Los ‘indignados’ no saben todavía qué van a hacer con el Hotel Madrid –okupado desde el 15 de octubre-, pero siguen acondicionándolo para convertirlo en una especie de ‘centro neurálgico’ para miembros del 15-M.
El lunes por la tarde, se celebró una asamblea en la madrileña Plaza de Jacinto Benavente para abordar el uso que le darán el edificio. Lo único que acordaron es que, este mismo miércoles, se volverán a reunir para tratar el mismo tema.
Eso sí, las opciones que se barajaron fueron numerosas: además de la propuesta de realojo temporal de las personas desahuciadas, se propusieron varias opciones, como un hotel autogestionado en cooperativa, una "universidad popular", un comedor social o un taller de formación para desempleados.
Según informa Europa Press, otra de las propuestas pasaba por la instalación de un centro de asesoramiento para el movimiento okupa. En todo caso, la actividad en el interior del hotel pasa por el acondicionamiento del inmueble.
Se plantea establecer un horario de entrada y salida, aunque ante la incompatibilidad con trabajo o estudios, se realizan turnos. En la entrada, se recogen firmas en apoyo a la ocupación y se controla una posible llegada de la Policía.
Los jóvenes han bautizado al edificio como Hotel Indignado, y la única información a la que los medios de comunicación pueden acceder es la cartelería manual que ellos mismos cuelgan, en las que informan de sus necesidades primarias –rotuladores, platos, Betadine, guantes o ibuprofeno-. La consigna es clara: la prensa, que no pase ni por asomo.
Los ‘indignados’ no han parado de trabajar: cuadrillas de jóvenes desinfectan habitaciones, limpian cristales y despliegan carteles. Ya han conseguido instalar la luz y, según informa 20minutos, una empresa privada les ha contactado para dotar de agua a las instalaciones.
La cocina del hotel funciona a tiempo completo y diariamente se preparan desayunos, comidas y cenas para medio centenar de personas. Sin embargo, en todo hotel debe haber un chef, y los ‘indignados’ reclaman el suyo: llaman a un hombre que se llama Rafael, y que fue el cocinero estandarte de la Puerta del Sol. "Comemos caliente todos los días, pero falta el toque maestro. Si lees esto, Rafael: vuelve", reclama un joven.
Por su parte, una docena de ‘indignados’ hace turnos las 24 horas del día para poder alimentar a los voluntarios que trabajan durante el día, a la veintena que ya duermen en el hotel para evitar que la Policía acceda al inmueble y a un tal Juan, un hombre que ocupa la habitación 202 y que está en huelga de hambre –metafóricamente, se entiende, si los ‘indignados’ lo alimentan-.