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Mar Blanco: "Aplaudieron el asesinato de mi hermano y ahora hacen política"

La hermana del concejal asesinado hace ahora 15 años lamenta que los proetarras están "muy crecidos" en las instituciones.

A punto de cumplirse 15 años del asesinato del concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco, su hermana María del Mar lamenta en una entrevista en EFE que quienes entonces aplaudieron su muerte participen ahora en la vida democrática y estén tan "crecidos" sin haber "movido ficha".

De esta forma, la presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, reconoce que le duele "y mucho" el revés que ha supuesto la legalización de Sortu por parte del Tribunal Constitucional, cuando a día de hoy esta formación sigue sin reconocer el daño causado, sin pedir perdón y sin colaborar con la Justicia.

"Duele mucho, no me gusta, cómo me va gustar que quienes aplaudieron el asesinato de mi hermano hoy estén haciendo política sin haber movido ficha. Para mí supone una humillación a las víctimas del terrorismo. Están muy crecidos", ha dicho.

Pese a la vuelta de los proetarras a las instituciones, la hermana del concejal secuestrado y asesinado por ETA en julio de 1997 cree que se viven momentos de "luces" y de "esperanza" con el anuncio del cese definitivo de la violencia, que no será creíble hasta que la organización se disuelva, entregue las armas y pida perdón.

Mar Blanco comprende que la Vía Nanclares de reinserción de presos terroristas haya molestado a las víctimas aunque no suponga ningún beneficio adicional para los terroristas, que tendrán que cumplir los requisitos legales, el primero la ruptura con ETA. No obstante, no tiene interés alguno en entrevistarse con los asesinos de su hermano y dice que hoy por hoy ni olvida ni perdona. "Yo al fin y al cabo a lo único que aspiro es a no tener que ver el careto de los asesinos de mi hermano, ni sus manos manchadas de sangre, en la calle", dice.

Recuerda que el momento más alegre que ha vivido desde la muerte del concejal fue cuando a través de la "pecera" de la Audiencia Nacional pudo dirigirse a los asesinos de Miguel Ángel Blanco, los etarras Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, e Irantzu Gallastegi, Amaia, a los que espetó: "reíros, reíros, que más me voy a reír yo cuando os vea pudriros en la cárcel".

Hoy, 15 años después, Mar Blanco confía en que ninguna familia más tenga que pasar por lo que pasó la suya durante aquellas terribles 48 horas en las que, pese a todo, no hubo ninguna tentación de ceder al chantaje de los terroristas. "Si en aquel día tanto mis padres como yo nos opusimos a cualquier tipo de cesión o negociación, cómo voy a hacer gestos hoy cuando no los hice cuando la vida de mi hermano estaba en peligro", ha exclamado.

De aquel "espíritu de Ermua", aquella unidad política y aquel clamor social que inundó las calles tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, reconoce que se ha resquebrajado parte de ese consenso político, pero prefiere quedarse con el empuje y la solidaridad de la gente que todavía sigue sintiendo. Un cariño y un apoyo que demuestra que la sociedad mantiene en su memoria el recuerdo de todas y cada una de las víctimas del terrorismo, y eso será, en su opinión, lo que permita "deslegitimar la historia de terror de ETA".

"Porque la memoria va a permitir que las futuras generaciones no vean que al final la banda terrorista consiguió a través de las armas algún fin político. Esas son las puertas que tenemos que cerrar. La memoria tiene que permanecer por toda la sangre derramada por las casi 900 víctimas de ETA", explica.

En ese camino, Mar Blanco, diputada del PP en el Parlamento vasco, elogia sin embargo la labor del Gobierno del Partido Popular y del ministro del Interior, y su relación con las víctimas del terrorismo. Considera que hay vías y cauces de diálogo con el Ejecutivo que hacen innecesario "utilizar un micrófono o salir a la calle" cuando no hay ningún hecho que demuestre que ha cambiado la lucha antiterrorista o la aplicación de la ley penitenciaria, aunque rechaza, eso sí, que pueda equipararse a víctimas y verdugos, lo que alimentaría la "teoría del conflicto" defendida por ETA.

La derrota de la organización terrorista que se merecen las víctimas es la derrota incondicional, concluye: "Si hemos aguantado hasta aquí no puede ser que ahora al final tiremos la toalla".

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