado.
El adiós de Zapatero
La inminencia del cambio, afirmó con sorna, ya no la ponen en duda ni en las filas del PSOE, que “en vez de mirar as los problemas, se entretienen con líos que sólo a ellos les interesan”.
“En otras circunstancias, podría tener su gracia alimentar debates sobre quién sabe cuándo se irá, o si se irá o no se irá quien tendría que haberse ido ya”, aseguró, sin citar expresamente a José Luis Rodríguez Zapatero. “No se lo merece”, traducían, entre risas, un grupo de entregados dirigentes populares.
La conclusión, vino a decir Aznar, es que “hoy, como en 1996, las reformas y la modernización de España sólo tienen un camino, que es el Partido Popular”. Por ello, hoy los tres presidentes del PP -Fraga, Rajoy y el anteriormente citado- llegaban juntos y sonrientes. Un estratega del aparato explica la instantánea: “No se quieren, algunos podrían decir que se odian, pero entienden que sólo hay una forma de ganar. Estando juntos”. Y ni siquiera así, concluyó, “está todo hecho”.