La negativa de la exministra Carmen Calvo a aprobar la presencia de Rosa Aguilar, exalcaldesa comunista de Córdoba, como cabeza de lista por el PSOE en la provincia, indica lo que la verdad esconde en la batalla de las listas de un PSOE andaluz que presiente una merma considerable de su poder, influencia y puestos a cubrir.
La presencia forzada de Manuel Chaves en Cádiz y de Alfonso Guerra en Sevilla, da una idea de cómo se prefiere no abrir heridas incurables a soportar los quistes de la vieja guardia. Los pocos puestos a obtener, la caída de los fieles de Zapatero y la no victoria de los amigos de Griñán, hacen suponer que, tras las generales, habrá noche de cuchillos largos en Andalucía.
La actitud de Carmen Calvo confirma la vieja regla interna del PSOE de desconfiar de los comunistas "arrepentidos", regla que se aplicó durante años a Amparo Rubiales, a Javier Pérez Royo y otros, hasta Manuel Chaves, que los encumbró y benefició. Además, se evidencia que hay pocos sillones y que los que hay tienen que ser para los socialistas de toda la vida. Así que ha comenzado el peregrinaje de la Aguilar a la tierra de los pepinos tempranos, Almería, donde espera ser acogida mejor por un partido derrotado.
La presencia de Chaves en Cádiz no es enigmática. Rubalcaba, cabeza de lista por Cádiz en 2008 y que no ha hecho nada salvo decepcionar en la provincia, tenía que ir de cabeza de lista por Madrid. ¿Quién podría sustituirle en una provincia en la que el PSOE ya no gobierna en las grandes ciudades y que ha perdido la Diputación? Pues o se iba a la guerra interna por el poder y la orientación del PSOE o se buscaba una figura indiscutible. Manuel Chaves se ha rodeado inmediatamente de los poderes fácticos y oligárquicos de los que han perdido las elecciones municipales: Francisco González Cabaña y Luis Pizarro, que profetizan algunos será cabeza de lista por Cádiz en las elecciones andaluzas de 2012.
La presencia de Cabaña, del que dicen se ha ‘autocolocado’, y Pizarro es una mala noticia para Griñán, que nunca controló Cádiz y que ahora percibe que nunca la controlará. Tras ellos quedan pocos puestos a repartir por lo que las decisiones de Griñán sólo afectarán a segundos planos.
Lo de Alfonso Guerra ya es una tradición, desde 1977 nada menos. Con más de 70 años, Alfonso Guerra es el parche al que recurre el PSOE de Sevilla cuando no tiene más remedio que tapar vergüenzas. Guerra permite evitar el enfrentamiento entre los que aspiran a mandar en el PSOE deprimente de Sevilla, acosado por los ERE fraudulentos, el caso Mercasevilla, la alianza con la IU de las mariscadas y la victoria de Zoido por mayoría absolutísima.
En Granada, se ha optado por unas "listas abiertas" hostiles a las decisiones de Madrid y que ni siquiera los críticos de la provincia aplauden. También en este caso se perderán, según las previsiones, al menos un diputado y dos senadores. Sorprendente es la "fijeza" en las listas de la exconsejera Cándida Martínez, miembro de un clan oligárquico del PSOE granadino, y esperada es la oposición de los críticos hacia la figura de Manuel Pezzi, vieja gloria del borbollismo. Todos tienen los ojos puestos en el amiguito de Rubalcaba, José Martínez Olmos, actual secretario de Estado del Ministerio de Sanidad y Consumo.
En Jaén, es sonoro el silencio de Zarrías y estruendosa la división interna en la capital. La exalcaldesa de Jaén, Carmen Peñalver, no acaba de aceptar que ha sido derrotada y que ve cómo a sus invitaciones a las asambleas ordinarias del PSOE jiennense, van pocos militantes precisamente porque las convoca ella. Francisco Reyes, siempre amigo de Zarrías, la ha acusado ya de provocar el cisma y la desorientación.
En Huelva, más recatadamente, se ha procedido a la defenestración de la líder de facto del PSOE de la provincia, Petronila Guerrero, a la que se quita de la Diputación -verdadero eje del poder socialista en la provincia- y del Ayuntamiento, donde el PSOE era oposición, y se la manda a Madrid, al Senado. Queda por saber si la purga llegará hasta Javier Barrero, incombustible incluso cuando ha protagonizado incidentes de tráfico tan graves como los de algunos cachorros del PP. De momento, él se ha apresurado a anunciar que irá de cabeza de lista al Congreso. Y se está a la espera de que Mario Jiménez, el portavoz de Griñán, se haga definitivamente con las riendas de la provincia. Por Petronila ha empezado.
Y queda Málaga, en la que Griñán adelantó que Trinidad Jiménez sería una fantástica cabeza de lista en cualquier provincia. Y claro, es que Jiménez es de Málaga aunque sus últimas confrontaciones han sido fracasos sonados, desde su pelea por el Ayuntamiento de Madrid a su batalla interna con Tomás Gómez. Con un PSOE en proceso de descomposición, con varios sectores enfrentados y casi ningún puesto que ocupar, es posible que la figura de Trinidad Jiménez se vea como una solución antes que proceder a las operaciones quirúrgicas.
La batalla por el poder real se dará cuando tras el 20N se conozcan los resultados de las elecciones generales en Andalucía. Será el momento de otras listas, las del Parlamento andaluz.