La reciente operación policial contra ‘Resistencia Galega’ ha hecho saltar las alarmas ante la posibilidad de que surja en Galicia una organización terrorista. Sin embargo, la desarticulación de este grupúsculo es el penúltimo capítulo de una historia de fracasos protagonizada por grupos marginales sin ningún apoyo social.
Hay que remontarse a los años 70 para encontrar el germen de lo que pudo haber sido pero, afortunadamente, nunca fue. Entonces la Unión do Povo Galego (UPG) –organización independentista marxista-leninista– aglutinaba el grueso del independentismo y competía con el PCE por liderar la lucha en la clandestinidad contra el régimen de Franco en Galicia.
Desde el comienzo de la década, algunos militantes eran partidarios de la ‘lucha armada’, pero la UPG nunca contó con una estructura ‘militar’ propiamente dicha, más allá de un ‘Frente Armado’, formado con la ayuda de ETA político-militar, que estaba integrado por apenas una decena de militantes y que perpetró varios atracos.
En aquellos años las relaciones con ETA eran fluidas y se produjeron varios encuentros clandestinos en Madrid, en los que también participaron representantes del Exèrcit Popular Català (EPOCA), embrión de Terra Lliure. En París la UPG y ETA pm mantenían una estrecha colaboración y llegaron a participar en actos públicos conjuntos contra la dictadura de Franco.
La madrugada del 12 de agosto de 1975 la Guardia Civil mata en Ferrol al militante de la UPG Xosé Ramón Reboiras, más conocido como Moncho Reboiras –integrante de ese pequeño Frente Armado– tras un tiroteo en el que logran huir otros dos miembros de la UPG. La operación continúa con una importante redada en la que ‘caen’ varios militantes y provoca la huida a Portugal –donde se había producido la Revolución de los Claveles un año antes– de los principales dirigentes de la UPG.
A pesar de que Reboiras se convierte desde ese momento y hasta hoy en un mártir del independentismo gallego, su muerte no tuvo un efecto alentador de la ‘lucha armada’, sino todo lo contrario. La cúpula de la UPG se vio obligada a poner encima de la mesa un debate que existía en el seno de la organización desde comienzos de 1970. La muerte de Franco, el comienzo de la transición a la democracia con la aprobación de la Ley de Reforma Política y las carencias logísticas de la propia organización reforzaron la posición de quienes defendían las vías políticas y el abandono de cualquier actividad armada.
Así, en 1976 la UPG impulsa junto a otros pequeños partidos nacionalistas el Consello das Forzas Políticas Galegas, que redactará las Bases Constitucionais, documento que reivindica el derecho de autodeterminación para Galicia y supone una ‘hoja de ruta’ para la defensa de los postulados independentistas en el ámbito institucional de la todavía embrionaria democracia española. Nace el Bloque Nacional Popular Galego como marca electoral de la UPG que desembocará en 1982 en el actual Bloque Nacionalista Galego. En los primeros años de la democracia la UPG vota en contra del Estatuto y se mantiene en posiciones muy radicales, estrecha sus relaciones con Herri Batasuna y no condena los atentados de ETA, pero se mantiene al margen de la actividad terrorista. En 1986 el BNG culmina su particular transición cuando Xosé Manuel Beiras obtiene su primer acta de diputado en el Parlamento de Galicia y jura la Constitución.
Pero este tránsito hacia la integración en el sistema democrático e institucional, estuvo plagado de escisiones de los sectores más radicales que en algunos casos derivaron en la formación de pequeñas organizaciones de carácter terrorista. La más importante es la encabezada por el poeta Xosé Luis Méndez Ferrín –actual presidente de la Real Academia Galega. En desacuerdo con la opción de la UPG por las vías exclusivamente políticas plasmadas en las Bases Constitucionais, abandona la organización en 1977 para fundar el Partido Galego do Proletariado, que en 1980 desemboca en la Galiza Ceive-Organización de Liberación Nacional, que actuará como brazo político de la organización terrorista Loita Armada Revolucionaria (LAR).
LAR comete su primer atentado el 28 de julio de 1978 con la quema de varios camiones en Santiago de Compostela. También perpetró varios atracos a sucursales bancarias y colocó explosivos en las obras de la Autopista del Atlántico, en septiembre de 1979. En 1980 LAR es desarticulado por la Policía. Méndez Ferrín y otros miembros de la organización son detenidos y encarcelados, acusados de "constituir un grupo armado que persigue la independencia de Galicia".
En 1984, el que fuera líder de LAR, Antón Arias Curtos, funda con otros militantes de Galiza Ceive-OLN y ex militantes de la UPG el que será el más importante grupo terrorista del independentismo gallego: Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive EGPGC (Ejército Guerrillero del Pueblo Gallego Libre). Entre 1986 y 1991 perpetró cerca de noventa atentados, la mayoría de ellos contra torres de alta tensión de Unión Fenosa en zonas deshabitadas.
Sus atentados más conocidos tuvieron como objetivo el chalé de Manuel Fraga en la localidad de Perbes (La Coruña) en 1988 –sin daños personales– y la discoteca Clangor de Santiago de Compostela –un local mítico de la 'movida universitaria' en los 80– el 12 de octubre de 1990. Este último pudo ser una auténtica masacre. Los terroristas pretendían explosionarla cuando estuviese vacía, ya que consideraban la discoteca como un centro de distribución de droga. Pero las vibraciones producidas por la música provocaron la detonación del explosivo con el local lleno, cuando estaban colocando la bomba. Murieron los dos terroristas y otra persona, y otros 49 jóvenes resultaron heridos. La otra víctima mortal en la nefanda historia de este grupo fue un guardia civil asesinado en el municipio coruñés de Irijoa en 1989. El EGPGC desapareció en 1993, tras ser desmantelado completamente por la Policía y la Guardia Civil.
El último episodio terrorista relevante estuvo protagonizado por la Asamblea da Mocidade Independentista (AMI). Nació en 1993 como rama juvenil de la Asamblea do Povo Unido (APU) –brazo político del EGPGC– pero tras la disolución de éste en 1995 continuó con su actividad de forma independiente. El 24 de julio de 2005, víspera del día de Galicia, dos integrantes de este grupo colocaron una potente bomba en la sede de Caixa Galicia en Santiago de Compostela, en el centro de la ciudad. La bomba causó importantes daños materiales pero milagrosamente –explotó en pleno día– no hubo que lamentar heridos. Los responsables del atentado fueron detenidos, juzgados y condenados en la Audiencia Nacional a tres y cinco años de cárcel.
En 2006 toma el relevo el grupúsculo denominado Resistencia Galega, que según las fuerzas de seguridad tiene su vivero en la AMI. Ha reivindicado varios atentados con artefactos explosivos de escasa potencia que han ocasionados pequeños daños en sedes de los partidos políticos y empresas constructoras, hasta su reciente desarticulación.
Todos estos grupos tienen en común su marginalidad política y social. En Galicia el nacionalismo, y mucho más el independentismo, ha sido siempre minoritario y su influencia tan solo ha sido relevante en el ámbito cultural y folclórico, pero no en el político-ideológico. La idea de ‘un conflicto con España’ no ha calado en una sociedad que ha dado la espalda a las opciones rupturistas. Sin un fuerte respaldo social, como el que ETA tiene en el País Vasco, el recorrido de los sucesivos conatos de importar el terrorismo a Galicia, ha sido y es prácticamente nulo.