Unidad, consenso y optimismo. Los socialistas han visto en Alfredo Pérez Rubalcaba la luz al final de un oscuro túnel plagado de malos resultados electorales. De ahí que la candidatura del cántabro ex atleta haya servido de clavo ardiendo al que se agarran por unanimidad los barones, conscientes de que es el único candidato capaz de dar el sprint final de una carrera en la que quedan 10 meses de recorrido.
Sólo hay una cuestión que provoca el disenso entre los barones: la continuidad de Rubalcaba en el ejecutivo. Si debería, o no, dejar sus responsabilidades gubernamentales para centrarse en la candidatura socialista a la Presidencia del Gobierno, (como ya hizo Rajoy 10 días después de ser designado por Aznar) es algo en lo que no coinciden los miembros del comité federal.
El que en su día fijó en "Alfredo, Pérez y Rubalcaba" sus tres candidatos a las primarias,Guillermo Fernández Vara, aboga porque la dimisión de la cara visible del Gobierno se produzca unos cinco o seis meses. "Sería lógico que en un plazo razonable se centre en lo que es la tareas de un candidato a la presidencia del Gobierno, entre otras cosas porque hay mucho que trabajar en la configuración de un programa en el que él tiene que trabajar. Me parece razonable".
Vara ha añadido que en los próximos meses debería "aliviarse" el "cúmulo de responsabilidades" como vicepresidente primero, portavoz y ministro del Interior, para que no se vea "contaminada" por su próxima labor de candidato socialista.
La nota discordante la ponía el barón andaluz,José Antonio Griñán, que aseguraba que el precedente de Rajoy, nombrado por José María Aznar un 30 de agosto y que dimitió un 9 de septiembre en la vicepresidencia del Gobierno, no tiene por qué ser el patrón del comportamiento socialista. "Es un precedente de otro partido. Quiero decir que no tiene por qué vincular en absoluto porque los presidentes llegan hasta el final cuando son candidatos también. No necesariamente, no lo sé además qué es lo que tiene en ciernes, pero sí le puedo asegurar que el consenso era unánime ayer y también hoy".
Ya en corrillos algunos barones se lanzaban a desvelar la cruda realidad. "Yo si fuera vicepresidente, desde luego, no lo haría por la plataforma (mediática) que supone estar en el Gobierno".
Niegan el dedazo
Más unanimidad hay en las filas socialistas sobre el proceso elegido para elegir candidato. El que abrió la caja de los truenos, Patxi López, no ha querido hoy comparecer ante los medios de comunicación en el habitual 'baile de barones' que tiene lugar en la planta baja de la sede de Ferraz. Ha sido uno de los pocos que no lo ha hecho junto con José María Barreda.
En su lugar, ha sido Tomás Gómez, Fernández Vara y Griñán los que han defendido a ultranza su democracia interna a pesar de que en estas primarias la neutralidad del aparato socialista brilla por su ausencia. No obstante, éste no es motivo para el que un "doctorado en primarias", como se ha definido Tomás Gómez, haya rechazado la candidatura de consenso de Rubalcaba. "¿Qué teníamos que haber hecho? ¿No decir que es el mejor candidato para que se presenten otros?", se ha preguntado.
Igualmente se ha posicionado Griñán quien ha calificado a Rubalcaba como "la persona más adecuada" y en la que "todos confían". El único que ha hecho críticas hacia el proceso gestado esta semana ha sido José Montilla, presidente del PSC, que si bien ha señalado que "no se le cierran las puertas a otro candidato", ha reconocido que "no me han gustado algunas cosas". Y ha defendido que Carmen Chacón "tenía toda la legitimidad para presentarse"
¿Hasta cuándo bicefalia?
Es ahora cuando la llamada bicefalia se empieza a cuestionar en los corrillos. Algunos aseguran que Rubalcaba "llegará a las elecciones como secretario general" y para ello el congreso extraordinario podría celebrarse en octubre. Un presidente de una de las federaciones reconocía haber sido traicionado por "el subconsciente" al hablar de "febrero" en una declaración pública ante los medios.
La línea oficial, de momento, es la de "respetar los tiempos" y no celebrar congreso hasta después de las elecciones generales, es decir, hasta verano de 2012.