Menú

Una campaña dual: Rajoy mirando a Moncloa y Rubalcaba, a Ferraz

Será recordada por enterrar el mito de Rubalcaba como político inteligente, extremadamente hábil, capaz de darle la vuelta a todas las previsiones.

Salvo cataclismo inesperado o sorpresa mayúscula, el PP obtendrá el 20-N una holgada mayoría. Las dos semanas de campaña terminan como empezaron. Con una amplísima ventaja de Rajoy en todas las encuestas y un Rubalcaba al borde del mayor descalabro en la historia del PSOE.

Nada ha cambiado en estos quince días, que tenían su punto álgido, a priori, en el cara a cara televisivo de los candidatos el día 7 de noviembre. Los socialistas, pocos, que aún albergaban alguna esperanza de darle la vuelta a los pronósticos habían marcado esa fecha en el calendario como el día decisivo. Todo lo confiaban a la supuesta sagacidad de Rubalcaba y su tan manida brillantez en el cuerpo a cuerpo. Pero la burbuja se pinchó nada más comenzar el debate. Lejos del mito, Rubalcaba apareció nervioso e inseguro, asumiendo ya el rol de perdedor interpelando a Rajoy, cual líder de la oposición frente al ya presidente del Gobierno. Error, para algunos; estrategia, para otros.

Acababa de empezar la campaña del 20-N y Rubalcaba ya estaba jugando el partido del 21-N. El desarrollo posterior de la campaña confirmó este diagnóstico. Los mensajes del candidato han ido dirigidos a la parroquia socialista, con la vista puesta en la lucha por el control del partido que se desencadenará la misma noche electoral. Zapatero es todavía secretario general y esa es, perdidas las elecciones, la verdadera batalla sucesoria.

En este escenario, también movía ficha su principal rival en la carrera sucesoria, Carmen Chacón –forzada por el partido, tras las maniobras de Rubalcaba, a retirar su candidatura a las frustradas primarias para designar el candidato. La candidata del PSC por Barcelona no había dicho su última palabra, en aquella comparecencia llorosa en la que anunciaba su retirada. El miércoles, a cuatro días de las elecciones, al recordarle su frase de que una mujer y catalana puede liderar el PSOE, expresaba su "sorpresa" por el revuelo que se generó en febrero cuando dijo aquello de que "España está preparada para una presidenta catalana" y añadió "a ver quién se atreve a decir lo contrario".

Sólo un día después, Chacón y Rubalcaba trataban de escenificar una unidad que ni ellos mismo se creen, cuando entre risas se intercambiaban "mimitos" en un acto conjunto en Barcelona.

Si en esta campaña las cosas han ido de mal en peor para Rubalcaba, lo mismo se puede decir para España. El jueves 17 de noviembre será recordado como el día en el que la prima de riesgo española rebasó los 500 puntos básicos. A sólo tres días de unas elecciones que supondrán el fin de ocho años de zapaterismo, España se asomaba al precipicio, como epílogo a la peor etapa de nuestra historia democrática.

La situación, de auténtica emergencia nacional, cogía a los partidos enfrascados en la campaña electoral con la vista puesta únicamente en las elecciones. PSOE y PP no se movían ni un ápice de sus inmutables estrategias electorales. Rajoy está atado de pies y manos. Es ya virtualmente el presidente del Gobierno pero no tiene capacidad de maniobra y, además, su estrategia le impide concretar las medidas económicas que tomará una vez llegue al Gobierno.

Zapatero, el todavía presidente del Gobierno y Rubalcaba, los responsables políticos del desastre, se han limitado a ponerse de perfil y suplicar ayuda al Banco Central Europeo como si la cosa no fuera con ellos. El candidato socialista se ha desvinculado completamente de los gobiernos a los que él mismo perteneció y ha apostado por una campaña en la que le sitúa al margen de la realidad.

Todo ha contribuido a la sensación de vacío de poder que se alarga desde que Zapatero anunció en julio que convocaría elecciones en noviembre. Pero la agonía puede continuar un mes más, sin no se adelantan los plazos establecidos para la constitución del nuevo Congreso –prevista para el 13 de diciembre– que retrasaría la toma de posesión del nuevo Gobierno hasta casi el año próximo.

Finaliza así una campaña que poco bueno ha aportado a la nación. PP y PSOE han sido los protagonistas principales, pero no los únicos. El 20-N podría suponer la reaparición con fuerza de Izquierda Unida y un salto cualitativo para fuerzas emergentes como UPyD. También esperan conseguir representación otras formaciones nuevas como Foro Asturias y Ecquo. La banda terrorista ETA ha estado presente una vez más en las elecciones. Con su comunicado a pocos días del inicio de campaña han querido impulsar a nueva marca política Amaiur, que podría conseguir un grupo parlamentario. Sin embargo, a pesar de los intentos del PSOE por, una vez más, utilizar el terrorismo como argumento electoral, la virulencia de la crisis ha pesado mucho más en la opinión pública que el ‘cese definitivo’ de ETA.

Temas

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 7 comentarios guardados

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura