Entre la satisfacción -incluso el júbilo, de los más acérrimos- y el alivio. No se ha vivido igual en la Comunidad Valenciana y en Madrid, claro está, si bien la sensación generalizada es la de acabar con un lastre que resultó demasiado pesado. Tanto que, poco después de ganar por abultadísima mayoría absoluta las elecciones, Francisco Camps tiró la toalla, y dicha decisión es ya irreversible.
Puede que con el "no culpable" debajo del brazo, el expresidente vaya a la puerta de Mariano Rajoy entonando el qué hay de lo mío -se habló en su día de la embajada ante la Santa Sede, a la espera de un nombre-. Si bien, de momento, la conversación que ambos mantuvieron tras el fallo fue para congratularse de que todo saliera según lo previsto.
Públicamente, María Dolores de Cospedal puso voz a la valoración oficial de la dirección nacional, incluyendo a Ricardo Costa, que llegó a perder su carnet de militante. "¿Quién repone ahora la honorabilidad de ambos, sometidos a juicios especiales, sumarísimos y paralelos?", se preguntó, en una improvisada comparecencia en la sede del PP de Toledo.
La secretaria general, clave en la depuración de responsabilidades políticas en el marco del caso Gürtel, añadió que "algunos, particularmente el PSOE, deberían pedir excusas y recapacitar" y transmitió "el apoyo, el cariño y la alegría del PP" al llegar al fin "de este tortuoso camino".
Ahora bien, junto a esa satisfacción, lo que más transmiten los cuadros de Génova es prudencia y la impresión de que el expresidente no volverá a la primera línea de la vida política. Tampoco Costa, pese a que su comportamiento fue escrupuloso desde que le readmitieran en la formación.
"Esta decisión reafirma la fortaleza del Estado de Derecho", recalcó el alicantino Federico Trillo, coordinador de Justicia de la formación. "Tras tres años de acusaciones se han demostrado esas falsedades", declaró a la agencia EFE.
El sucesor de Camps al frente del Gobierno valenciano, Alberto Fabra, fue aún más enérgico al destacar la "liberación personal" para Camps y Costa. "El fin de un mal sueño que ha dañado gravemente la imagen de la política de la Comunidad Valenciana y sus instituciones", concluyó.