En privado, Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero también hablan de política antiterrorista. Lo hicieron, y no es la primera vez, el pasado lunes, en una llamada telefónica promovida por el líder de los populares para consensuar la línea a seguir en el Consejo Europeo del domingo, en el que se debatirá sobre calidad de la deuda española.
Tras abordar este tema "capital" para el país, presidente y candidato pasaron a la otra cuestión encima de la mesa: el comunicado que la banda terrorista ETA podría hacer público en las próximas horas. Tanto Zapatero como Rajoy se informaron de los "indicios", más que "certezas", que tienen gracias a sus fuentes.
Ninguno de los dos se atrevieron a aventurar cuándo se producirá ese comunicado, si bien dieron por hecho que saltará a la palestra antes de las elecciones nacionales. Ahora bien, Rajoy le dejó claro a Zapatero que duda de que ETA anuncie el abandono definitivo e incondicional de su actividad criminal, por lo que no debe esperar de él que vaya a mover ficha.
De hecho, y fiel a su estilo, el líder de los populares se niega a dar más propaganda a la "ceremonia de la confusión" del mundo de ETA. "No tiene sentido entrar en estas cosas, hay que ir a lo importante", respondió el día después de la mal denominada conferencia de paz, en una visita a Bilbao.
Precisamente en esta ciudad, el candidato popular a la Moncloa mantuvo un almuerzo de trabajo con lo más granado de la empresa vasca, clave para el conjunto nacional. Durante este encuentro, Rajoy hizo su diagnóstico y después se sometió a una catarata de preguntas pero ninguna de ellas fue referida ni a ETA ni a la cumbre con marca etarra.
Así lo confirmaron a este diario dirigentes presentes en la reunión, y que ponen en evidencia la idea de que en el País Vasco, como en el resto de España, el terrorismo dejó hace tiempo de ser el gran problema de los ciudadanos. Lo que preocupa, en voz de un estratega popular, es "la economía, cómo llegar a fin de mes o cómo conseguir un empleo".
Foto de familia con los candidatos de Madrid
Ya de vuelta a Madrid, Rajoy se hizo este miércoles la fotografía de familia con el resto de candidatos del PP por esta circunscripción. Y, como no, en su intervención evitó toda referencia a la banda terrorista; prometió "un gobierno fuerte" pero "capaz de dialogar y entenderse con quien lealmente quiera unirse al proyecto que el PP quiere liderar".
Previamente, Esperanza Aguirre le hacía la cama tratando todos aquellos asuntos que él, por estrategia, rehúsa plantear a micrófono abierto. La herencia que deja el socialismo, aseguró la presidenta de la Comunidad de Madrid, es "una España en segunda división y ETA en las instituciones".
Pero, en este acto, la noticia también era propiamente la instantánea. Resaltaba por el rojo intenso de su vestido Cayetana Álvarez de Toledo, muy cerca de Rajoy. También, por su estatura, Ignacio Astarloa. Ambos protagonizaron después un reservado con otros miembros de la candidatura.
Otro de los actores estrella fue, por lo obvio, Alberto Ruiz Gallardón, si bien guardó las formas y se cuidó muy mucho de pronunciar la palabra "ministerio". Sí hablaron de él otros compañeros de la lista electoral, que siguieron haciendo cábalas: ahora son mayoría quienes le ven en Defensa, seguidos de esa super-cartera que englobe Interior y Justicia.
Pero, el más buscado, volvió a ser Rajoy, que bien podría recibir el calificativo de el deseado. Una vez más, su llegada y salida fue un peregrinar en el que todos le reclamaban un beso, un abrazo o, lo más aventajados, una breve conversación. La euforia es difícil de contener cuando los sondeos internos apuntan a que el PP podría tener el 45% de los votos el próximo veinte de noviembre.