No se porqué, pero a un servidor, lo de flexibilidad penitenciaria, le suena igual que flexibilidad sexual, o por decirlo sin eufemismos, puterío puro y duro.
A estas alturas, todos sabemos que la política penitenciaria Española está lo suficientemente emputecida como para que sea posible que el Gobierno de turno haga mangas y capirotes con los penados. Desde dejarlos libres para que puedan cruzar a su perrita en Katmandú, hasta darles la condicional para que cuiden de su madre enferma que correrá el próximo domingo el maratón. Sin embargo, por lo que se ve, a los señores nacionalistas no les parece suficiente y exigen más. Lo que me recuerda que entre los Etarras; los Albertos; los Veras; los Nuñez; los narcos voladores y los Sáenz, la aplicación de la Ley, sigue siendo para los de siempre desde tiempos de mi abuelo. Es decir, para los robagallinas de toda la vida.