Reflotar la marca España, devolver al país a la primera división del contexto internacional. El objetivo se antoja arduo y complicado, más aún cuando en las últimas dos legislaturas "nuestro mayor mérito -se duele el PP- ha sido la Alianza de Civilizaciones". Mariano Rajoy no ha dudado en mostrar en varias ocasiones su frustración por las gestiones del gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero en política exterior, materia que considera capital para transmitir un mensaje de confianza en nuestro país.
Cuando aún distaban varios meses para que se celebraran los comicios nacionales, el candidato a presidente se preguntó en conversación informal: "¿Quién nos tiene en cuenta?". Y se quejó, a renglón seguido, de las órdenes y contraórdenes protagonizadas por el Ejecutivo, como "principal obstáculo" para que el territorio nacional remontara. "Dos o tres ideas claras, que entienda todo el mundo", es su filosofía, según traduce su cinturón político.
En junio de 2010, en el transcurso de una cumbre del PP europeo en el castillo de Bouchout de Bruselas, más de un colega de siglas en el poder le transmitió su "desprecio" por Zapatero. "Es el verdadero problema de España", le vinieron a decir, según fuentes conocedoras del encuentro. Entonces, como cada vez que ha escuchado comentarios parecidos, Rajoy siempre ha reflexionado que una cosa es el Gobierno y otra el país, "una gran nación".
Reuniones decisivas en Marsella
Ahora, es el momento de que lo demuestre. Los próximos siete y ocho de diciembre son decisivos en el resurgir de España. En esas cuarenta y ocho horas se reunirá con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner; con la canciller alemana, Ángela Merkel; el presidente galo, Nicolás Sarkozy; y saludará ya como presidente electo a todos los altos mandatarios de la familia popular. Será en Marsella, y el equipo que dirige Jaime Mayor Oreja -líder del PP en la Eurocámara- admite que Rajoy está llamado a convertirse "en el gran protagonista, del que estén todos pendientes".
El inminente jefe del Ejecutivo le da máxima relevancia a esta cumbre, ya que en ella espera cerrar el círculo de sus cuatro grandes prioridades: control del déficit público (consiguió un compromiso expreso de los presidentes autonómicos del PP), reforma laboral (urgió a los agentes sociales a alcanzar un principio de acuerdo antes de la segunda semana de enero), financiera (entabló conversaciones con los grandes de la banca) y, por último, la "batalla" europea, que tiene la primera gran contienda en suelo francés.
Pero, además de aportar esa píldora de seguridad que acabe por relajar del todo a los mercados, Rajoy quiere más; pretende que España vuelva a brillar, que "se la vuelva a respetar, a tener miedo -en el buen término de la palabra- cuando vaya a Bruselas", según sus propias palabras. Si hay una UE a dos velocidades, tratará de estar con los más potentes. Si se mantiene el formato actual, opción preferente, busca unirse al grupo de los que toma decisiones
La Fundación FAES, que dirige José María Aznar, recuerda cuando esto ocurría, en el periodo entre 1996 y 2004. Aún hoy, el expresidente ayuda mucho en este sentido, pues su tejer internacional no ha dejado de crecer, siendo reclamado constantemente por medio mundo para que ofrezca su diagnóstico del cambiante contexto internacional.
El mensaje a Estados Unidos
Europa, pero también América. Para afianzar el papel de la patria con las que un día fueron colonias, Rajoy esperará al encuentro que se celebrará en Cádiz ya en 2012. Pero, qué duda cabe, Estados Unidos es el otro gran aliado. "La Alianza Atlántica", dice machaconamente el jefe del PP, que considera uno de los grandes manchones de la marca ZP cuando éste se quedó sentado al paso de la bandera norteamericana.
Según las fuentes consultadas, a Geithner no sólo le asegurará que en España tiene un país en el que confiar, sino también que es "desde ya" un interlocutor preferente. "Un aliado que siempre estará ahí, con el que puede contar con lo que necesite". De hecho, el gabinete de Rajoy trabaja para que una de sus primeras visitas al extranjero sea a Washington.
A todo ello se dedica estos días el presidente electo, que por primera vez ha dejado Madrid para trasladarse a su tierra, a Pontevedra. "Tenemos que ser rápidos y ágiles en la toma de decisiones", afirmó tras visitar la sede del PP de esta ciudad, donde también recalcó que la salida de la crisis "no es tarea de un solo Gobierno, sino de toda la nación".
Ahora bien, "aunque las cosas no van a ser fáciles, tenemos las cosas claras", zanjó Rajoy. Y al hilo, en Génova vuelven a la política internacional para poner como ejemplo de buen hacer la cita mantenida con Nick Clegg, número dos del Ejecutivo británico. "Se puede confiar en la España de Rajoy", fue la reflexión del mandatario extranjero, a la par que abrazó la idea de una alianza fuerte porque "hay muchas empresas españolas que invierten en el Reino Unido y al revés, y somos dos grandes países en la UE". Éste es el camino, según el PP, que recuerda que el PSOE, con su silencio, le está respaldando.