Mayor cree que Otegi será candidato de ETA a lehendakari
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San Gil: "Han descubierto que matar tiene premio"
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Aznar: "Quieren confundir víctimas con victimarios"
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Mayor: "Hay una alianza estratégica"
Blanco o negro. No hay medias tintas en la lucha contra ETA, se llame como se llame. María San Gil abarrotó el más grande de los salones del Hotel Intercontinental de Madrid, y no defraudó en su diagnóstico. Pero, incluso antes de tomar la palabra, ya tenía en el bolsillo a los cientos de ciudadanos, anónimos y con cargo, que se trasladaron a escucharla.
Fue entrar la expresidenta del PP vasco y una ovación cerrada tronó por varios minutos. El auditorio en pie y en silencio. La aplaudían a ella, y eso que sus padrinos eran de excepción: José María Aznar, Jaime Mayor Oreja y la viuda de Gregorio Ordóñez, Ana Iribar.
En primera fila, también en ese respetuoso mutismo típico de quien no quiere robar protagonismo, Esperanza Aguirre y su número dos, Ignacio González. Y otros que fueron destacados y que ahora reciben el calificativo de históricos, como Ángel Acebes y Eduardo Zaplana.
Los discursos, uno tras otro, vinieron a exponer una doble fotografía, íntimamente relacionada. Una en clave interna, recordando cuándo San Gil era el máximo icono del PP contra el terrorismo. Y otra para exponer la realidad política del momento, con Bildu (ETA, según coincidieron) con el mayor poder institucional jamás imaginado y el Gobierno negociando con la banda.
Un diagnóstico nítido, sin medias tintas. "Porque con ETA no caben", destacó uno de los protagonistas a este diario. Pero, sin embargo, ningún miembro de la dirección nacional ni del PP vasco se acercaron a escucharlo. "¿Debería de haber venido el señor Rajoy?", se le preguntó a Aznar. "Tampoco esperábamos a nadie".
Iribar fue la primera en iniciar la ronda de intervenciones. Y lo hizo para reclamar al PP que vuelva a ser el PP: "Os pido que os alejéis de la tentación de negociar con ETA, que actuéis con inmediatez siempre que sea necesario". Se lo deben, según expuso, a las casi mil víctimas del terrorismo. "¡Reactiven el Estado de Derecho!", exclamó.
Todos los mensajes fueron enviados al partido de Rajoy, pues no confían en José Luis Rodríguez Zapatero. La razón la dio Mayor Oreja, con más tablas en oratoria y una firmeza extrema en pro de que en la opinión pública cale que el Ejecutivo es actor activo en la negociación con ETA: "Hay una alianza estratégica", aseguró.
"El proceso negociador no terminó el 22-M. Continúa más vivo que nunca. Es un proceso dinámico", resumió el eurodiputado popular, que se atrevió a aventurar, a modo de hoja de ruta, que "veremos a Sortu legalizarse, a Otegi como candidato a lehendakari y cambios en la política antiterrorista". "Y nunca falla", añadió un cargo del Gobierno de Aguirre.
Mayor radiografió un País Vasco en manos de los enemigos del constitucionalismo, Bildu y el PNV, y con un Gobierno cuyo presidente, Patxi López, es "máximo propulsor" del proceso negociador con ETA.
Recogió el testigo Aznar, que tampoco se quedó atrás en contundencia: "Negarse a que la iniquidad se imponga sobre la Justicia sigue siendo el desafío que debemos afrontar aún hoy cuando el terror quiere reinventarse".
Ese desafío, continuó el expresidente, "hay que afrontarlo desde la historia y la memoria de cada uno de los que han sufrido, de cada una de las auténticas víctimas". Y es que, sentenció Aznar, "no es casualidad que lo primero que quieren los instrumentos de ETA en las instituciones sea borrar esa memoria, confundir víctimas con victimarios".
"Los que podamos hablar para que eso no ocurra nunca, hablaremos, porque si eso llega a producirse no será la paz, será la vergüenza", afirmó, en lo que parecía un prólogo perfecto para la verdadera protagonista, San Gil, que tuvo que coger varias veces aliento para presentar su obra, En la mitad de la vida.
La que fuera líder del PP vasco dejó las críticas internas que se le pudieran presuponer para las páginas de su libro, y utilizó el atril primero para dar las gracias y, a renglón seguido, para cargar contra Zapatero.
"Donde antes hablábamos de derrota, ahora se habla de negociación", constató, sin llegar a mentar al "iluminado" de La Moncloa, encabezonado en "cambiar la historia". "Hoy en San Sebastián hay un alcalde que no va a condenar a ETA, todo le ha salido gratis", se quejó, recordando a Gregorio Ordóñez.
Pero, ya advirtió, a ella no le impondrán la mordaza: "A mí no me van a cambiar la historia. Hay víctimas y verdugos. Creo que la democracia se merece que hagamos un punto y final veraz y justo", sentenció, mandándole un único recado al líder del PP: "Espero que alguien quiera y pueda" acabar con ETA.
Para entonces, los cientos de personas que le habían estado escuchando ya estaban de pie, aplaudiéndole. "Estoy profundamente emocionada", admitió. No echó de menos a nadie: "Están quienes tienen que estar".
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