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Rajoy no nombra a Cascos pero pide "no tirar los votos a la papelera"

No le mentó, pero sí le tuvo muy presente. "No tirar los votos a la papelera", pidió Rajoy en Oviedo. Espinosa y De Lorenzo se cebaron contra Cascos.

Treinta kilómetros separaban a Mariano Rajoy de Francisco Álvarez Cascos. El líder de la oposición visitaba este miércoles, sexto día de campaña, el Principado de Asturias para pedir el voto por una de sus candidatas más cuestionadas: Isabel Pérez Espinosa. Y lo hacía conocedor de que las cosas no pintan bien, habida cuenta de que, a día de hoy, ninguna encuesta sitúa al Partido Popular como principal fuerza política el 22-M.

Pese a todo, el PP vendió una imagen de fuerza, de músculo político en su máxima expresión, al abarrotar el majestuoso auditorio Calatrava, del que el alcalde de la ciudad, Gabino de Lorenzo, sacó pecho vendiéndolo como icono de su gestión. Según fuentes de la organización, más de 3.500 militantes y simpatizantes arroparon a Rajoy, y se hicieron escuchar al grito de "presidente, presidente".

Para hacer aún más llamativa la cita política, con la animadversión de Rajoy y Cascos como plato fuerte, en Oviedo también estaba el titular de Fomento, José Blanco, para arañar el máximo de votos en una región en la que los socialistas dan por hecho que perderán si el PP se lleva al ruedo a su más famoso ex militante.

En su intervención, Rajoy sí que citó a Blanco y a sus "insultos", pero no lo hizo en el caso de Cascos, si bien deslizó más de un comentario subliminal en forma de torpedo. "¡No tirar los votos a la papelera!", reclamó el jefe de la oposición, en referencia al que en su día fue su compañero en el gabinete de José María Aznar.

"Hay que apostar por el PP", enfatizó, no si agradecer a quienes "defienden" las ideas del partido y quienes se han mostrado "fieles" en una tierra en la que muchos optaron por pasarse a las siglas de Cascos.

En este sentido, pidió huir de "personalismos" y se vio ya en La Moncloa al solemnizar que "Asturias necesita el apoyo decidido del Gobierno de la Nación". "Tenemos el mejor proyecto, el más ilusionante. Somos la única alternativa", se creció Pérez Espinosa, que tampoco mentó a su principal rival en las urnas.

"Vamos a ganar las elecciones y vamos a contribuir a que a que tú seas el próximo presidente de España", le dijo la candidata asturiana a Rajoy, además de asegurarle que cuenta en la región con un partido "unido, fuerte y comprometido con el proyecto y con las ideas".

Gabino de Lorenzo puso la guinda del aluvión de críticas hacia Cascos: "Aquél político que crea que no le debe nada a su partido está equivocado y aquél que crea que el partido tiene una deuda con él es un ingrato", sentenció.

Por lo demás, Rajoy no se saltó ni un milímetro su guión, salvo para pedir un minuto de silencio por la catástrofe de Murcia. Nada de los movimientos que conciernen al mundo de ETA, y solamente algo más de vehemencia para referirse al "ruido" proveniente de las filas socialistas: "¿Dónde quedan los tiempos de Rodiezmo?", se mofó, ante los gritos de "dimisión, dimisión" dirigidos al presidente Zapatero.

El líder de los populares defendió que él solo hable de economía porque "¿de qué le voy a preguntar -a Zapatero?", e insistió una y otra vez en que eso, y nada más, es "lo que le importa a los ciudadanos". Entró, a renglón seguido, en el debate del estado del bienestar, acusando al Ejecutivo de unos recortes históricos el mismo día en el que Génova difundía un vídeo con "el decretazo" de los socialistas.

"Erre que erre con la misma cantinela cansina. ¡Nosotros no tenemos ningún secreto en nuestra agenda! ¿Miedo a la derechona? Miedo a la izquierdona y a los recortes sociales", aseguró, en esta línea, Pérez Espinosa.

Eso sí, cubierto el cupo de la actualidad nacional, Rajoy sabía mejor que nadie que hoy lo que más vendía era una foto; la del respaldo de la dirección nacional a su apuesta por Asturias. Y un mensaje: "No a los intereses personales de nadie", se ratificó al término. "Hoy reafirmo mi compromiso con Asturias", concluyó, suplicando una mayoría suficiente para gobernar en solitario.

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