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Aguirre abre una nueva etapa política con un objetivo: listas abiertas

  • Desbloqueo de las listas
  • Austeridad y menos impuestos
  • Críticas a Rubalcaba por los indignados
  • Ausencia de Gallardón y Rajoy

Esperanza Aguirre tocó techo electoral en los comicios del pasado 22 de mayo, acabando con el denominado cinturón rojo de la Comunidad de Madrid y propiciando para el Partido Popular los mejores resultados de su historia a nivel autonómico y municipal. Sin embargo, no quiso alardear sino concienciar de una situación dramática que necesita de consenso y esfuerzos, que advirtió impopulares.

Más de ciento cincuenta personalidades de todos los ámbitos de la sociedad presenciaron el discurso de investidura, incluido Rodrigo Rato así como otros importantes e influyentes empresarios. No estuvo Alberto Ruiz Gallardón, que delegó en Manuel Cobo, ni tampoco ningún miembro de la dirección nacional.

Ante los presentes, la jefa del Ejecutivo madrileño fue dispuesta a vender su libro, el programa de gobierno que quiere desarrollar en los cuatro años venideros, y por ello ni tan siquiera quiso entrar en destripar la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero, a pesar de constatar que ha caído en un "dogma de fe irracional" contrario al bienestar general.

Más tiempo le dedicó a su sucesor como candidato Alfredo Pérez Rubalcaba. A él se ciñó en el inicio de su intervención por un motivo muy concreto: su inacción, dijo, en la crisis del movimiento 15-M.

Tras hacer autocrítica por la forma de actuar de la clase política -"No sería honesto no escuchar esas críticas", afirmó- Aguirre entró de lleno tanto en las formas como en el fondo de los denominados indignados para expresar su "rechazo más firme" a la "coacción" sufrida en la constitución de los ayuntamientos, celebrada el pasado sábado.

Y de ahí que denunciara que el titular de Interior olvidara "el juramento que hizo de cumplir y hacer cumplir las leyes" al no actuar contra quienes acudieron a las casas consistoriales con "ánimo" de torpedearlas. "Esto ha demostrado algo que muchos ya sabíamos", continuó, que no es otra cosa que "Rubalcaba cumple las leyes si le favorecen y no las cumple si no le favorecen".

Por ello, en sus primeras palabras ante la Cámara Aguirre sí que quiso decir alto y claro que "quienes primero deslegitiman la democracia" y después "toman la calle" no son otros más que "los precursores de los sistemas totalitarios". Un diagnóstico que, a renglón seguido, provocó el primer rugido de aplausos, que ya no cesaron durante todo el pleno.

El programa de gobierno

Afeada la actitud de Rubalcaba, no llegó a utilizar un minuto para usar de base de su intervención "los inmensos errores" del Ejecutivo central que, según su diagnóstico, han llevado al país "a una agonía total" y a una "palpable desmoralización". "No voy a perder el tiempo en criticarles", adelantó, para mandar su primer mensaje de optimismo: "Las grandes crisis son las mejores ocasiones para rectificar los errores".

Y por ello dedicó la inmensa mayoría de su intervención a desgranar qué pretende hacer desde su responsabilidad como presidenta, que no es otra cosa que gobernar "con austeridad, equilibro presupuestario, bajada de impuesto y defensa de la libertad y de España". Algo, se encargó de recordar, que ya inició en la anterior legislatura "cuando Zapatero todavía negaba la crisis".

Apeló al "consenso" y la "buena voluntad" de los grupos políticos representados en la Asamblea de Madrid para conseguir un "hito en la democracia española" y "desbloquear las listas electorales" de manera que los votantes "puedan expresar sus preferencias" dentro de las mismas "estableciendo el orden o tachando a quienes no consideren aptos para el cargo".

Éstos fueron los pilares del discurso de investidura de Aguirre a la Cámara:

"Que nadie se espere sorpresas en mi manera de gobernar. Seguiré siendo fiel a mis ideas y a mis principios, que hoy son más liberales que nunca porque creo honestamente que son los que inspiran las políticas que más pueden ayudar a los madrileños a salir de la crisis", sentenció una Aguirre que entiende que los ciudadanos así lo han refrendado.

Al resto de fuerzas políticas les pidió abandonar la crispación. La confrontación por motivos "a veces estériles". "Bastantes problemas tienen ya los ciudadanos para que los políticos sean un problema más para la Nación", argumentó. Ella, por su parte, se comprometió a no dejar de tener los pies en el suelo, pese a su tremendo éxito electoral. A dialogar "más que nunca" para encontrar "unas soluciones que no serán fácil".

"Vamos a seguir con las líneas maestras llevadas acabo", solemnizó, avanzando "esfuerzos y sacrificios" porque cada vez la Comunidad tiene menos ingresos, a pesar de tener un desempleo seis puntos inferior a la media nacional. Economía, educación y Sanidad, pilares de su política.

Fue ya al término de su intervención cuando volvió a mirar al conjunto nacional. Su cierre fue amargo, pues como, primero advirtió en campaña y después constató tras el 22-M, ETA vuelve a estar presente en las instituciones. "Bildu, es decir ETA, han sido y siguen siendo los enemigos más enconados de lo que quiero defender siempre: la libertad y esa Nación de ciudadanos libres e iguales que es España". Y por ello, concluyó, "lamentó el comportamiento de todos los que han hecho posible la presencia de los enemigos" de todos los españoles.

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