Sólo Madrid y Londres podrán hablar sobre la soberanía de la colonia de Gibraltar, ya que España no reconoce al peñón y, por lo cual, no hablará de tú a tú con sus autoridades. Así de contundente se muestra el Gobierno, más aún después de que el titular de Exteriores, José Manuel García Margallo, enviara a su colega británico, William Hague, una carta a fin de reanudar las negociaciones.
“No caben en este tema negociaciones de carácter tripartito. Se habla de Estado a Estado”, sentenció Soraya Sáenz de Santamaría. El objetivo prioritario del Ejecutivo es que los ciudadanos de ambos lados de la verja no se vean perjudicados, pero sin obviar el “Gibraltar español” que ha vuelto a hacer famoso el ministro del ramo.
Vaya por delante que la administración da por muerto el Foro de Diálogo en el que también participaba la colonia, y que fue puesto en marcha por el Gobierno socialista. Si se habla de las condiciones de vida de la población local, aseguró por dos veces la portavoz, pero tendrán que ser las autoridades del Campo de Gibraltar y de la Junta de Andalucía las que participen. “En esas conversaciones, deben estar los representantes de ambos lados y no solo los de una de las partes”, remató.
Esta firmeza coincide con el primer encuentro que Mariano Rajoy tendrá como presidente con David Cameron, que recientemente hizo unas polémicas declaraciones sobre el peñón. En Moncloa admiten que éste es el único punto de discrepancia con el primer ministro británico, y de ahí que es previsible que quede excluido de la cita, que se desarrollará en un marco estrictamente económico: el Consejo Europeo del próximo lunes.
Ahora bien, cuando sí se tocará el conflicto será en el marco de la visita que el presidente español tiene previsto realizar a Londres, cumpliendo así con su amplia agenda internacional. No obstante, aún no hay fecha cerrada. Otra cita a apuntar en rojo es el desplazamiento a Madrid, el próximo miércoles, del ministro británico para Europa, David Lidington.
Sea como fuere, si algo dejó claro Sáenz de Santamaría es que la postura del gabinete en este sentido es inamovible. No admite discusión.