Evitaba ejercer de portavoz de Zapatero, con quien se reunía durante una hora y media, pero Íñigo Urkullu sí deslizaba algunas pinceladas sobre qué piensa el todavía presidente del Gobierno de este "nuevo tiempo político". "Está muy, muy satisfecho", decía el presidente del PNV, que le ha pedido "que siga empujando" y le ha agradecido que se hubiera arriesgado. "El reconocimiento personal que le he hecho al presidente del Gobierno por haberse arriesgado para que esto pudiera ser así. Se comprometió a hacerlo y lo hizo".
La llamativa referencia sobre el riesgo que asumió Zapatero en el pasado abría una incógnita que no despejaba el Gobierno. En su comparecencia posterior, Ramón Jáuregui echaba balones fuera en relación a qué había arriesgado el jefe del ejecutivo. Pero un desliz del ministro de Presidencia apuntaba en una dirección.
"Ha habido una combinación de factores de todo ámbito: judicial, fiscal, penal... la colaboración francesa, la eficacia de la policía... y todo ese conjunto de iniciativas y actuaciones han sido llevadas como consecuencia en gran parte del desarrollo del proceso de paz del 2006 y 2007".
La referencia a este último año llamaba inmediatamente la atención de la prensa por tratarse del periodo en que el Gobierno anunció la ruptura del proceso de paz y la negociación con ETA, como consecuencia del atentado de la T4 de Barajas. Las actas de ETA contradijeron hace meses la versión del Ejecutivo asegurando que la negociación continuó. Pero PSOE y Gobierno establecieron entonces la consigna de que "entre el Gobierno y ETA hay que creerse al Gobierno".
No habrá cambios antes del 20N
La hora y media de encuentro comenzó con un gesto. José Luis Rodríguez Zapatero no ha querido salir a recibir a Íñigo Urkullu a la puerta del edificio de Palacio del complejo de La Moncloa por tratarse de un líder de un partido político y no un presidente regional. Atrás quedaron las banderas, la foto en las escalinatas de Moncloa y el tratamiento de jefe de estado que le dio al antiguo lehendakari del PNV, Juan José Ibarretxe.
Una reunión en la que, sin embargo, la forma ha quedado completamente eclipsada por el fondo. El presidente del PNV ha puesto sobre la mesa sus exigencias: derogación de la Ley de Partidos, la doctrina Parot y acercamiento de presos al País Vasco. Exigencias que, según entiende Urkullu, son "medidas de excepcionalidad" que no tienen ya sentido tras el comunicado de ETA. También entiende que no se hagan de un día para otro: "No es una cuestión que tenga que resolverse hoy para mañana. De hoy al 20 de noviembre".
Lo que sí quiere para antes de los comicios es la excarcelación de los presos enfermos por una cuestión de carácter humanitario: "Sí creo que hay un aspecto que es el que afecta a personas privadas de libertad en situación de enfermedad pertenecientes a la organización terrorista. Creo que este es un aspecto humanitario. Creo que todo esto hay que trabajarlo. En este sentido yo he entendido del presidente del Gobierno español una asunción de responsabilidades del PNV".
Pero poco ha tardado el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui en descartar tajantemente estos cambios antes de las elecciones. "No va a haber ninguna variación. Quiero decirlo de manera tajante. No le corresponde ya a este Gobierno tomar iniciativas en este momento. Nosotros creemos que el respeto institucional que merece el momento que vivimos, a veinte días de unas elecciones, literalmente, que van a dar lugar a un nuevo gobierno y un nuevo Parlamento nos obligan a mantenernos en una posición de reserva".
Sin embargo, no ha aclarado cómo se puede combinar su afirmación con las voces dentro del Gobierno, como el ministro de Justicia, Francisco Caamaño y el de Interior, Antonio Camacho, que hablan de indultar a Otegi y de beneficios penitenciarios.
"Ya hemos dicho... estas cosas tienen que ser resueltas por los tribunales. Exclusivamente por ellos. Y no tenemos que hacer especulaciones sobre lo que a uno le gustaría más o le gustaría menos", concluía Jáuregui respondiendo a Libertad Digital.