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Un jefe del espionaje británico niega presiones del Gobierno para exagerar el informe sobre Irak

El presidente del Comité Conjunto de Inteligencia del Reino Unido, John Scarlett, uno de los principales asesores del primer ministro británico, Tony Blair, dijo al juez James Hutton que estuvo “absolutamente a cargo” de elaborar el polémico informe sobre el arsenal iraquí y negó que hubiera existido presión alguna del Gobierno para exagerarlo.

LD (Agencias) Un correo electrónico divulgado en la investigación judicial sobre la muerte del experto en armas David Kelly, enviado por la Oficina del Gabinete, señala que "el número 10 (Downing Street, despacho del primer ministro) quiere que el documento sea lo más fuerte posible, dentro de la inteligencia disponible". De hecho, se pidió a las agencias de espionaje británicas que buscasen en apenas horas nuevas pruebas sobre las supuestas armas de destrucción masiva del régimen de Sadam Husein, denunciadas en ese informe, divulgado en septiembre.

El presidente del Comité Conjunto de Inteligencia del Reino Unido, John Scarlett, uno de los principales asesores del primer ministro británico, Tony Blair, compareció ante el juez James Hutton que investiga en el Tribunal de Justicia de Londres la muerte del científico y experto en armas David Kelly. El responsable del citado Comité -que fija los objetivos del espionaje británico, evalúa sus resultados e informa semanalmente al primer ministro- dijo haber estado "absolutamente a cargo" de coordinar el controvertido dossier y negó haber recibido presiones por parte del Gobierno. Sin embargo, admitió sus dudas sobre la autoría de la redacción final del informe, divulgado el pasado 24 septiembre por Blair ante la Cámara de los Comunes.

El declarante, ex jefe del servicio de espionaje exterior británico (MI6, similar a la CIA estadounidense), subrayó que el Gobierno no pretendía "inflar" las pruebas disponibles contra el régimen del ex presidente iraquí Sadam Husein. La mención de los 45 minutos en los que los iraquíes podían hacer uso de armas de destrucción masiva -explicó- provino de una fuente militar iraquí "fiable" cuya posición le permitía "conocer esa información". Ese dato, averiguado por los servicios de inteligencia británicos el 30 de agosto de 2002, "era coherente con análisis probados sobre la experiencia y la capacidad de Irak en el uso de armas químicas y biológicas".

Según un correo electrónico del espionaje británico entregado al juez, el margen para que Irak pudiese utilizar sus armas era de "un máximo de 45 minutos", aunque "el tiempo medio era de 20 minutos", lo que podía tener "importantes implicaciones" en caso de guerra. Scarlett, que trabajó como espía durante más de treinta años en destinos como la Unión Soviética, puntualizó que algunos miembros de los servicios secretos manifestaron su descontento porque esa información procedía de una sola fuente.

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