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Carlos Totorica, de alcalde de España al Palacio de Ayete

Se convirtió en un refente del constitucionalismo tras el asesinato de Blanco. Hace unos meses, se fotografía con dirigentes de Bildu en Ayete.

El 10 de julio de 1997, cuando pasadas las cuatro de la tarde Egin Irratia, la emisora clausurada judicialmente por estar al servicio de ETA, informó del secuestro del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco, el pequeño municipio vizcaíno, de apenas 18.000 habitantes, estaba gobernado por Carlos Totorica.

Este socialista vizcaíno había llegado a la alcaldía de la localidad en 1991 y todavía hoy, veintiún años después, continúa al frente del consistorio. Él fue quien dio la orden a la Guardia Urbana de recorrer con altavoces la ciudad solicitando a los ciudadanos que se manifestasen en las calles contra el chantaje de los terroristas.

Durante esas horas críticas llamó a los ciudadanos a movilizarse, pero pidió que nadie se comportase como los terroristas y sus acólitos, haciendo uso de la violencia y el terror. Suya fue una de las imágenes que pasó a la historia de aquellos días, cuando extintor en mano evitó que el fuego provocado por unos ciudadanos encolerizados arrasase la herriko taberna que Batasuna-ETA tenía en Ermua.

Miembro fundador del Foro de Ermua, el colectivo cívico nacido del espíritu de unidad en la lucha contra ETA surgido aquellos días, se convirtió en un referente moral del constitucionalismo en la comunidad vasca. Durante meses, casi años, pasó de ser el alcalde de Ermua al alcalde de España.

En 2002, después de una cruenta guerra interna en las filas del socialismo vasco, destinada a acabar con la unidad de acción constitucionalista que había implantado Nicolás Redondo Terreros, y que acabó con la dimisión de éste, decidió presentar su candidatura a la secretaría general del PSE.

En la primera imagen, Totorica (izquierda) apaga el fuego de una herriko. En la segunda, el alcalde de Ermua se saluda con Eguiguren, Izaguirre y Garitano

Representaba la línea continuista frente a la candidatura de Patxi López, partidario de abrirse a pactos con el PNV, como había hecho históricamente el socialismo vasco, y la de Gemma Zabaleta, que con el apoyo de Odón Elorza y Jesús Eguiguren representaba al sector nacionalista del partido. La unidad de acción de Zabaleta y López llevó a este último a la secretaría general con el 57 por ciento de los votos.

Totorica quedó entonces dentro del partido como la voz crítica que marcaba las líneas rojas a la política de pactos y alianzas de López con los nacionalistas y como la voz más clara, junto a Rosa Díez, en defensa del espíritu de Ermua. Sin embargo, la llegada de Zapatero a Ferraz apogó su capacidad de influencia.

Pese a que inicialmente alzó la voz contra la negociación política entre el Ejecutivo Zapatero y los terroristas de ETA, no tardó en diluir su discurso dentro de la ortodoxia impuesta por el nuevo líder nacional del partido. Ejemplo de ello, en 2007, pidió al Foro de Ermua que dejase de utilizar el nombre de la localidad que gobernaba tras el apoyo de éste colectivo a la rebelión cívica contra la negociación.

Hace apenas unos meses, fue inmortalizado en una fotografía junto a su compañero de partido, Jesús Eguiguren, saludando al alcalde de San Sebastián, José Carlos Izaguirre, y al diputado foral de Guipúzcoa, Martín Garitano, ambos de Bildu, en la escalinata del Palacio de Ayete, en San Sebastián, donde los mediadores liderados por Brian Currin pidieron una nueva negociación entre el Gobierno y ETA para un final pactado del terrorismo sin vencedores ni vencidos.

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