(08-10-03) Herrero de Miñón, premio Sabino Arana veinte años después
(Libertad Digital) En el año 1998, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón recibió el premio "Amigo de los vascos" de la Fundación Sabino Arana. Se anunció así: "Galardón a la trayectoria intelectual y política de quien, desde su propia condición, ha tratado siempre de comprender las razones del nacionalismo vasco. Frente a la presión mediática centralista, destaca el rigor de sus colaboraciones periodísticas. Firme defensor de la vigencia y posibilidades políticas de los derechos históricos vascos. Su último libro Derechos Históricos y Constitución y su apuesta por propiciar el proceso de paz en Euskadi le hacen acreedor al calificativo de Amigo de los vascos" . Diez años antes había sido uno de los ponentes de la Constitución".
La Fundación destacaba la labor de Herrero de Miñón en sus colaboraciones y apariciones periodísticas. Son muchas, pero pueden destacarse dos: una en DEIA y otra en EL PAÍS.
En la primera –una entrevista con el diario DEIA en febrero de 2003– el ponente constitucional dijo que “nada se resuelve negando que en Euskal Herria (sic) existe un problema político. Y el problema consiste, nada menos, que en su pluralidad de identidades políticas”. Herrero de Miñón explicó al periodista que “la propuesta del lehendakari Ibarretxe es una herramienta procedimental utilísima, no exenta de carga política, que no sólo respeta la legalidad vigente sino que pone en juego una serie de instrumentos jurídicos de reforma institucional perfectamente lícitos”. Añadió que según el lehendakari “el pueblo vasco es un pueblo con identidad propia” y para él, “probablemente la mayoría de los vascos lo cree así y, en todo caso, no estaría mal preguntárselo”.
Dijo también que aunque se considera amigo personal del señor Jiménez de Parga, “a quien respeto”, las declaraciones del presidente del Constitucional le parecían “un dislate político, histórico y jurídico”. Pero no se queda ahí y manifiesta que el patriotismo constitucional “es una idea bastante desafortunada”. Tiene dos graves carencias, dice Herrero, “empieza no teniendo patria y termina no teniendo Constitución”. Es decir, que para Herrero de Miñón esto supone (y cita a Habermas) “que los ciudadanos se identifican por la lealtad a determinados valores de la democracia y los derechos humanos”, y eso "es un tremendo error". Poniendo a Gales y Escocia como ejemplos, añadió que cuando un pueblo mayoritariamente se siente nación, es que es una nación. Para Herrero, “a lo mejor no hay razones científicas, étnicas o lingüísticas para ello, pero hay un hecho y es que hay una conciencia de identidad nacional, y aquí la hay”.
Herrero resumía sus conclusiones: “En el propio nacionalismo vasco cohabitan dos almas, la independentista y la euskalerriaca, que han encontrado en la ambigüedad del proyecto final la vía del entendimiento. La cuestión consiste pues en encontrar una solución y dar cobijo cómodo y estable a tan diferentes identidades y aspiraciones”. En suma, “la identidad nacional vasca es compatible con la pertenencia a otros Estados y a otras naciones. No es excluyente. Los nacionalistas tienen el derecho y el deber de impulsar su proyecto para Euskal Herria, pero también la responsabilidad de hacerlo de manera que resulte aceptable e incluso atractivo para los no nacionalistas”.
Su intervención en "EL PAÍS" fue en forma de artículo publicado el 2 de octubre de 2002. Comenzaba pidiendo al Gobierno central que escuchara con “comprensión” las peticiones de Ibarretxe porque “no es legítimo descalificarla desde el inicio”. Pero no tardaban en llegar las críticas: “solamente los dictadores de vocación anatematizan toda discrepancia”, en alusión velada a Aznar. Quizá lo más grave llegó cuando, comparando a los que defienden la Constitución con los "radicales de HB" para preguntarse: "¿Participan, acaso, ambos de la estrategia, creo que leninista, de cuanto peor, mejor?".
El optimismo de Herrero de Miñón llegaba a reflejar que "alejándose de anteriores exabruptos y truculencias de su propio partido (...), inicia una nueva andadura que, cualquiera que sea su intención final, se muestra respetuosa con la letra y el espíritu de la Constitución y el Estatuto", aunque luego matiza: "Sin duda, para reformarlos (...), algo perfectamente lícito".
Acerca de la Ley de Partidos, el artículo defiendía que el constitucionalismo democrático es “incompatible (...) con la criminalización de la discrepancia”. De ahí, llega al argumento básico de Ibarretxe de celebrar el referéndum de autodeterminación en un “escenario sin violencia y sin exclusiones” y califica de “insensatos” al PP y al PSOE negarse a entablar conversaciones con el PNV desde el preámbulo del Pacto Antiterrorista.
Después de repetir argumentos similares a los defendidos en la entrevista con DEIA –sobre todo en cuanto a la identidad propia de los vascos– Herrero de Miñón cerraba su artículo con la síntesis: “Guste o no, la fuerza normativa de los hechos exige para Euskadi una fórmula de autogobierno singular y diferente de la actual, que no tiene por qué ser la independencia estatal, y la cuestión consiste en si se conseguirá con España o contra España. Como españolista acérrimo que soy deseo lo primero. Y ello no se consigue mediante la confrontación, sino con el diálogo y la negociación. No sé si ése es el propósito del lehendakari Ibarretxe; pero debiera ser el de los estadistas españoles, si España tuviera estadistas... en el poder. Ésta sería su hora de demostrarlo”.
En mayo de 2002, el ex diputado por UCD y AP en el Congreso de los diputados, compareció en la Comisión de Autogobierno del Parlamento Vasco, donde suscribió la convicción del lehendakari, Juan José Ibarretxe, de que los "derechos históricos son la Constitución del pueblo vasco" y subrayó que, además de ser "anteriores y exteriores a la Constitución", también "dan la palabra al pueblo vasco".
En este sentido, planteó la "autodeterminación" para obtener la "integración voluntaria", ya que, según dijo, "confío en la sensatez popular para ir avanzando en el desarrollo del autogobierno poco a poco, porque la experiencia demuestra que los pueblos consultados son mucho más sensatos que sus dirigentes". "Se puede avanzar ilimitadamente en el autogobierno sin romper nada esencial. Yo no excluyo que haya opciones que quieran romper lo esencial, dependerá de lo que el pueblo vasco diga. Yo no deseo ni creo que se rompa nada esencial", agregó. Asimismo, consideró que el cumplimiento del Estatuto de Autonomía y la autodeterminación son "cosas distintas" y subrayó que no diferenciarlas "perjudica a ambas". Así, incidió en que, en relación al incumplimiento, a su juicio, del Estatuto por parte del Gobierno central y al no traspaso de competencias atribuidas al País Vasco, "hay cuestiones que podrían plantearse ante el Tribunal Constitucional".
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