Cerca de la una de la madrugada, la sede de los socialistas en la calle Ferraz era una auténtica fiesta. Unos 500 militantes y simpatizantes socialistas habían acudido a partir de las 20:00 horas para seguir el debate electoral y nadie quería marcharse hasta confirmar que el rumor que circulaba en los corrillos -que 'Alfredo' venía a Ferraz- era cierto.
Y lo era. Alfredo Pérez Rubalcaba hacía su entrada en el cuartel general de los socialistas por un lugar poco transitado por el candidato: la puerta. Rubalcaba suele entrar por el garaje pero, en esta ocasión, protagonizaba la foto perfecta al ser aclamado por los 500 militantes presentes en Ferraz, como si de una fiesta sorpresa se tratara: "¡Presidente, presidente!". Él levantaba los brazos en señal de victoria mientras abrazaba, besaba y avanzaba entre la muchedumbre acompañado por su mujer, Pilar Goya.
Los periodistas se acercaban para intentar arrancarle una valoración más extensa que ese "tranquilo y satisfecho" que manifestaba a su salida del Palacio de Congresos. Hasta en cuatro ocasiones le preguntaban los periodistas: "Candidato, ¿cree que ha ganado el debate?" Pero se daba la vuelta para no contestar. Cuando el cerco mediático no le permitía escapatoria, había nuevo intento y nueva evasiva pero, esta vez, emitía algún sonido: "Como últimamente deciden por mí toda mi vida...", decía en referencia a que desconocía si debía hacer declaraciones.
En los corrillos, miembros del gabinete, asesores e incluso amigos personales del candidato mostraban su satisfacción y descarataban que el candidato hubiera estado "agresivo". "No, yo creo que no", decía Elena Valenciano. Su directora de campaña aseguraba incluso que cuando entró en la sala de los asesores tras el receso "no le dimos ningún consejo. No le hizo falta. Estuvo perfecto".
Sin embargo, algún miembro del Comité Electoral reconocía que "con como dan las encuestas, es todo un triunfo. Como está el percal, cualquier cosa que no sea perder ya es una victoria".