(Libertad Digital) La negativa del Gobierno vasco a cumplir la ley arroja cada día un nuevo episodio de desafío institucional. El consejero de Justicia, Joseba Azkarraga, supone que todos los votos nulos aparecidos en las urnas tienen validez y pertenecen a las plataformas batasunas. Pero en el escrutinio de unas elecciones el voto nulo sólo se cuenta como tal, independientemente de lo que aparezca en él. Sin embargo, Azkarraga se encarga de completar la estrategia de ETA: el voto nulo es el voto suspendido y cuenta. Así que, tras la falacia, el atrevimiento llega a anunciar que se están estudiando fórmulas para "implicar en la vida municipal" a los representantes de las plataformas anuladas en los municipios en los que hubieran obtenido la mayoría absoluta.
Dice Azkarraga que “hay que entender que en los municipios donde los votos nulos suponen la mayoría absoluta indudablemente hay una situación de distorsión. Otra cosa son los pueblos donde los votos nulos no son mayoría absoluta porque el resto de las fuerzas pueden conformar un gobierno que represente a la mayoría del municipio".
El concepto de legalidad según el Gobierno vasco
A su juicio, "se ha cometido una ilegalidad al no permitir a estas plataformas presentarse a estas elecciones", pero las instituciones vascas no pueden "restablecer esa legalidad porque no tienen competencia para ello", a pesar de lo cual opinó que se debería "hacer un esfuerzo para paliar una situación absolutamente negativa". Ese esfuerzo, en el que Egibar ya está empeñándose a fondo, se traduce en volver a ceder poder político a ETA y resucitar un pacto de Estella más radicalizado si cabe.
Un golpe de Estado sibilino
Preguntado por las críticas que ha recibido el Parlamento Vasco por solicitar un informe jurídico que aclare si debe cumplir la resolución del Tribunal Supremo de disolver al grupo de Sozialista Abertzaleak, el consejero se atrevió a esbozar un relato histórico: “Habría que recordar que hace un montón de años, alguien intentó entrometerse en la autonomía de los parlamentos, en este caso del parlamento español, y entró a caballo en el Congreso de los Diputados" y que "en 1981 el señor Tejero entró también pegando tiros".
De la Primera República y el general Pavía hasta el 23-F, Azkarraga llegó a donde intentaba: el cerco a ETA es un golpe de Estado. Eso sí, "Aznar lo hace de forma más sibilina... ni se monta a caballo ni se pone el tricornio". El presidente del Gobierno, lo que hace es, según el nacionalista de EA, "utilizar la justicia de cara a sus propios intereses partidistas".
Dice Azkarraga que “hay que entender que en los municipios donde los votos nulos suponen la mayoría absoluta indudablemente hay una situación de distorsión. Otra cosa son los pueblos donde los votos nulos no son mayoría absoluta porque el resto de las fuerzas pueden conformar un gobierno que represente a la mayoría del municipio".
El concepto de legalidad según el Gobierno vasco
A su juicio, "se ha cometido una ilegalidad al no permitir a estas plataformas presentarse a estas elecciones", pero las instituciones vascas no pueden "restablecer esa legalidad porque no tienen competencia para ello", a pesar de lo cual opinó que se debería "hacer un esfuerzo para paliar una situación absolutamente negativa". Ese esfuerzo, en el que Egibar ya está empeñándose a fondo, se traduce en volver a ceder poder político a ETA y resucitar un pacto de Estella más radicalizado si cabe.
Un golpe de Estado sibilino
Preguntado por las críticas que ha recibido el Parlamento Vasco por solicitar un informe jurídico que aclare si debe cumplir la resolución del Tribunal Supremo de disolver al grupo de Sozialista Abertzaleak, el consejero se atrevió a esbozar un relato histórico: “Habría que recordar que hace un montón de años, alguien intentó entrometerse en la autonomía de los parlamentos, en este caso del parlamento español, y entró a caballo en el Congreso de los Diputados" y que "en 1981 el señor Tejero entró también pegando tiros".
De la Primera República y el general Pavía hasta el 23-F, Azkarraga llegó a donde intentaba: el cerco a ETA es un golpe de Estado. Eso sí, "Aznar lo hace de forma más sibilina... ni se monta a caballo ni se pone el tricornio". El presidente del Gobierno, lo que hace es, según el nacionalista de EA, "utilizar la justicia de cara a sus propios intereses partidistas".