La suspensión cautelar de Garzón por el CGPJ movilizó en una manifestación que se calificó de "espontánea" -vía sms pásalo- a decenas de personas que acudieron con carteles de imprenta, frente a la puerta de la Audiencia Nacional para gritar Gürtel, y cargar contra el PP y Franco, ondeando banderas republicanas. Dentro del cordón policial, las puertas de la audiecnia aparecían franqueadas por funcionarios, jueces y fiscales que, según se comunicó a los medios, estaban ahí para despedir entre lágrimas a su compañero y amigo Garzón.
Una escenografía que arrancó las propias lágrimas del juez estrella. Pero, según cuenta La Gaceta, escenografía fue, desde luego, pero de todo menos espontánea. El diario de Intereconomía dice que apenas tres jueces de los ochenta y tres de la AN salieron a despedir a Garzón. Todo ello a pesar de llevar trabajando con él veintidós años.
Una escenografía que arrancó las propias lágrimas del juez estrella. Pero, según cuenta La Gaceta, escenografía fue, desde luego, pero de todo menos espontánea. El diario de Intereconomía dice que apenas tres jueces de los ochenta y tres de la AN salieron a despedir a Garzón. Todo ello a pesar de llevar trabajando con él veintidós años.
Eso sí, según relata el diario, los incondicionales del juez estrella no faltaron a su cita haciendo una suerte de “pasillo” en las escaleras de la Audiencia coincidiendo con la salida del magistrado, en torno a las dos de la tarde.
No obstante, el tumulto no fue el esperado. Sólo tres jueces (Santiago Pedraz; decano del tribunal y titular del Juzgado de Instrucción número 1); Fernando Andreu (titular del Juzgado de Instrucción número 3); y Clara Bayarri (magistrada de la Sala de lo Penal) salieron a despedir a Garzón en un acto poco espontáneo y ciertamente desganado.
Bayarri escribió recientemente un artículo en defensa del magistrado en el que afirmaba que a Garzón se le había juzgado por tener “la firme convicción de que la AN es la competente para la investigación de los delitos de lesa humanidad y genocidio que la sistemática y masiva eliminación de adversarios políticos que se verificó en nuestro país tras la Guerra Civil”.
Ningún magistrado de otras salas se acercó, sin embargo, hasta el juez en su salida de la AN. Una ínfima representación, explica La Gaceta, de los treinta jueces penales que trabajaron durante más de dos décadas con Garzón. No hubo abrazos ni saludo de despedida ante las cámaras entre Garzón y el presidente de la AN, Ángel Juanes, que tuvo que escuchar poco antes de ocupar este puesto cómo el juez estrella sonaba entre los aspirantes a sucederle.
Juanes dijo que no veía “conspiración alguna” contra el juez y confió “firmemente” en la labor del Tribunal Supremo, que “actuará como no puede ser de otra manera, con arreglo a Derecho”.
Pero la ausencia de los fiscales fue la nota más destacada. Molestos por la última decisión de Garzón de liberar al dirigente batasuno Díez Usabiaga, contra el criterio del ministerio público, sólo la fiscal Dolores Delgado bajó a estrecharle las manos al juez. Delgado fue miembro de la comitiva que acompañó a Garzón en la cacería que compartieron con el entonces ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, en la finca de Jaén de Cabeza Prieta, pueblo natal del juez.
Los otros asistentes, según La Gaceta, fueron apenas una veintena de funcionarios, la mayoría del juzgado de Garzón. El estamento funcionarial no cumplió con las expectativas de quienes orquestaron el alboroto. El resto de adeptos del juez se concentraron en las imnediaciones del tribunal: eran representantes de asociaciones para la memoria histórica, o habituales de la defensa de Garzón como la abogada Cristina Almeida.