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Rajoy deja caer a Matas en el ostracismo

Pasaron días de vacaciones juntos, pero hace mucho que no hablan. "Si puede, que demuestre su inocencia", fueron las últimas palabras de Rajoy.

De estar en la cúspide, a caer en el ostracismo. De ser uno de esos referentes del PP que se cuentan con los dedos de una mano, a esa imagen de soledad que ofreció hace no muchas fechas cuando, con aspecto desaliñado, fue a comprar una barra de pan en uno de los supermercados DIA que la cadena tiene en el madrileño barrio de Salamanca. La frase ¿Matas?, ¿Quién es Matas?, podría resumir el sentimiento vivido en los círculos del poder popular poco después de constatar que la piscina no tenía agua.

Jaime Matas fue condenado a seis años de cárcel. Un torpedo en la línea de flotación del PP, que estos días centra su ataque al PSOE en la corrupción que salpica a sus cargos en Andalucía. Quedan cinco días para las elecciones allí, y han saltado las alarmas. No obstante, tanto el Gobierno como Génova intentaron sacudirse el peliagudo asunto convirtiendo al amigo de presidentes en un fantasma que, desde marzo de 2010, ni tan siquiera es militante.

Cómo cambian las cosas. Con José María Aznar en la Moncloa, Matas fue ministro de Medio Ambiente, siendo hombre clave en la redacción del Plan Hidrológico Nacional. Desde el año 2000 al 2003, cuando se volvió a presentar a las elecciones en Baleares (ya formó antes parte del Ejecutivo) ganando por mayoría absoluta e iniciando su etapa dorada. Se convirtió en un barón autonómico en alza, con el que todos querían fotografiarse. Su luz se apagó en 2007, cuando deja la política. Entonces, ya había sospechas en su gestión, que cada vez irían a más.

Con Mariano Rajoy también tuvo un trato que excedió en mucho de lo profesional. Eran buenos amigos. Tanto como para que disfrutaran juntos de las vacaciones de verano, con sus respectivas familias, en las Islas Baleares. Compartieron el yate del presidente de Sol Meliá, Gabriel Escarrer, según avanzó El País. Este martes, el hoy jefe del Gobierno central no salió a defender su honorabilidad. En principio tampoco tenía previsto llamarle, según las fuentes consultadas. Hace mucho que no hablan.

"Le deseamos lo mejor y, si puede, que demuestre su inocencia", dijo Rajoy, cuando Matas rompía su carnet del PP sitiado por la Justicia . Entonces, en el partido de Baleares ya soplaban otros vientos, impuestos por su nuevo presidente, José Ramón Bauzá. En un reciente artículo publicado en este diario, recordaba: "Adopté una serie de medidas que quizá fueron duras, pero que me consta fueron ampliamente aceptadas por los ciudadanos (...) Ningún miembro del PP que estuviese imputado, sea cual fuera la causa, podía ocupar un puesto en una lista electoral".

El sector de Matas fue desapareciendo paulatinamente, al igual que los teléfonos dejaron de sonar. Conocido es que Bauzá no tiene ninguna relación con su antecesor y que se avergüenza de su conducta. Ahí está ese documento, rubricado por todos los cargos del PP en el Gobierno balear, en el que se comprometen a no aceptar regalos, a no disponer tarjetas de créditos oficiales y a volar, siempre, en clase turista.

"La corrupción es una lacra contra la que debemos luchar todos y poner todo nuestro empeño en erradicar, recordando también que no es exclusiva de ningún partido", remató el ahora presidente de las Islas, en su columna en Libertad Digital. Hoy Bauzá respetó la decisión de los tribunales así como la de Matas de recurrir.

Mientras, en Madrid, silencio. Quienes con él compartieron gabinete, tal vez "le han llamado a título personal" -en voz de un alto cargo-, pero públicamente hubo perfil bajo, impuesto por la secretaria general, María Dolores de Cospedal. "Era un hombre extremadamente educado, muy afable. Como persona no podría ponerle un pero", defendió un veterano de la formación, en el anonimato. Hablar bien de Matas hoy en el PP es lo más parecido a cavar tu propia tumba.

Alfonso Alonso confirmó el desmarque oficial, en la rueda posterior a la Junta de Portavoces: "Matas no es militante del partido desde 2010", recordó. Un portazo definitivo al que unió una última coletilla, como intentando echar un capote a un Javier Arenas preocupado por lo que este caso le pueda afectar. "El Partido Popular será siempre beligerante en el castigo de las conductas irregulares en la gestión del dinero público", creando un gran salto cualitativo con respecto al PSOE andaluz.

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