Rajoy apela a la unidad y no se olvida de las víctimas
Rajoy echó mano del patriotismo para apelar a la unidad y al diálogo. Codo con codo. Solemne, afirmó: "No hay españoles buenos y malos".
Mariano Rajoy llegó solo, concentrado, sin hablar. No buscó la fotografía; no es su estilo. Entró por una puerta del Congreso de los Diputados habitualmente utilizada por los trabajadores de la casa, periodistas y diputados rasos. Apenas llevaba séquito, salvo el de seguridad, y ni siquiera éste hacía presagiar al ciudadano que estaba ante el futuro presidente de la nación.
En su maletín, un discurso con dieciséis folios y, en ellos, su plan de regeneración. De un sacrificio que acaba incluso con algo tan español como los puentes, trasladando las fiestas a los lunes, excepto las de mayor arraigo patrio. Atravesó la puerta B del palacio de la Carrera de San Jerónimo media hora antes del inicio de su intervención, justo a medio día. En su despacho aguardó los últimos minutos, acompañado de su circulo más íntimo de asesores y de dirigentes clave como María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.
No dejó, en ningún caso, el talante serio. Un hombre de Estado para un país en depresión, no sólo económica. Que, como bien le gusta decir cuando anda más relajado, necesita “un chute de energía”. Y, por fin, pasados unos minutos de las doce, subió a la tribuna. No defraudó. Sólo unos privilegiados en un mar de turbulencias: los pensionistas, que verán actualizar el dinero que perciben con el IPC del próximo uno de enero. Y dos primeros titulares ejemplo de la cruda realidad: compromiso de reducir el déficit público en 16.500 millones el próximo año y fin a las contrataciones en todo el sector público, a excepción de los cuerpos de seguridad y los servicios públicos básicos.
Referencia a las víctimas del terrorismo
Entrando en materia, Rajoy solicitó la confianza de la Cámara en los términos que prevé el artículo 99 de la Carta Magna, y lo hizo llevando a las víctimas del terrorismo a su primera referencia; especial gesto en un hemiciclo en el que también estaban los diputados de Amaiur y que no llevaba en su primer boceto de discurso. Lo decidió a última hora. Su segunda mención, en calidad de forma de actuar para los próximos cuatro años: “Una sincera voluntad de diálogo y cooperación con las distintas fuerzas política que, por voluntad de los españoles, se encuentran aquí representadas”.
El inminente jefe del Gobierno expuso para conocimiento general las líneas esenciales del proyecto que pretende ejecutar, a grandes rasgos un calco de su programa electoral, lo que dice mucho de su previsibilidad, que también lleva por bandera. También hubo silencios; temas guardados en el cajón como la política antiterrorista o las irregularidades demostradas en el marco de las investigaciones del 11-M. “No cabían cuando tenemos que ir a lo inmediato”, justificó su entorno.
Por ello, y volviendo a la intervención, de lo que Rajoy habló fue de un “punto y aparte, de una nueva página de la historia de nuestra democracia”, y que pasa por dos grandes objetivos: “La primera, estimular el crecimiento y potenciar la creación de empleo” y “la segunda tarea, asegurar la plaza que le corresponde a España, y a los españoles, en el mundo que surja de esta crisis y que no será ya el que hemos conocido hasta ahora”.
Su primer mensaje de esperanza, y no fueron pocos, fue observar la coyuntura actual como una oportunidad: “Hemos de hacer reformas, sí, grandes reformas, pero debemos hacerlas pensando en algo más que reducir el déficit, crear empleo, corregir nuestro modelo educativo o asegurar nuestra atención sanitaria. Tenemos que mirar más lejos y más alto, pensar en lo que España necesitará, no el año que viene o el siguiente, sino en los próximos veinte años”.
El discurso más patriótico
Si algo fue Rajoy, en este histórico diecinueve de diciembre, fue patriótico. Porque, utilizando sus propias palabras, ve en España -en el conjunto nacional- la solución. O, como también él diría, un país que rema unido en la misma dirección. “No hay españoles buenos y malos, habrá españoles, todos iguales”, exclamó, provocando una cerrada ovación de los suyos.
Una “doble tarea”, económica y como nación. “Vamos a demostrar que los españoles somos capaces de crear empleos, pagar nuestras deudas y sostener una sociedad civilizada”. “Han de ser los españoles, y no el Gobierno, los motores del cambio, los protagonistas de la reforma, los agentes de la recuperación. El futuro de España es cosa de todos y cada español debe tomarlo como cosa suya”, ensalzó un político que convirtió cada frase en titular y que llegó a hacer saltar las lágrimas a algunos de quienes ocupan la bancada azul.
El drama del paro
Emoción porque “la tarea del Gobierno no consiste en suplantar a la nación, sino en coordinar sus esfuerzos y facilitar sus tareas”. Y en ello se centró Rajoy en su puesta de largo, tras recalcar que no es rencoroso. Que en el diagnóstico expuesto “no hay voluntad de mirar atrás ni de pedir a nadie responsabilidades, ya que han sido sustanciadas por las urnas”.
Y en ese diagnóstico, lo primero que hizo fue traer a colación una cifra, la “más dramática de las que definen hoy nuestra situación económica y social”. Esos 5.400.000 españoles que buscan trabajo y no lo encuentran. Una tasa que roza el 23% de la población activa y que, en el caso de los jóvenes, se eleva más allá del 46%.
Otro dato: el desequilibrio entre ingresos y gastos del conjunto de las administraciones públicas se saldará este año, si las previsiones del Gobierno son certeras -y el PP no lo cree- con más de 65.000 millones de euros de déficit, un 6% del PIB. Traducido: habrá que reducir en 16.500 millones de euros el desfase y “ese es el objetivo, ese es nuestro compromiso y a él nos vamos a atener”, sentenció Rajoy.
Tras una retahíla de datos negativos, el jefe de los populares dejó claro que no es “un ejercicio de masoquismo” sino de realismo. “Se equivocan totalmente aquellos que piensan que España no será capaz de hacer las reformas que necesita para tener éxito en la Europa del Euro”, añadió, a cual píldora positiva. Rajoy trufó su intervención de ellas en constantes ocasiones, dando una cal y otra de arena.
La Ley de Estabilidad Presupuestaria
El Gobierno acometerá con urgencia tres ámbitos de reforma. La primera, la de estabilidad presupuestaria, que incluye una Ley de Estabilidad Presupuestaria para este mismo mes de enero. En segundo lugar, culminar “de forma efectiva” el proceso de saneamiento del sector financiero y, por último, desarrollar las reformas estructurales a fin de una economía “más flexible y competitiva”.
Un paquete de reformas y una premisa, ya avanzada en la última Junta Directiva Nacional del PP: “Una administración, una competencia”. O, en otras palabras, “primar la austeridad, lograr una mayor eficiencia y evitar las duplicidades”.
Una plan de acción que, admitió Rajoy, demanda de la adopción de un calendario de actuaciones inmediatas, a lo que se pondrá el primer Consejo de Ministros, fechado para este mismo viernes. La primera tarea: dar cobertura “al vacío legal y la inseguridad jurídica generados por la falta, tanto de Presupuestos como de una prórroga explícita” de los mismos. Y de ahí que, en la citada reunión, se aprobará un Real Decreto-Ley de medidas urgentes en este sentido, a fin de ratificar el compromiso de control de déficit público.
Segundo objetivo, una vez puesta esta base: presentar el cuadro macroeconómico del país, con unas previsiones de crecimiento reales, incluido el techo de gasto. Y una advertencia: “No podemos descartar la necesidad de adoptar, en el futuro, nuevas medidas en el ámbito presupuestario”.
Fin a las duplicidades
Se le reclamaban medidas concretas, y las hubo. Sobre la reforma administrativa, anunció que se llevará a cero la tasa se reposición de personal del sector público, salvo en los Cuerpos de seguridad y servicios públicos básicos. Además, habrá una masiva reestructuración y supresión de organismos autónomos, agencias y otras entidades públicas. Todas las partidas contarán con reducciones.
Rajoy da máxima importancia a la reforma del mundo de la banca, y no disimula el camino: saneamiento de los balances y más fusiones para conseguir un mapa bancario con “entidades suficientemente sólidas”. En este punto, un anuncio importante: el cambio del sistema de supervisión y regulación del Banco de España, que lo agilice y tecnifique, evitando “las indecisiones y bloqueos que lo han caracterizado”.
Plan especial para los jóvenes en paro
No hubo novedades sobre la profunda reforma laboral que el Ejecutivo pretende, más allá que la confirmación de un plazo a los diferentes agentes sociales: sus propuestas y consensos tienen que estar encima de la mesa en la primera quincena del próximo mes. Sí que avanzó un ambicioso plan de empleo juvenil que supondrá la reforma del sistema de formación profesional así como una bonificación al 100% de las cotizaciones de la Seguridad Social durante el primer año en el caso de la contratación de menores de 30 años que accedan a su primer empleo.
En cuanto a las medidas fiscales, la letra de la música también se escuchó en campaña, si bien se corroboran ahora como planes firmes del Ejecutivo. Con la Ley de Apoyo a los Emprendedores se gana a las Pymes y Autónomos y destacó Rajoy una ayuda por importe de 3.000 euros por la contratación del primer trabajador. Se acometerán reformas del impuesto sobre sociedades, en el IRPF y se modificará la fiscalidad de los beneficios no distribuidos.
Reformas concretas
Las reformas estructurales y de competitividad supusieron otro tronco de su discurso, y que se simplifica con los siguientes titulares:
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Pacto por la estabilidad y la eficacia.
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Nuevos modelos de gestión de las televisiones públicas.
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Ley para el refuerzo de la independencia de los organismos reguladores.
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Refuerzo por ley de los controles previos y de las responsabilidades de los gestores públicos.
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Reforma de la ley de subvenciones que elimine las nominativas y defina criterios homogéneos para su concesión.
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Ley de transparencia, buen gobierno y acceso a la información pública en el primer trimestre de 2012.
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Profunda reforma del Tribunal Constitucional, destacando el recurso de amparo y el recurso previo de inconstitucionalidad.
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Cambios en el modelo educativo, aumentando en tres los años de bachillerato.
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Pacto por la Sanidad con todos los partidos, administraciones públicas y profesionales implicados.
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Ley de servicios básicos.
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Suprimir la prejubilizaciones, salvo circunstancias muy excepcionales.
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Impulsar un sistema de reconocimiento mutuo de autorizaciones y licencias.
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Reforma del sistema energético.
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Apoyo a la innovación empresarial.
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Plan Integral de Turismo.
Titulares a los que acompañarán en los próximos días un reguero de informes, de documentos, pues avanzan en el PP que si algo ha hecho Rajoy en los últimos meses ha sido prepararse para el gran reto, en un contexto de grandes dificultades.
Política exterior
Dejando apartado el plano más económico, pero íntimamente vinculado, el futuro presidente dedicó un especial apartado a la política exterior, a la que dedicará una particular enmienda a la totalidad. “Pondremos en marcha una política activa en la UE, influyendo en sus decisiones, aportando soluciones y liderazgo, y comprometiéndonos con un euro estable”. Y todo ello “buscando la interlocución permanente con el principal partido de la oposición”.
También antes de terminar, su “reconocimiento y homenaje a las mujeres y hombres que integran nuestras Fuerzas Armadas”. Una “de nuestras fortalezas como país y uno de los instrumentos que mejor contribuyen, a veces, a un precio personal altísimo, a preservar la paz y la seguridad en las distintas zonas del mundo”.
No hay dos Españas
Rajoy solicitó la confianza de las Cortes para una tarea difícil, pero que considera que puede cumplir. Sabe que la historia no le evaluará por intentarlo, sino por conseguirlo. Cree que podrá lograrlo. En su mente, los jóvenes: “Me preocupa que piensen, por primera vez en nuestra democracia, que la vida les trate peor que a sus padres”. Y no se resigna: “No estoy dispuesto a aceptar que haya en España una generación que pudiera perderse porque encuentra cerradas todas las puertas”.
Sin dejar el tono serio, solemne, de ese hombre que siempre creyó que el puesto de presidente le viene como anillo al dedo, dio las pinceladas finales de un cuadro al que llama “recuperación nacional”. Pero antes “es preciso detener este despilfarro de riqueza y de energía” además de hacer “todo aquello que pueda enturbiar las aguas de nuestra convivencia”.
Fue su perfil más político en un discurso en el que sólo hubo economía. “Para mi gobierno no habrá españoles buenos o malos. Habrá españoles. Todos iguales, todos necesarios, todos dignos de respeto, todos capaces de ayudar en la tarea común”. A esos conciudadanos les ofrece verdad, pese a lo cruda que pueda ser. Sin florituras. “Un escrupuloso respeto” a esa máxima, a la que unir otras dos: diálogo y austeridad. Fueron sus palabras más repetidas en una locución que abre una nueva etapa política.
“Convoco a todos y reclamo, con humildad, la ayuda de todos, al tiempo que ofrezco defender la unidad, dialogar sin cansancio, asegurar la justicia en el reparto de las cargas, y mostrar siempre la verdad traiga el color que caiga”. Un resumen, una declaración de intenciones, en un escenario que no traerá “halagos y lisonjas”.
Y en su último compás, su petición a los españoles: “A veces, cuando las nubles de la pesadumbre ocultan el cielo, parece que somos incapaces de ver otra cosa, incluso de imaginar que puedan desaparecer. Desaparecerán. Sabemos que desaparecerán (…) España será lo que los españoles queramos que sea y se situará en el puesto que nuestros hechos la coloquen”. Rajoy cree en una España despierta, marcada por el “esfuerzo, la tenacidad y la confianza”. Y por ello, echó mano del protocolo, para rematar: “Ese es mi empeño, señorías, y para ella reclamo la colaboración de todos y solicito la confianza de la Cámara”. De facto, convierte a su Gobierno en una locomotora de acción y se da un trimestre para empezar a funcionar.
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