Esperanza Aguirre retrató al brazo político de ETA, en sus distintas siglas, en un homenaje a Miguel Ángel Blanco, cuando se cumplen quince años de su arresto y vil asesinato. Los cómplices de quienes acabaron con su vida, afirmó con realista crudeza, están hoy "en las instituciones, en las que acuden en coche oficial".
Así, cuando desde el Gobierno se asegura que la Abogacía del Estado vigila de cerca los movimientos de Amaiur y Bildu recabando datos para su ilegalización, la presidenta de la Comunidad de Madrid denunció que Batasuna "gobierna en el Ayuntamiento de San Sebastián y en la Diputación de Guipúzcua y están ahí gracias a ETA y al miedo que han provocado con asesinatos como el de Miguel Ángel".
Fue una instantánea de retroceso contra la banda terrorista en una jornada de emoción y recuerdo. "Amaiur insulta su memoria y se niega a condenar su asesinato en la misma Cámara de los diputados españoles", continuó Aguirre, en el acto celebrado en Majadahonda. "Y en el colmo de la desfachatez, los proetarras acusan a las víctimas de deseo de venganza. Llaman venganza a la justicia para desacreditar nuestro Estado de Derecho. Tienen la indecencia de hablar de venganza cuando ninguna de las víctimas se ha tomado nunca la justicia por su mano y cuando Miguel Ángel no podrá vivir todas las cosas que tenía que haber vivido mientras sus asesinos conciben niños en la cárcel protegidos por nuestro Estado de Derecho", afirmó.
La presidenta cargó su discurso de mensajes muy claros, criticando sin ambigüedades la decisión del Tribunal de Estrasburgo sobre la etarra Inés del Río. Pero, además, llamó a "resucitar" el Espíritu de Ermua: "La indignación superó al miedo y los ciudadanos fueron capaces de entrar en las herriko tabernas a increpar a los cómplices de los etarras y de arrinconar en las calles a los simpatizantes de los asesinos que hasta entonces les habían amedrentado a diario. Todos fuimos Miguel Ángel".
Para Aguirre, es imprescindible echar la vista atrás y poner las cosas en orden: "Renovar nuestro compromiso con la libertad, con la Constitución y con España para hacernos dignos de su memoria". Porque, concluyó, "recordar a Miguel Ángel es recordar que, para ser dignos de su espíritu, no podemos traicionar los principios por los que le quitaron la vida. A él y a las casi mil víctimas de ETA".