El asesinato de Blanco fue tan cínico, asqueroso y cobarde, que hizo vomitar a chapote, que apreto el gatillo. Esto demuestra que no fue obra de un loco enajenado (eso tendría un mínimo de disculpa), fue obra de un hombre sin piedad ni conciencia que cometió un crimen tan horrible que hasta él tuvo náuseas. Este atentado fue tan aberrante que literalmente revolvió el estómago a un criminal contra la humanidad como chapote. Y no es un atenuante, al contrario, se le revolvió el estómago al ser testigo de ese delito, lo que no le hace menos culpable, al contrario.
Igual que cuando Himmler visitó un campo de prisioneros judíos para comprobar in situ el procedimiento del gaseado, se le puso la cara verde y, como chapote, tuvo náuseas al ver el ‘’espectáculo’’ por uno de los ventanucos de la cámara, cuando se repuso, felicitó al oficial responsable por el ‘’buen trabajo’’ y le animó a seguir igual.
Pues chapote lo mismo, que lejos de apiadarse continuó, y de qué manera, con su ‘’trabajo’’.