Pasadas las 23:00 horas, el grueso del panorama mediático congregado en el Hotel Renacimiento de Sevilla abandonaba el recinto para descansar unas horas hasta la clausura del 38 Congreso del PSOE que se celebra este domingo. Comenzaba la negociación de la llamada 'noche de los cuchillos largos', la primera de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del partido socialista.
Tras la imagen del tumultuoso bar del hotel que acogía las celebraciones de los ganadores, se multiplicaban en la sombra los encuentros del nuevo líder en aras de alcanzar el apoyo de las federaciones a su nueva Ejecutiva. Las citas secretas se iban filtrando a la prensa en tiempo real pero, cerca de la una de la madrugada, fuentes socialistas informaban a este diario del lugar en el que se producían las negociaciones. Justo detrás de la jarana del bar, el backstage revelaba la realidad por la que pasaba el PSOE: en el ágora en el que se hospedaban los dirigentes socialistas se veían tres puertas luminosas donde la nueva cúpula de Ferraz tejía maniobras, recibía cuchillazos de los críticos e intercambiaba envites y órdagos para cerrar el acuerdo.
Había comenzado la 'operación Chacón', un intento de los perdedores del cónclave por tumbar la Ejecutiva a imagen y semejanza de Rubalcaba y forzar una nueva alejada de los intereses de Alfredo. De ahí que la estrategia del nuevo secretario general fuera desactivar el eje chaconista Andalucía-Madrid-Cataluña proponiéndole a José Antonio Griñán la presidencia del partido.
Griñán no decía que sí, todavía, a la espera de conocer la cuota de representación catalana. Fuera, Óscar López intentaba amainar el enfado de José Antonio Viera, secretario provincial de Sevilla, amigo de Rubalcaba y quien había lanzado las acusaciones contra Griñán por presiones "inmorales, ilegítimas e ilegales" a los delegados andaluces. Viera quería un puesto en la Ejecutiva que se le negaba mientras se concedía la presidencia al "traidor" Griñán.
Como muestra de la intensidad, un descamisado Rubalcaba salía y entraba de una puerta a otra para mantener contacto con sus negociadores: Elena Valenciano, que junto a José Blanco, ejercía ya de vicesecretaria general; Óscar Lopez, de secretario de organización y Antonio Hernando, Txiqui Benegas y Gaspar Zarrías como negociadores y hombres fuertes de la Ejecutiva. A las puertas, las distintas federaciones hacían cola para reclamar su cuota.
Pasadas las tres de la madrugada, la acreditación de prensa pasaba inadvertida a pocos metros del despacho de Rubalcaba donde Libertad Digital y otros tres periodistas presenciaban, a pocos metros, la imagen de la negociación realmente relevante que se producía con los miembros del PSC. Carmen Chacón encaminándose a la tercera puerta, junto a José Zaragoza. A los pocos minutos, hacía su entrada en la misma sala el líder del PSOE en Madrid, Tomás Gómez, junto a Maru Menéndez.
Allí se veían con Óscar López, secretario de organización, que se erigió en portavoz con el sector chaconista para evitar que las tensiones Rubalcaba/Chacón hicieran encallar los acuerdos. Mientras Rubalcaba seguía centrado en desactivar el tridente autonómico, en la otra sala, José Zaragoza y Carmen Chacón amenazaban a López con "abstenerse en la votación" si no se lograba hacer valer el 48% de los votos logrados por la socialista catalana. Algo "insólito" para el equipo de Rubalcaba, que se mostraba inflexible en "no ceder ante el PSC, cuya Ejecutiva no tiene representantes nacionales del PSOE, y que no tiene por qué estar más representado que Extremadura".
Por otra parte, los adláteres chaconistas aseguraban que había "oscuras maniobras del felipismo y el guerrismo" amenazando con trapos sucios a los delegados andaluces que les debían sus cargos de representación en la actualidad. La mismas denuncias que se le había achacado a Griñán, se adjudicaban ahora a Felipe González y Alfonso Guerra quienes, según el PSC, habrían llamado personalmente a los delegados andaluces. Algo poco creíble para el equipo de Rubalcaba: "Felipe tiene demasiado ego para llamar él personalmente".
Para completar el difícil sudoku, cerrar una alianza con Griñán, reconvertido al rubalcabismo en aras de la cuota de poder, debía compaginarse con premiar a las federaciones que habían prestado apoyo a Rubalcaba otorgándole la victoria. Federaciones como la valenciana, gallega, asturiana o cántabra. Allí se veían, insistentes hasta el final, a unos mendigantes Jorge Alarte y un Patxi Vázquez, secretarios generales de las dos primeras, que no veían satisfechos sus objetivos.
El cuadro se completaba con los paseos constantes entre un Jorge Alarte en horas bajas en su federación que compartía confidencias con Marcelino Iglesias, de quien Rubalcaba prescinde tras "el puñal" de haber apoyado a Chacón.
En el entorno de las cinco de la mañana, Griñán decía sí. Pero no fue hasta las 8:00 que salió del despacho de Rubalcaba, después de lograr éste desactivar el llamado "trío resistente" liderado por Chacón, cuya negociación con Óscar López y Elena Valenciano se prolongó hasta pasados treinta minutos del plazo para cerrar el acuerdo. La derrotada socialista catalana aceptaba la inclusión de dos de los suyos como vocales de la Ejecutiva: Esperanza Esteve y José Zaragoza. Pero la ofensiva que ahora emprende el sector chaconista se resume en una frase de esta mañana de un miembro del PSC: "Preparando la remontada".