El pasado veintidós de mayo, María Dolores de Cospedal conseguía arrebatar la presidencia de Castilla-La Mancha, por mayoría absoluta, al socialista José María Barreda. Culminaba así con éxito un doble reto; el de compaginar su cargo de candidata a regir la comunidad con el de secretaria general del Partido Popular. Una bicefalia que sirvió de constante artillería para sus rivales, tanto en las filas socialistas como en las propias, más difíciles si cabe de combatir.
Cumplidas las obligaciones electorales, el debate volvía a instalarse con fuerza en el seno de un partido en el que todos buscan estar lo mejor posicionados de cara a la más que probable incursión de Mariano Rajoy a La Moncloa: ¿Debía Cospedal dejar de ser la número dos del PP para centrarse en su papel de presidenta?
Muchos en el cuartel general de los populares, principalmente miembros del denominado aparato -Javier Arenas, Ana Mato...-, lo tuvieron claro desde el principio: "Sí", más aún a tenor del mucho trabajo que se le presuponía, y que se ha demostrado realidad, con unas arcas paupérrimas y una situación económica dramática.
Ahora bien, todos tenían claro a renglón seguido que nadie se movería lo más mínimo, que nadie tosería, hasta que Mariano Rajoy, refrendado en las urnas aún más si cabe el 22-M, moviera ficha. Y, como por otra parte ya pactó con Cospedal meses antes -y desveló este diario-, su decisión fue dar continuidad a la bicefalia hasta después de la generales.
El objetivo, explica su entorno, era claro: "No abrir la caja de los truenos" dando alas a una guerra interna de poder, la de nombrar a un nuevo secretario general, a pocos meses de que los españoles acudieran a las urnas para elegir presidente. "Los problemas internos han sido nuestros únicos problemas en estos largos cuatro años", resume un miembro del Comité de Dirección.
Así pues, Rajoy apuntaló a Cospedal como su número dos y dio más poder a sus otras dos mujeres, rivales de la tercera en más de una ocasión: Ana Mato volvía a asumir la responsabilidad de dirigir la campaña electoral mientras que Soraya Sáenz de Santamaría se mantenía fuerte en el Congreso de los Diputados y, además, aumentaba su notoriedad pública -extremo que ahora cae por su estado de buena esperanza-.
Un tridente que se apoyaría, además, en el resto de hombres fuertes del PP, comenzando por Esteban González Pons y Arenas y continuando por el equipo económico de la formación, cuya voz estelar es Cristóbal Montoro.
Hasta aquí la historia ya escrita, pero en este verano raro con más reuniones de lo habitual, muchos en el PP han coincidido en que Cospedal no ha querido, ni mucho menos, despojarse de su gran poder interno en la formación. Ni como dama de hierro contra la corrupción ni tampoco como portavoz de la formación.
El adiós forzado de Francisco Camps fue su gran éxito personal. De hecho, fue protagonista activa en las horas previas a la caída del barón levantino, siendo ella la interlocutora directa con Ricardo Costa, el otro actor que se antojó decisivo en la renuncia del ex presidente valenciano.
Fue una medalla para ella, admiten en Génova: "Ha tenido sumo cuidado. Poco a poco ha presionado, pero también ha tenido que tener muchísimo cuidado con sus declaraciones públicas". Sabía que en la Comunidad Valenciana la vigilaban con lupa, que era "el enemigo a abatir".
Decisiva en las cuestiones internas, pero también vocera de los grandes anuncios del partido. Este verano solemnizó que, cuando Rajoy llegue al poder, utilizará los instrumentos de los que se sirve el Estado de Derecho para ilegalizar a Bildu y, en página económica, anunció que el PP recuperará la deducción fiscal por compra de vivienda que eliminó José Luis Rodríguez Zapatero, para desgracia de la clase media.
En definitiva, similar poder, sino más, al protagonizado hasta 22-M. Solamente ha pinchado en algunas ruedas de prensa de Génova, si bien se ha cuidado muy mucho de estar en los momentos clave y su voz ha sonado más de una vez desde que fuera elegida líder autonómica por los ciudadanos. La pregunta, pues, se la hace un nuevo barón regional: "¿Seguirá siendo secretaria general tras las generales?".