Ana Oramas dejó a un lado la política y la crisis económica para despedirse de Zapatero. "Hemos compartido momentos difíciles", le dijo emocionada, pero "puede mirar a los ojos a los españoles y a su padre, que lo vimos ayer muy orgulloso de usted y de sus hijos". Recordó su primera reunión en el despacho de Zapatero en la que ambos hablaron de sus hijos, de la misma edad que la mayor del presidente. Y narró emocionada una enternecedora anécdota, cuando su hija, con 8 años le preguntó "mamá, ¿quién es más importante, el Ayuntamiento o yo?" y ella le dijo "yo te quiero, mi amor".
A continuación afirmó que "el trabajo más duro es el de alcalde y el de presidente del Gobierno porque son 24 horas al día los 7 días de la semana y se queda la familia y muchas cosas por el camino".
Así que se alegró por Zapatero porque "usted y yo nos perdimos muchas cosas de la vida de nuestros hijos pero la vida que le viene ahora tiene un montón de momentos, y agárrelos fuertemente, lo va a disfrutar y se lo merece, se lo merece a nivel humano y a nivel personal", dijo visiblemente emocionada. Y concluyó. "No es infalible, pero usted puede mirar a los ojos a los españoles porque ha trabajado por ellos".
En su respuesta, Zapatero no se quedó atrás y recordó los "momentos difíciles" que vivieron juntos con las avalanchas de inmigrantes en cayucos. "Sufrimos mucho", dijo y recordó que Rubalcaba dijo que "sólo nos falta llorar". Y también regaló su anécdota. "Un día entré en una de las tiendas que había puesto el Ejército y hablé con un senegalés que me miró con sus ojos profundos y negros y me dijo: 'soy abogado, quiero tener la oportunidad de mi vida'".
Bajo la arrebolada mirada de Ana Oramas, Zapatero le agradeció sus palabras y le dijo que ser un representante público es "un gran honor" y que "una parte" de aquellos que atacan a los políticos lo que quieren es "tener más poder y más influencia sin la representación democrática".