(Libertad Digital) La presentación del libro "España en primer plano. Ocho años de política exterior (1996-2004)", escrito por Alejandro Muñoz Alonso y publicado por la editorial de FAES, Gota a Gota, convocó a más personas de las que se pudieron sentar en el amplio salón reservado para la ocasión en el hotel Intercontinental, en el centro de Madrid. Entre los asistentes había ex ministros de Aznar, como Abel Matutes (que fue precisamente ministro de Exteriores), Juan José Lucas, Ana Pastor o Pilar del Castillo. Eduardo Zaplana y Ángel Acebes asistieron al discurso de Aznar desde la primera fila y entre los asistentes se encontraban miembros del Gees, y personajes como José María Marco, Alberto Recarte o Miguel Platón.
Alejandro Muñoz Alonso
El propio autor se dirigió al público para incidir en que la política exterior de los gobiernos de Aznar fueron, a su juicio, un paso adelante dentro de cierta continuidad. Pero también fueron el intento, como sugiere el título del libro, de colocar a España en el primer plano internacional. Recordó a Francisco Fernández Ordóñez, ministro de Exteriores de Felipe González, y quien dijo en su momento que "España debe hablar la quinta". Aznar, según Muñoz Alonso, quiso romper con esa actitud.
Entre otros asuntos abordó la intervención de España en Irak, y de sus ideas quiso destacar tres aspectos. El primero de ellos es que el Gobierno de José María Aznar buscó "siempre el interés de España". Además recordó que "España no entró en la guerra" sino en los esfuerzos de pacificación y reconstrucción, y expresó sus razones por las que la guerra se produjo dentro de una "absoluta legalidad".
José María Aznar
De hecho, cuando tomó la palabra José María Aznar insistió en esta idea, diciendo que "esta gran nación que es España no puede jugar en segunda o tercera división" y "no merece seguir relegada al remanso de los países irrelevantes". Uno de los aspectos de su política exterior, pero seguramente el más destacado, fue el apoyo de Aznar al esfuerzo de los aliados por derrocar la tiranía de Sadam Huseín.
Aznar, que hizo un repaso por aspectos de su actuación en el exterior, desde Cuba al Magreb, pasando por Europa o Estados Unidos, no defendió explícitamente el papel de España en Irak. Pero, incidiendo en que "hay otra forma de hacer política", sí ha criticado duramente el papel del Gobierno español desde que lo preside José Luis Rodríguez Zapatero, quien "dijo solemnemente a principios de 2004 que si no se aprobaba antes del verano una resolución de la ONU amparando la presencia de tropas en Irak, él retiraría esas tropas". Luego, "al comprobar que esa resolución estaba a punto de ser aprobada" ordenó la retirara "casi en huida" de las tropas, "antes incluso de que los nuevos ministros juren sus cargos".
También ha recordado que viajó más tarde a Túnez "para recomendar hacer lo mismo a todos los aliados de un país amigo, y dejarle solo y vulnerable ante el terrorismo". Y en "un no va más", según recordó Aznar, votó a favor de dicha resolución de la ONU, que "no sólo ampara la presencia de tropas para estabilizar Irak sino que, además, pide a todos los países el máximo esfuerzo para ayudar a la democratización y a la seguridad de ese país. A todos los países menos al propio, faltaría más".
"Crisis nacional"
Aznar también tuvo tiempo para hacer una reflexión sobre la situación que vive España. "No sería leal con mi conciencia", dijo, "si no expusiera mi máxima preocupación por los acontecimientos que hoy se están viviendo en España. Si no expusiera mi preocupación por la amenaza secesionista, por la quiebra del Estado, por la fragmentación del sentido nacional. En definitiva, porque estamos viviendo una gran crisis nacional".