La secretaria de Iñaki Urdangarín, Julia Cuquerella Gamboa, admitió ante el juez José Castro que ella fue la autora de una nota manuscrita en la que se indicaba cómo cobrar un dinero a través de una cuenta suiza. En la transcripción literal que figura en el sumario sobre el interrogatorio al que fue sometida, la asistente del duque de Palma llegó a preguntar: "¿Qué hay de malo en tener una cuenta en Suiza? ¿No es lo mismo Suiza que Zaragoza?".
Según informa El País, la investigación judicial ha acreditado que el marido de la infanta Cristina cobró a través de una empresa vinculada a Aguas de Valencia (Agval) una comisión de 370.000 euros por su asesoramiento. Ese dinero, supuestamente, fue ingresado en una cuenta suiza, cuya numeración fue hallada en la nota manuscrita de la que Cuquerella se reconoce autora, durante el registro de la empresa del duque en Barcelona. Por unos miles de euros, el yerno del Rey evita los tribunales por esta operación, porque no habría defraudado más de 120.000 euros, mínimo establecido por el Código Penal.
En el interrogatorio como testigo a Cuquerella, celebrado en Barcelona el pasado 20 de abril, el fiscal insistió sobre la nota manuscrita que dirigió la investigación hacia la cuenta del duque de Palma en Suiza. A la secretaria no le pareció "nada malo" que Urdangarín tuviera una cuenta en Suiza, aunque posteriormente dijo que desconocía si el duque la tenía.
"Ennegreció" nóminas de sus empleados
La declaración de la secretaria de Iñaki Urdangarín ante el fiscal Pedro Horrach ha desvelado algunos detalles más del modus operandi de la empresa Aizoon, compartida al 50% por el duque de Palma y la infanta Cristina.
Según informó El Mundo, tras escuchar la declaración de Cuquerella, Horrach concluyó que el sistema empleado por la empresa para pagar a sus trabajadores consistía en "ennegrecer" el dinero, basándose en el propio testimonio de la secretaria.
Explicó que ella acudía al banco a "cobrar cheques" y que ponía "un post-it" en cada uno, indicando el nombre del empleado al que iba dirigido. Después, "como el empleado del banco ya nos conocía, metía en un sobre el dinero de cada cheque y ponía el post-it otra vez", señaló.