El Principado de Asturias volverá a ser la plaza electoral más complicada por Mariano Rajoy. En los comicios autonómicos y locales, el pulso lo ganó Francisco Álvarez Cascos, que se convirtió en presidente de la región relegando al PP como tercera fuerza en el Parlamento.
Las elecciones generales son una nueva batalla. Sólo se puede entender en estos términos, habida cuenta de que los populares han conseguido pactar con el PAR de Aragón y UPN de Navarra, pero ni tan siquiera lo intentó con Foro, a pesar de que Cascos compartió con Rajoy, además de siglas, espacio en el Gobierno de José María Aznar.
Un choque que, en esta ocasión, Génova cree que se saldará a su favor. Según fuentes de la dirección nacional, existen sondeos internos que le dan al PP cuatro diputados, exactamente los mismos que en 2008. Esto supondría que FAC no alcanzaría ninguno, mientras que el PSOE se quedaría con otros cuatro.
Dicho lo cual, los populares trabajan con otro escenario, el de que, “como máximo”, FAC obtuviera un representante, estando por ver si cae del lado de los populares o de los socialistas. A tenor de que “la base electoral por la que peleamos es exactamente la misma, son buenos resultados”, dicen las fuentes consultadas.
Con estos datos en el bolsillo, Rajoy consiguió exponer músculo político al abarrotar el Palacio de Congresos de Oviedo; la magnánima obra de Calatrava que Gabino de Lorenzo exhibe con orgullo. Más de cuatro mil simpatizantes abarrotaron las instalaciones, y fueron muchos los que se tuvieron que quedar de pie. Su primer mensaje fue en clave interna, y a colación con las encuestas: “Vamos a ser la primera fuerza política en Asturias”.
El candidato nacional, al igual que Mercedes Fernández -cabeza de lista por Oviedo-, mentó a Winston Churchill para solemnizar que el PP regional “no se rinde” y “gracias a la lealtad” de las bases “hemos renovado nuestro compromiso como un gran partido, que es el nuestro”. “Hemos vivido momentos peores, difíciles” pero “una vez más se puede decir con orgullo que tenemos la mirada limpia y la frente despejada”, sentenció.
“Aquí estamos una vez más”, jaleó, a modo de grito de guerra, si bien se negó a citar expresamente a su enemigo Cascos. Nadie lo hizo, ni siquiera De Lorenzo, mucho más comedido que en otras ocasiones. Rajoy espera que, en esta ocasión, sea él quien gane el pulso.