No es aventurado afirmar que nadie que haya conocido Yad Vashem puede permanecer indiferente, el complejo que recuerda en Jerusalén el Holocausto, el asesinato de seis millones de judíos, es un lugar especialmente conmovedor, con espacios como el Memorial de los Niños, dedicado a la memoria del millón y medio de menores masacrados, en los que es difícil contener las lágrimas.
Muchos de los visitantes de Yad Vashem y, desde luego, los ilustres como los mandatarios foráneos, tienen la oportunidad de firmar en el libro de visitas. En el que caso de personajes destacados esta dedicatoria levanta cierta expectación y es leída en directo ante los medios.
Así le ocurrió a Zapatero, que tras su visita a Yad Vashem paso por el ritual de escribir y leer su dedicatoria, pero que sólo alcanzó a dejar para el recuerdo un par de frases en su mejor estilo vacuo e inconsistente: "Seis millones, seis millones. Barbarie, dolor, memoria. Paz. Paz. Con mi afecto al pueblo judío y mi amistad para Israel".
No es la primera vez en la que Zapatero se enfrenta a un lugar con esa importancia simbólica y esa carga emotiva y su respuesta se limita a una retórica poco consistente y de escaso contenido. Tal y como señala Santiago González en su blog, en mayo de 2005 y durante la conmemoración de 60 aniversario de la liberación del campo de Mauthausen pronunció una frase de similar calado intelectual: "Nunca más, nunca más, nunca más, la opción totalitaria, el horror, el crimen por el crimen. Nunca más la guerra de la locura, el fascismo, el nazismo".