Barón en alza dentro del Partido Popular, José Ramón Bauzá desgranó en Madrid su plan de choque contra la crisis, que ya está aplicando en las Islas Baleares con éxito notable. Mucho más silente que otros homólogos amigos como María Dolores de Cospedal o José Antonio Monago, él también se ha encontrado un "suma y sigue" de agujeros del anterior Ejecutivo, pero optó por el trabajo de despacho.
Diligente, dando pasos muy meditados pero firmes, el presidente balear utilizó el verano para diseñar, una vez auditado el entramado administrativo, sus planes de austeridad, estabilidad económica y empleo, que este jueves presentó en un desayuno informativo al que asistió lo más granado de su partido -con Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza- así como del mundo empresarial.
Y el líder tranquilo arrancó su intervención explicando en lo que ya ha metido mano para, a renglón seguido, avanzar lo que todavía queda por hacer. Un auténtico plan revolucionario -dicen en el PP- que inauguró Esperanza Aguirre y al que se han ido sumado los nuevos presidentes surgidos del 22-M.
Un ejemplo de control del gasto, dijo, es que hoy en la administración balear "no se pagan comidas de más de treinta y cinco euros". Un dato que demuestra la poda que empieza a realizarse y que incluye una reducción de 13 a 6 consejerías o de 71 a 31 directores generales.
"Me comprometo a garantizar y a mejorar los servicios sociales, la sanidad y la educación", aseguró, previendo tal vez las críticas del PSOE que ya se están reproduciendo por todo el territorio nacional.
Ahora bien, el proyecto de recuperación de Bauzá no se queda ahí, y también afectará a los sindicatos. Según anunció, baraja suprimir hasta el 70% de los cargos de liberados sindicales: "Estamos dispuestos", insistió, por si quedaba alguna duda. Y ya advirtió que no se va a achantar: no teme la "agitación" en la calle de estos colectivos porque "más agitada está la economía y el bolsillo de los ciudadanos".