L D (Mercedes R. Martín) Algo faltó en la sesión de control al Gobierno de este miércoles: María Teresa Fernández de la Vega, saltándose una costumbre de meses, no hizo alusión en su réplica ni a los trajes de Camps, ni a la supuesta trama de espías. No lo hizo, pese a que la actualidad se lo ponía muy fácil: este mismo martes se había elevado al Supremo el caso Gürtel por la posible implicación de Luis Bárcenas, Gerardo Galeote y Jesús Merino.
Tampoco hablaron de los jugosos escándalos que afectan al Gobierno ni Rajoy ni Soraya. El tema, de nuevo, fue la economía: el líder del PP no se refirió a las polémicas actividades del director del CNI ni al supuesto uso de dinero público, ni la portavoz parlamentaria se refirió a Manuel Chaves mientras siguen acumulándose las noticias que confirman el escándalo de Matsa.
El encargado de hacerlo fue el popular Juan José Matarí, que, pertrechado con las pruebas que tan insistentemente pide Chaves a la hora de defenderse, acusó al vicepresidente territorial de promover la igualdad sólo "cuando se trata de su familia". "Tiene que dimitir; total, para lo que hace…", dijo el diputado ante un cariacontecido Chaves, que seguía contando este miércoles con los entusiastas aplausos de sus compañeros socialistas. Tan entusiastas, por cierto, como los que escuchó Bermejo pocas horas antes de marcharse.
El ex presidente de la Junta repitió ante los diputados la letanía de siempre y al salir no tuvo ganas de repetirla. "No voy a hacer ninguna declaración", dijo ante los periodistas con el gesto más agrio que de costumbre. Quizás la culpa la tenía, como le pasó a Blanco la pasada semana, la prensa del día, con la noticia de que la Fiscalía del TSJA ha aceptado investigar si hubo o no delito en la cuantiosa subvención a la empresa de su hija.
Acompañado de varios compañeros, Chaves pasó con cara de funeral, ante los medios, cuyas filas se iban engrosando a medida que duraba la charla del andaluz con sus acompañantes. "No soy yo", bromeó Jordi Sevilla cuando pasó por delante de cámaras y periodistas. Chaves, mientras, se fue como vino: sin hablar y pensándose, quizás, cómo renovar su repertorio de excusas para la próxima sesión ahora que el escándalo ha llegado ya a los tribunales.
A los populares, mientras, el caso Gürtel les sigue amargando las últimas semanas de actividad parlamentaria antes de las vacaciones, que, en un principio, se les presentaban muy plácidas con una reciente victoria electoral y argumentos económicos sobrados para hacer oposición. La consigna seguía siendo la misma: "presunción de inocencia" para Bárcenas hasta que los jueces no digan lo contrario.
Así las cosas, sólo hubo divergencias entre Rajoy y Zapatero dentro de la Cámara, donde se echaron en cara las subidas de impuestos de esta y anteriores legislaturas. Fuera, su actitud fue bastante similar: el líder del PP, que insiste en defender a su tesorero, rechazó hablar ante los medios. El presidente del Gobierno no tenía que hablar de Gürtel, sino de Alberto Saiz, pero como su rival, rechazó hacerlo. El verano, en breve, les librará ambos de responder a preguntas incómodas dentro y fuera de la Cámara.