Mariano Rajoy hizo añicos el "topicazo" de que el Partido Popular no tiene una alternativa. De que no tiene hoja de ruta y su único plan es esperar a que el Gobierno socialista caiga por su ineptitud a la hora de gestionar la crisis económica. A quienes dicen que el jefe de la oposición está sentado y sin hacer nada, este domingo les presentó un plan concreto para sus primeros cien días como presidente de la nación. Y quedó satisfecho.
Con la solemnidad y el tono institucional que desde hace meses caracterizan sus intervenciones, Rajoy hizo testigo a su plana mayor para desbrozar qué quiere hacer nada más suba las escalinatas de La Moncloa, y ya advierte que traerá consigo un esfuerzo "ingente". El escenario tampoco pudo ser más conveniente: un Foro sobre las administraciones públicas, que constataron son "inviables".
En su primer consejo de ministros, Rajoy ordenará reforzar los controles previos y endurecerá las responsabilidades exigibles, ya que "no podemos dejar facturas en los cajones sin que nadie responda por ello". El ejemplo de agujeros dramáticos lo vive el PP en todas las comunidades conquistadas; Luisa Fernanda Rudi afirmó que hoy mismo había llorado al hablar con su consejero económico de cómo están las cuentas.
"Los gestores no podrán hacer nada sin el respaldo presupuestario", proclamó, para a pasar a renglón seguido con el segundo principio: la eficacia. Y para conseguirla anunció un Pacto Territorial por la Austeridad y la Eficiencia para poner fin a las duplicidades. Contará con la FEMP, cuyo presidente Juan Ignacio Zoido también estuvo presente, y con la Conferencia de Presidentes Autonómicos, a la que volverá a convocar.
Tercer medida concreta: establecer por ley una cartera de principios básicos en el marco de los servicios sociales, concretamente educación y sanidad. Y cuarto: una Ley de unidad de mercado que "ponga fin a los obstáculos de libre circulación de bienes y servicios". "No es normal que en Europa estemos trabajando para que haya normas comunes y aquí en España haya diecisiete diferentes", arguyó.
"Menos normas y menos decretos", afirmó Rajoy, como quinto plan de acción. "Voy a hacer pocas leyes" pero, además, adelantó que dejará claro el impacto regulatorio. Al fin y al cabo, el objetivo es reducir "la burocracia" y alcanzar "más claridad".
Sexto: conseguir que en España se pueda crear una empresa en veinticuatro horas. "Vamos a simplificar los procedimientos administrativos, eliminar trámites y reducir plazos", bajo la consigna de "menos tiempo y menos dinero". Y todo tiene que estar sometido a un control "riguroso".
Una Ley de subvenciones que sea "la más exigente y exhaustiva", séptimo punto. "Se acabaron las subvenciones con nombre propio", proclamó, advirtiendo a los amigos interesados, aparecidos por doquier, que todo estará atado y regulado.
Como octava idea, un reforzamiento de las Diputaciones Provinciales, lo que no significa que se queden como están. No pueden ser como un parlamento más, sino que se tendrá que centrar en los "servicios esenciales". "Hay que reformarlas pero no se pueden dejar abandonadas a las personas del campo y el mundo rural", remató en referencia a la propuesta de supresión de Alfredo Pérez Rubalcaba, al que no mentó en ningún momento.
Del noveno mandamiento hizo un yo prometo a favor de "la ejemplaridad de la vida pública": una Ley de Transparencia, Buen Gobierno y de acceso a la Función Pública. "Es necesario que se sepa lo que se gasta con el dinero de todos, nada tiene por qué ser secreto", aseveró.
El mayor ataque al actual Gobierno vino con el décimo punto, ya que garantizó la independencia de los organismos reguladores y del Banco de España. "Estamos viviendo un espectáculo notable, la fuga de cargos del Gobierno que están instalándose en los organismos reguladores para recibir nómina y cobijo", se quejó, para de inmediato destacar que pondrá solución: "Reduciremos la proliferación de estos organismos y cambiaremos el sistema de nombramientos".
Un paquete de quejas en el que incluyó la privatización de Loterías y Apuestas del Estado. "Eso le va a suponer al Estado perder unos ingresos de 1.000 millones de euros al año", desveló, para reclamar a José Luis Rodríguez Zapatero que "a partir de ahora" le consulte este tipo de decisiones y que, "por favor", actúe con sentido común.
Una "tarea ingente, y es un calificativo moderado", dijo Rajoy para cerrar este capítulo, en el que incluyó como epígrafe una próxima Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria ya avanzada previamente. "Habrá que hacerlo con el concurso de todos, modificando leyes", detalló, y por ello pidió la colaboración de todos, pero en especial de los funcionarios y del conjunto de empleados públicos. Rajoy bien sabe que ellos son los que más se verán afectados, y se cura en salud ante posibles reproches.
La situación de la administración pública
Un marco de actuación bajo la idea primordial de que es necesaria una profunda reforma de las administraciones públicas. "Su calidad se mide por lo que se ahorra y por el número de problemas que son capaces de solucionar", arrancó, para hacer algo que no acostumbra; tratar el espinoso asunto de las comunidades autónomas.
Su recetario en este sentido es conocido: "Dejar de malgastar los recursos, disminuir lo superfluo y eliminar las duplicidades y lo ineficiente". La descentralización es buena, sí, pero "cada uno con sus competencias" y "no plegadas a sí mismas". Y, lo más importante, bajo el "interés común que es España".
Por ello, rechazó oficinas comerciales en el exterior de cada una de las comunidades o que empresarios como el director de IKEA renuncien a invertir en el territorio patrio por los muchos requerimientos de las diferentes administraciones. "Descentralización no significa fragmentar", y por ello llamó a un "entorno institucional regenerado" marcado por la colaboración y con un único objetivo: "La creación de empleo".
Un plan de regeneración nacional ambicioso a la par que complicado, y Rajoy bien sabe que desde el PSOE no se lo pondrán fácil. De hecho, en la víspera, su número dos, María Dolores de Cospedal, ya advirtió de la demagogia y deslealtad que les esperan.
Por ello, el candidato a La Moncloa pidió altura de miras en pro del interés nacional: "No hace falta que estemos de acuerdo en todo, basta con que avancemos todos juntos por el mismo camino y la misma dirección, y ese camino es el de las reformas, crecer y crear empleo". Y remató: "un camino que conducirá al éxito y a la victoria sobre la crisis. Es posible y está en nuestras manos, en las de todos".