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Rajoy niega que se baraje un rescate y pide a la UE un mensaje "contundente"

Rajoy mantuvo reuniones e hizo llamadas para mandar un mensaje de calma. España, asegura, no será intervenida. Pidió a la UE que defienda el euro.

Cuando Mariano Rajoy accedía al patio del Congreso de los Diputados, poco antes de las nueve de la mañana, la prima de riesgo hacía trizas la barrera psicológica de los 500 puntos. El presidente cree que España está haciendo su trabajo, más rápido y de forma mucho más profusa que el resto, y de ahí que considere injusto que no tenga un respaldo a viva voz de las instituciones europeas ante el huracán financiero que está provocando la ingobernabilidad helena. En su opinión, es la hora de que Bruselas actúe y mande un mensaje "claro y de confianza" en el euro.

El jefe del Ejecutivo está preocupado. De camino a la Cámara Baja, a buen seguro actualizaba en su móvil el diferencial con el bono alemán. Esta semana, el Gobierno escenificará que las comunidades autónomas ya no pueden ir por libre, y las que no hayan conseguido encauzar sus cuentas a fin de no superar el 1,5% de déficit público serán intervenidas. Una nueva señal de confianza, en medio de un escenario de pánico total.

En la sesión de control, todo fue economía. Rajoy respondió preguntas de PNV, UPyD y PSOE. Nuevamente, fue Rosa Díez la que más le hizo removerse en el asiento. El presidente no se salió del guión preescrito y, aún admitiendo la delicada situación económica, defendió los tres ejes de su plan de acción: reducción del déficit público, control de la deuda y reformas para incentivar el crecimiento y la creación de empleo. Su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría, se convirtió en su mejor aliada.

Rajoy se definió "consciente" de la "dureza" que para los españoles está suponiendo la recesión económica, así como los ajustes acometidos. Pero quiso dejar claro que "todas las medidas que estamos tomando son para salir del pozo", en un primer paso, y la progresión económica a medio plazo. Volvió a admitir que hay que borrar "el corto plazo" de la memoria ciudadana.

"No se han hecho las cosas que se deberían de haber hecho", se quejó ante Alfredo Pérez Rubalcaba, en un rifirrafe muy light, tal vez conscientes ambos de las delicadísimas circunstancias. Defendió el saneamiento financiero, habida cuenta de que -expuso el presidente- "nuestras entidades no se pueden financiar hoy". "Si no hay crédito, no hay inversión. Estamos haciendo lo que tenemos que hacer", insistió.

Tras más de un mes, consecuencia del debate presupuestario y días festivos, sin verse cara a cara, Rajoy volvió a recoger el guante del diálogo del líder de la oposición. No es la primera vez que se llaman mutuamente a hablar, si bien -de momento- los cauces para hacerlo están rotos. "Estoy convencido de hablar con ustedes", dijo, para a renglón seguido lanzarle el único rapapolvo de la jornada: la falta de apoyo del PSOE, que incluso apartó su firmo de la regla de oro del déficit, a pesar de que las bases se establecieran con José Luis Rodríguez Zapatero aún como presidente.

"Soy consciente de lo que está pasando, de las dificultades. Estoy haciendo la política que necesita España en una situación tan grave", expuso Rajoy. "Un gobernante tiene que estar en la realidad y saber lo que está pasando y yo, honestamente, intento estarlo y estar en las cosas", añadió. Ya en los pasillos del Congreso, insistió en esta idea, que conjugó con una firme petición a la Unión Europea: "Un mensaje claro y contundente" en defensa de la sostenibilidad de las deudas soberanas.

Rajoy es de los que piensa que la recuperación solo puede ser posible dentro del euro, y de ahí que llamara a una defensa de Bruselas en una situación "muy complicada", según reiteró. "Creo que el debate entre austeridad y crecimiento tiene bastante poco sentido, porque una cosa es compatible con la otra y además una cosa es necesaria para la otra. Creo que hay una tercera cosa de la que nadie habla. Austeridad sí, crecimiento también, pero me gustaría además que hubiera un mensaje contundente sobre el proyecto del euro y la sostenibilidad de la deuda pública de todos los países europeos", sentenció.

La taquicardia de la prima de riesgo motivó la descafeinada intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba, ausente de dardos dialécticos y con un nuevo llamamiento a la responsabilidad y al diálogo. "Hace un mes le ofrecí diálogo y usted me respondió con displicencia. Hoy ese diálogo no sólo es necesario, es imprescindible. Está en su mano. Nosotros estamos dispuestos".

Sin hacer sangre sobre la sangría en los mercados, el líder de la oposición se limitó a manifestar su preocupación, no sólo por el nuevo pico alcanzado por la deuda española, sino también porque, a juicio de Rubalcaba, "la reforma financiera que aprobaron el otro día no garantiza que el Estado recupere todo el dinero que inyecte en los bancos". En resumen, perfil plano del secretario general del PSOE que considera que su labor de oposición ha de concentrar todos sus esfuerzos en conseguir retomar la comunicación entre Gobierno y oposición tras una ruptura en el diálogo que se produjo hace meses con la negociación de los órganos constitucionales, y que el Ejecutivo de Mariano Rajoy no parece tener ánimo de reanudar.

Rajoy parecía estar pero no estar. Su preocupación estaba fuera, en los mercados. Habla casi semanalmente con los principales líderes europeos y, de esas conversaciones -asegura su entorno- se puede concluir que hay confianza en España. Tras salir del Congreso, mantuvo reuniones de urgencia para abordar el asunto. Hizo varias llamadas clave no solo a dirigentes políticos, sino de todos los ámbitos del poder. En estos contactos, descartó, pese a la tremenda presión, que el país vaya a sufrir una intervención o cualquier medida de protectorado más allá de la que actualmente está sometida. Según el presidente, en declaraciones la semana pasada, "no estamos ni lejos ni cerca" del rescate porque "simplemente no estamos".

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