Agotado, derrotado, compungido, patético... Los portavoces parlamentarios no escatimaron en adjetivos para calificar el discurso inicial de Zapatero en el Debate sobre el estado de la Nación. En poco más de una hora, mucho menos tiempo que en años anteriores, Zapatero se limitó a hacer un repaso tan irreal como triunfalista de la situación económica. Ni una sola propuesta relevante. Habló de una "regla de gasto" para las autonomías, pero no concretó en qué consiste.
En el plano político, apenas dedicó un minuto para referirse a ETA y sin mencionar a Bildu, dijo que su política antiterrorista no había cambiado e, incluso, saco pecho por impedir la presencia en las instituciones de los que no condenan la violencia. Tuvo más tiempo para los indignados , a los que dedicó mucho más tiempo que a las víctimas del terrorismo, con un guiño, en forma de globo sonda, sobre los desahucios de los hipotecados.
El final de su discurso, con una apelación a su amor a España y el agradecimiento a los diputados, dio un aire de despedida a su intervención. Se despidió sí, pero no dijo que se iba ni convocó elecciones. Sin embargo, la sensación general entre los diputados es que la Legislatura llegaba a su fin. Así coincidían todos los portavoces parlamentarios en su valoración del discurso del presidente del Gobierno. Sólo puede hacer una cosa: convocar elecciones.
Por la tarde, le tocó el turno a Mariano Rajoy, que utilizó su discurso para reclamar, de varias formas, que Zapatero termine de marcharse con la convocatoria de elecciones. Habló, sobre todo, de la crisis económica y en concreto de "esa manera particular que tiene este Gobierno de afrontarla", pero también hubo mención a Bildu al exigir su ilegalización "sin demoras" y "sin complejos".
La parte central de su intervención fue la exigencia de un adelanto electoral. Rajoy habló de "calamidad", "calvario" y "agonía" para aludir a esta etapa final del Ejecutivo socialista y reclamó un "Gobierno nuevo" para esta España que "no necesita más experimentos". En varias ocasiones aludió a "los españoles" para hablar en su nombre y exigir un adelanto: "Los ciudadanos piden que se abran las urnas, no hay otro camino".
En la réplica, Zapatero ignoró la exigencia de los populares y se centró en los datos económicos desgranados por Rajoy para tacharle de mentiroso. "Miente a sabiendas", exclamó un encendido Zapatero, como si alguien pudiera mentir sin hacerlo a propósito. El presidente centró su respuesta en el ataque a la veracidad de los datos de Rajoy y al hacerlo presumió de algunas cifras de la maltrecha economía española.
El líder del PP se lo echó en cara después desde el estrado, donde también criticó los "nervios" del presidente. Acusó a Zapatero de dejar "la peor herencia democrática" y habló del "veto" de los socialistas a las propuestas del PP. "¿Qué se han creído ustedes?", exclamó Rajoy, "¿no le da vergüenza la comparación con Europa?".
El presidente, mientras, se enrocó en la explicación de la crisis que viene haciendo desde que reconoció su existencia e insistió en otra idea repetida, que él ha extendido como el que más las "políticas sociales". Ante los estupefactos diputados, llegó a decir: "No había derecho a la dependencia, no había derecho a la maternidad, no había derecho a las becas".
Como en todas las sesiones de este tipo, el tono bajó tras el rifirrafe PP-PSOE aunque aún un portavoz, el de CiU, insistió en la idea de un adelanto electoral. "La legislatura está acabada", hay "inquietud" en la sociedad, dijo Duran, que advirtió que no apoyarían al Gobierno en el debate de Presupuestos. Mucho más suave fue la intervención de Josu Erkoreka, socio preferente del Gobierno, mientras que Gaspar Llamazares centró su discurso en el 15-M, al que ya hizo guiños el presidente esta mañana. En cada una de ellas hubo palabras de despedida para el presidente, que ahondaron en la sensación de que la legislatura ha quedado clausurada con este debate y ya no queda más salida que la convocatoria de elecciones.