Las siete lecciones de Rajoy para el epitafio de Zapatero
Al contrario de lo que ocurrió en el Senado, en la última sesión de control de Zapatero en el Congreso no ha habido ni despedida ni cariño.
Repaso a la legislatura, despedida del Gobierno y del Presidente, pero en una sesión de control calcada de las que hemos visto durante los últimos tres años y medio, por no decir siete años y medio: reproches, críticas y nada parecido a la despedida cariñosa que Pío García Escudero dedicó a Zapatero. Y menos mal, cabría decir, porque después de lo que la mayoría consideró un espectáculo bochornoso repetirlo en el Congreso habría sido un misil en la línea de flotación de los votantes populares, o al menos de aquellos que no comparten la visión gallardonita – pía de la política, es decir, la inmensa mayoría-.
Más allá de constatar esto, la sesión ha tenido muy pocas novedades e incluso muy pocos titulares, una muestra más de que la legislatura no sólo se está acabando sino que está verdaderamente agotada, exhausta.
Ha abierto el fuego la diputada de Na-Bai Uxue Barkos, insistiendo en el nonato referéndum constitucional, una pregunta por la que Zapatero ha pasado sin despeinarse, pero también sin deslumbrar, como en él es habitual.
Un poco más incómodo ha sido Josu Erkoreka, preocupado por el futuro del chollo autonómico, o como él prefiere llamarlo, el "Estado Autonómico" y los intentos de regresión que pueden llegar en los próximos tiempos. Está claro que si la reforma constitucional ha servido para algo ha sido para que los nacionalistas le vean las orejas al lobo de los acuerdos entre el PP y el PSOE. Esperemos que los grandes partidos vean también la oportunidad de darles un buen bocado a las falsas ovejas del nacionalismo.
Erkoreka ha sido, por cierto, el único que ha deseado al Presidente lo mejor "en lo personal", a lo que él ha respondido agradeciendo al PNV "la colaboración que ha tenido con el grupo mayoritario y con el Gobierno". También se había podido usar el término "complicidad", que parece más adecuado.
Rajoy y Zapatero, como siempre
El líder popular ha elegido cerrar las sesiones de control con un balance de legislatura perfectamente en la línea de sus intervenciones en los últimos meses: duro con el Gobierno, por supuesto, si bien poco entusiasmante.
No ha habido referencias personales y sí menciones a la "herencia envenenada" con "casi cinco millones de parados, altas tasas altas de paro juvenil, una economía estancada, una deuda disparada...".
El presidente le ha respondido con la táctica habitual de esparcir el mal de la crisis como si toda Europa estuviese con tasas de más del 20% de paro y, ojo al argumento, ha recordado que con "este Gobierno llegamos a la tasa más baja de paro, alguna circunstancia habrá que explique lo que ha ocurrido desde entonces".Y a modo de despedida, Rajoy le ha explicado a Zapatero las siete lecciones, que pocas nos parecen, que se extraen de su paso por el Gobierno y de su política económica:
1- "No se puede hacer un mal diagnóstico de la situación y engañar"
2- "No se puede gobernar sin un buen plan"
3- "No se pueden generar falsas expectativas"
4- "Hay que hacer previsiones razonables"
5- "No se debe gastar más de lo que se tiene"
6- "Hay que hacer reformas y no se puede vivir de la herencia recibida y de la inercia"
7- "No se puede gobernar por Decreto Ley".
Amén, cabría decir, esperemos que el próximo presidente las lleve aprendidas.
Salgado, que no se acostumbra
En el enfrentamiento entre Salgado y Soraya Sáenz de Santamaría sí ha habido un pequeño espacio para la despedida, pero la portavoz popular le ha deseado "lo mejor en lo personal" a la vicepresidenta en un tono que nos hace dudar de su sinceridad.
La también ministra de Economía ha visto cómo su última sesión de control se veía empañada por la intención, que le han reprochado tanto Sáenz de Santamaría como el también popular Miguel Barrachina, de poner a su Jefe de Gabinete en la Comisión Nacional de la Competencia.
Muy duro ha estado Barrachina, tanto que se ha visto claramente como la vicepresidenta no ha logrado acostumbrarse a que la oposición cumpla con su función, que es controlar al Gobierno, y así le ha reprochado al diputado popular "su afán interrogatorio" y "su afán inquisitorial", todo porque le ha hecho muchas preguntas. Señora Salgado, por favor, ¡para un diputado que trabaja!
Camacho, erre que erre
Lo más significativo de la sesión antes de la habitual farfolla de ministerios menores ha sido el último enfrentamiento entre Ignacio Cosidó y el miniministro de Interior, Antonio Camacho. Nada que ver con las épicas batallas con Rubalcaba, aunque el popular sí ha sabido sacar jugo de la conflictiva aparición en las listas Zamoranas de Camacho: "Ha sido el ministro de la historia al que más ha costado entrar en las listas".
Y de despedida, una contundente advertencia extra: "No es lo mismo inmunidad parlamentaria que impunidad, si está buscando impunidad se está equivocando de camino".
Mal sabor de boca se llevará, nos tememos, el número dos de Rubalcaba.
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