Visiblemente nervioso –sus manos no paraban de temblar- y con el rostro desmejorado, reflejo de la tensión a la que lleva sometido durante aproximadamente un mes, Carlos Dívar ha pronunciado el que puede ser su último discurso como presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Lo ha hecho ante el heredero de la Corona, el príncipe don Felipe, y ante la plana mayor de la Carrera Judicial en los actos del Bicentenario de la última instancia jurisdiccional española.
El príncipe Felipe ha sido el encargado de presidir el acto conmemorativo del bicentenario de la creación del Tribunal Supremo ya que el Rey Juan Carlos viajaba este lunes a Yeda (Arabia Saudí) en compañía del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, para trasladar el pésame por el fallecimiento del príncipe heredero Nayef bin Abdelaziz al rey Abdalá.
El acto, rodeado de una enorme expectación, se ha celebrado en la sede del Alto Tribunal y al mismo han sido invitadas, entre otras autoridades, los presidentes de las Cortes Supremas Iberoamericanas, de Portugal y de Filipinas.
También han acudido autoridades como el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres Dulce, el presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, y políticos como la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y la alcaldesa de la capital, Ana Botella.
Dívar ha centrado su discurso, de marcado carácter institucional, en ensalzar el tribunal creado ahora hace 200 años, con la Constitución de 1812, y recordar que se trata de un organismo "básico, esencial e ineludible". También ha resaltado la trascendencia de reconocer al poder judicial su "función de controlar los poderes públicos".
"Es el Tribunal Supremo el que se sitúa a la cabeza del poder judicial", con la función de "juzgar y hacer ejecutar lo juzgado". "Así fue plasmado en 1812, y así debe seguir siendo en el futuro", dijo el presidente del TS y del CGPJ. "Celebramos con ilusión que tras 200 años esas ideas se encuentran vigentes" y el Supremo sigue siendo "el garante de las libertades y los derechos de las personas".
En su discurso, sin mención alguna a la tormenta sufrida en el seno del poder judicial, Dívar también ha alertado de que "un Estado que socave la posición institucional del poder judicial dificulta o hace inexistente el Estado de Derecho". Sus palabras han sido previsiblemente las últimas que pronuncie en la sede del órgano como presidente del Tribunal Supremo ya que este sábado los vocales daban por hecho que el magistrado dejará el cargo en el pleno que se celebrará el próximo jueves ante la pérdida de confianza sufrida.
No obstante, pese a la delicada situación vivida en el seno del CGPJ la mayoría de vocales, a excepción de Margarita Robles y José Manuel Gómez Benítez, han arropado a su presidente en el bicentenario. También ha contado Dívar este día con la compañía de la plana mayor de magistrados del Alto Tribunal; un hecho que hace uno días era impensable ante el malestar por sus viajes.
Por su parte, en su intervención, el príncipe de Asturias ha destacado la importancia fundamental de la independencia del Tribunal Supremo para la separación de poderes y ha expresado su deseo de que el acto de reflexión que ofrece su bicentenario contribuya a seguir perfeccionando lo mejor del legado de las Cortes de Cádiz.
Don Felipe ha subrayado que la creación de esa institución supuso la consagración de su independencia en el marco del principio de separación de poderes.
"Todo ello fue esencial para el establecimiento de un Estado de derecho moderno, en el que los ciudadanos puedan defender sus libertades y derechos ante las eventuales intromisiones de otros poderes del Estado", ha añadido el heredero de la Corona ante los magistrados presentes en esta ceremonia.
A las puertas del Tribunal, un grupo de funcionarios de la Administración de Justicia han proferido ante las puertas del Supremo gritos de "Dívar dimite ya".