Los jefes del aparato político de ETA, David Pla e Iratxe Sorzabal, han permanecido durante dos meses en Oslo a la espera de que el Gobierno de Rajoy les diera una respuesta a la oferta de negociación. Así lo informa El Mundo, que asegura que además, durante su estancia en Noruega han estado acompañados por más etarras, entre ellos Josu Urruticoechea Bengoechea, más conocido como Josu Ternera. Pero ante la nula respuesta del Gobierno, los etarras han vuelto a la clandestinidad en Francia.
La estancia de los terroristas en Noruega ha sido auspiciada por el Ministerio de Asuntos Exteriores noruego, que desde 2005 está llevando a cabo un papel poco claro en las negociaciones del Gobierno con ETA. Se ha implicado como "mediador", propiciando encuentros entre ambas partes, y ha prestado infraestructuras gubernamentales para que los mediadores internacionales que auspiciaron la declaración de Ayete se mantuvieran en contacto con los asesinos.
Los etarras no han corrido con ningún gasto en sus movimientos ni en su manutención durante estos dos meses, ya que esta es una de las premisas impuestas por los terroristas para participar en cualquier tipo de contacto.
También partidos como Batasuna, EA, Alternatiba y Aralar se han desplazado frecuentemente a Noruega, y, según El Mundo, "entre ellos se encuentra un destacado dirigente de la izquierda abertzale con representación institucional".
Cuenta con 10.000 kilos de explosivos
La banda terrorista ETA acumula 10.000 kilos de explosivos entre amonal y cloratita, 190 armas cortas –procedentes del robo de Vauverten en 2006, en perfecto estado- y 75 militantes, una decena de los cuales están preparados para actuar en cualquier momento.
Según "fuentes conocedoras del asunto" consultadas por La Razón, este es el potencial con el que cuenta ETA en la actualidad, por si decide volver a las actividades criminales. El diario dirigido por Francisco Marhuenda explica que a los terroristas no les importa asumir el papel de "vencidos" –y hasta "hacerse los muertos", si es necesario- y eso les permite, por un lado, avanzar en el terreno político y, a la vez, articular una organización de mínimos para mantener la amenaza latente.
Además, la banda terrorista estaría captando individuos que no tienen antecedentes policiales, que abandonaron sus domicilios –sin estar obligados a ello- en el País Vasco y Navarra.