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Gallardón, cargo de alcalde y lujos de faraón

Un mayordomo con sueldo de ejecutivo y ocho secretarias, son los últimos detalles sobre cómo el alcalde se rodea de lujos en su palacio de Cibeles.

Ni siquiera sus más acérrimos partidarios pueden incluir entre las virtudes de Gallardón la modestia o, menos aún, la austeridad. El por ahora alcalde, seguro diputado tras el 20N y previsiblemente ministro poco después, tiene un historial de gastos desde sus puestos de responsabilidad difícilmente igualable, y muchos de ellos no pueden sino clasificarse de suntuarios.

Los lujos se prodigan en distintos campos, sólo coinciden en una cosa: los paganos, que siempre son los contribuyentes.

Mayordomo y siete secretarias

En los últimos días hemos conocido algunos aspectos de esta propensión al despilfarro, relativamente menores en cuantía pero sumamente significativos. El primero, el mayordomo particular, como si el despacho del alcalde en Cibeles fuese una suite de lujo de un gran hotel de las que proporcionan asistencia 24 horas.

La noticia saltaba a las primeras páginas esta misma semana y corría como la pólvora en las redes sociales: Gallardón dispone de un empleado cuya única función es, al parecer, servir los cafés y las comidas de Gallardón, aunque desde el ayuntamiento se argumenta que participa también como camareros en otros actos en la institución.

Tan especializada tarea la viene realizando un profesional específico desde 2003. Al principio se fichó para ella a un maître de un prestigioso restaurante de Madrid que se jubiló en 2010. En ese momento, en lugar de aprovechar la oportunidad para ahorrar a los madrileños los más de 50.000 euros que cuesta este puesto de trabajo (el sueldo es de casi 40.000 euros anuales) se contrató a un sustituto.

Como la principal labor de este trabajador es servir al alcalde, cuando Gallardón está fuera del ayuntamiento (bien sea en un viaje bien en un acto oficial) el mayordomo disfruta de tiempo libre.

También en los últimos días se revelaba el pelotón de secretarias que tiene Gallardón a su disposición: cuatro funcionarias más cuatro trabajadoras eventuales (con sueldos significativamente más altos) que según el Ayuntamiento son "sólo" siete y atenderían a otras difusas tareas dentro de la estructura municipal. Los sueldos de todas ellas superarían los 280.000 euros, a los que habría que sumar el del mayordomo y los de los dos conductores al servicio del alcalde.

En total: 400.000 euros anuales para el servicio directo del alcalde.

Un palacio de 500 millones

Pero el mayor símbolo del poder despilfarrador de Gallardón es, sin duda, el traslado del Ayuntamiento al Palacio de Telecomunicaciones en Cibeles, un proyecto absolutamente personal con el que se presentó a las elecciones de 2003 y en el que, según las cifras más fiables, habría gastado cerca de 530 millones de euros sumando el valor de los inmuebles ofrecidos a cambio (entre ellos el espectacular edificio en la calle Alcalá que hoy ocupa el Instituto Cervantes) y la impresionante reforma realizada a posteriori.

En esta reforma se han incluido aspectos tan llamativos como una bóveda de cristal de cinco millones de euros o un espacio "chill-out" con muebles de 300.000 euros, por supuesto, tampoco se ha reparado en el dinero a la hora de completar el salón de plenos.

La justificación oficial para el descomunal gasto ha sido convertir parte del edificio en un nuevo centro cultural que el alcalde llegó a comparar con el Prado, el Thyssen o el Reina Sofía, pero que hasta el momento (fue inaugurado en marzo de este año) sólo ha ofrecido exposiciones temporales de un interés relativo.

Como otro detalle revelador, a pesar de que la propaganda oficial siempre ha dicho que la mayor parte del edificio estaba dedicado a la actividad cultural, las exposiciones dejan libre el suficiente espacio para que el alcalde tenga un despacho que, tal y como denunciaba el portavoz de UPyD, "es casi tan grande como el del presidente de Estados Unidos".

De hecho, David Ortega podría estar equivocándose a la baja ya que el despacho de Gallardón sería incluso mayor que el famoso despacho oval: mientras el primero mide unos ochenta metros cuadrados el segundo se queda en algo menos, unos 75.

Y después de los más de 500 millones hay que mantener el faraónico complejo y eso tampoco será barato: sólo por los servicios de limpieza y seguridad los madrileños tendrán que pagar 11.000 euros al día.

¿Se acuerdan del coche oficial?

Otro capítulo histórico del derroche de Gallardón fue el coche oficial que estuvo utilizando hasta hace unos años y que suponía un coste anual de 600.000 euros para el Ayuntamiento.

Este vehículo fue sustituido por un modelo híbrido más modesto en virtud del papanatismo climático, pero en los años que fue usado el alcalde disponía de un Audi A6 con todos los extras y la máxima seguridad imaginable.

La noticia surgió después de algunos casos similares en otros partidos: los cuatro Audi a disposición del por entonces presidente de la Xunta, Pérez Touriño; o el coche de lujo del expresidente del parlamento catalán, el de ERC Ernest Benach.

Una gestión calamitosa

Estos casos de puro derroche suntuario se unen a una gestión que no ha podido ser más calamitosa en lo económico y en la que el dinero público ha sido despilfarrado a chorros. No en vano, según un detallado estudio el de Madrid era el ayuntamiento peor gestionado de España desde el punto de vista económico.

El desastre se ha visto en el día a día y en los tremendos impagos a muchas de las empresas que ofrecen sus servicios al consistorio, pero también ha sido visible en algunos proyectos concretos como la Caja Mágica, una infraestructura olímpica presupuestada en 120 millones, que acabó costando 300 y que hoy por hoy no se utiliza para nada 50 semanas al año.

La obsesión olímpica ha sido, sin duda, otro de los ejemplos perfectos de la ligereza con la que se ha gastado el dinero de los madrileños: un primer proyecto que fracasó por poco fue seguido por otro que todo el mundo, menos el propio Gallardón, consideraba un imposible y, ahora, por un tercero presentado como un ejemplo de "austeridad".

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