Alfredo Pérez Rubalcaba será proclamado candidato este sábado con un discurso al que, dicen, le ha dedicado cuatro horas al día y que en su partido califican de "potente". Fuentes socialistas han apuntado a que resumirá su estilo de "hacer y de entender la política" y que exhibirá una actitud "propositiva, constructiva, positiva y realista". El propio presidente del Gobierno alentaba este jueves las expectativas afirmando que habrá un "antes y un después" de las palabras de Rubalcaba.
Las filtraciones de Ferraz buscan conseguir lo imposible: presentar a un viejo conocido de la política, protagonista en mayor o menor medida de los mayores escándalos de nuestra democracia –desde los GAL al Faisán-, como un candidato novedoso y atractivo. Tras un primer intento de apelarle "Alfredo" y de fulminar su Pérez con un P., la web del candidato perseguirá este objetivo mostrará su segundo apellido, Rubalcaba, con el eslogan "Escuchar, hacer y explicar" al lado de un minúsculo logotipo del PSOE.
Pocas dudas quedan de quién es el principal blanco de campañas como estas. En el punto de mira del PSOE está el movimiento indignado, con cuyo apoyo intentarán la dificilísima misión de dar la vuelta a las encuestas y hacerse con una tercera legislatura. A la pasividad inicial del ministro del Interior con el movimiento 15-M y a los guiños de distintos dirigentes del PSOE se han venido sumando las propuestas preelectorales del candidato, cada vez más escoradas a la izquierda y centradas en el principal blanco de las críticas de los indignados junto a la clase política: la banca.
Ya en su primer Consejo de Ministros como candidato aprovechó para presentar una nueva normativa para el sector financiero con críticas a la "especulación", mientras estaba en su apogeo la acampada de Sol. Fue el pistoletazo de salida a una serie de afirmaciones críticas con la banca que alcanzaron su cénit el pasado miércoles cuando apuntó a la "responsabilidad" de los bancos en la concesión de hipotecas a clientes insolventes.
En el discurso de este sábado se escucharán, sin duda, frases de este tipo. Pero habrá también guiños a los indignados en otras de sus reivindicaciones clave: la reforma de la ley electoral. Según El Mundo, el todavía ministro del Interior pretende proponer una reforma que incluya listas abiertas, es decir, la posibilidad de elegir libremente a los candidatos que formen parte de la lista que presenten los partidos. Ya adelantó por dónde iría Rubalcaba el coordinador de su programa, Jesús Caldera, que apuntó este jueves a que sus propuestas estarán basadas "en la transparencia" y "la cercanía" a los ciudadanos.
En el aire está hasta qué punto sus propuestas chocarán con las propias políticas del Ejecutivo del que ha formado parte como hombre clave. El ejemplo más claro es la promesa hecha el pasado domingo, cuando afirmó tener la receta para acabar con el paro mientras el Gobierno sigue siendo incapaz de rebajar el número de desempleados, que se acerca ya a los cinco millones.