Los planteamientos, objetivos y algunos de los métodos de presión de ETA regresan a las instituciones por la puerta grande
En plena digestión de los resultados electorales, Bildu emerge como un troyano, ese virus informático introducido a través del correo electrónico capaz de freír el ordenador al apretar cualquier tecla. Desde el domingo, esa coalición que integra a la Batasuna de siempre y al partido del ex lendakari navarro Garaicoechea es la primera fuerza local en el País Vasco, la lista más votada en Guipúzcoa y en su capital, el "partido" que también ha ganado las últimas elecciones en España. Una década después de la ilegalización de Batasuna se cumplen los pronósticos de Arnaldo Otegi, finalizó la travesía en el desierto. Para empezar, a Bildu le corresponden 17,5 millones de euros por sus resultados de ayer, un dinero cuyo rastro siempre conduce a ETA dadas las prácticas cooperativas y asamblearias de la denominada izquierda "abertzale". El desastre causado por la sentencia del Tribunal Constitucional es de proporciones tan dramáticas que puede suponer la ruptura definitiva en el País Vasco; en el marco de una dinámica tutelada por los planteamientos de máximos de ETA, esto es la anexión de Navarra, la independencia y la impunidad. De modo que si el frente constitucional de Mayor Oreja y Nicolás Redondo fue un fracaso (relativo en el plano electoral), la "entente cordiale" entre socialistas y populares para restaurar la presencia institucional de Batasuna ha sido letal y probablemente de consecuencias irreversibles.
El tándem López-Basagoiti, un apaño de conveniencia en el que el PP no tenía nada que ganar, ni siquiera desde la perspectiva de la contabilidad electoral, ha quedado desbordado por el empuje de los nacionalistas y la izquierda "abertzale", una gran coalición que no necesita ya de la complicidad directa de la dirección de los socialistas vascos y la pasividad e la dirección nacional del PP. Al tiempo, el PNV maneja las riendas de la política nacional hasta el punto de decidir la viabilidad de los presupuestos y, de paso, prolongar la agonía de Zapatero. El coste a medio y largo plazo de las decisiones estratégicas del PSOE y del PP, el proceso en el caso socialista y la distensión en el popular, será un retroceso histórico, una vuelta al pasado de dos décadas en el País Vasco. Todo ello sin que ETA haya dado de momento la más mínima señal de abandonar las armas y sin que Bildu haya condenado la violencia de una forma nítida y aceptable.