(Libertad Digital) La postura oficial del PSOE respecto a los pactos en Cataluña es clara: un gobierno con ERC que llaman tripartito y de progreso porque incluyen a ICV pese a que sin ella no sería imposible gobernar en minoría.
Con los denominados ecosocialistas en la oposición resulta difícil pensar en que los proyectos de PSC y ERC fueran abatidos en el Parlamento catalán por CiU, PP e ICV como bloque. Juntos sumarían 70 votos contra los 65 que emitiría una supuesta coalición ERC-PSC pero esta posibilidad es políticamente imposible. Sin ICV, el pacto de oposición a cualquier trámite parlamentario regional se reduciría a los 61 votos que conseguirían CiU con el PP.
Pero la idea de un "tripartito progresista" que defiende Maragall quedaría vestida a ojos del resto de España como menos independentista. Es este camuflaje el que no acepta Carod Rovira ya que aparecería como promotor de un gobierno de baja intensidad catalanista. Por ello, el escenario de pactos que resulta óptimo para ERC es promocionar lo que llaman gobierno "de concentración" o incluso de "unidad nacional", pero sólo como estrategia y también con la vista puesta en las generales donde podría captar algún diputado más. No hay que olvidar que las relaciones de ERC con CiU distan de ser buenas. En campaña –aunque sea al calor de los mitines– los republicanos independentistas llegaron a calificar de "mafiosos" a los líderes de CiU lo que contrasta ahora con la aparente buena relación. Así, muchas de las declaraciones de Carod Rovira son disuasorias, sobre todo las orientadas hacia el socialismo. La mejor forma de hacer olvidar al PSC el pacto de izquierdas es mentar públicamente la independencia. Este viernes, en una entrevista con La Vanguardia, ha ofrecido todo un titular para que se lea en Ferraz: "Claro que nos queremos ir de España, lo que no sé es qué hacemos todavía en una España así". Acto seguido dice que el Plan Ibarretxe le cae "simpático" y lamenta que Zapatero acompañe a Basta Ya en una manifestación contra la apuesta separatista del lehendakari. Hasta la lectura de la felicitación de Ibarretxe en la noche electoral –reconoció que, de todas las recibidas, era la que le hacía "más feliz"– era ya parte del ritual.
El resto de mensajes de Carod a Maragall sirve a la misma estrategia: le exige independencia de Ferraz y lealtad al catalanismo por encima de lo que su partido, el PSOE, defienda o vote en el resto de España. Maragall no duda en aceptar el reto y lanza su propio mensaje a Zapatero: el PSC es un partido "tan independiente" como CiU y ERC y si no hubiera sido por el 23-F, mantendría grupo propio en el Congreso de los Diputados, escenario al que confiesa seguir aspirando con posibilidades de éxito. Pese a todo, Zapatero, Chaves y la portavoz del partido Carmen Chacón –nacida políticamente a la sombra de José Montilla, primer secretario del PSC– defienden el pacto. Pero lo cierto es que una corriente crítica capitaneada ahora por el guerrismo advierte del riesgo de que, con optimismo, el 16-N se repita en marzo y la frustración electoral hunda del todo al PSOE. Con este panorama, hay dos estrategias: entre Carod y Mas, desgastan al PSOE por Cataluña y, por otro lado, Carod aprieta tanto a CiU como al PSC aprovechando el tirón electoral que le ha dado el doble de escaños que en 1999.
Lo único que puede darse por cierto a estas alturas de las conversaciones es el tira y afloja que Carod Rovira sostiene con Pasqual Maragall y Artur Mas para forzar posiciones y obtener el mejor horizonte posible, incluso sin optar a la presidencia, en Cataluña y en Madrid. En cuanto a la postura que está exhibiendo CiU, puede resumirse en la frase que más ha molestado a Maragall: "por nosotros no será". La pronunció Duran Lleida con un as en la manga: el gobierno de concentración es la peor opción que baraja el PSC. De hecho, el propio Maragall insiste en que sólo están trabajando sobre la idea de gobierno progresista con la dosis exacta de nacionalismo que les dio la alcaldía de Barcelona. Este viernes, Artur Mas ha dado un paso más, casi en tono de farol, al decir que pone en segundo plano encabezar el gobierno de concentración como presidente de la Generalitat y hasta ofrece una modificación de la Ley de Cajas, eso sí, sin entrar en detalle.
En definitiva, parece que el baile postelectoral sigue siendo en solitario, sin parejas y dejando que se acerque marzo, quemando fases de negociación y ofreciendo titulares más o menos escandalosos, como dijo Josep Piqué. Entonces se verá quién invita a quién. Lo que se forme hasta esa fecha estaría caracterizado por la inestabilidad, una especie de provisionalidad. En este sentido, la opción que apuntó el líder del PP catalán fue la de llevar a Mas a la presidencia en minoría con la abstención del PP y el PSC en la votación.