Siria mantiene un programa nuclear secreto gracias a los "desechos" norcoreanos
Las aspiraciones nucleares de Siria y sus buenas relaciones con Irán y Corea del Norte preocupan a los gobiernos de Israel y EEUU. Retaguardia del grupo terrorista Hezbolá y de varias organizaciones palestinas en el exilio, el régimen de Damasco ha retomado protagonismo en la escena internacional después de que aparecieran imputaciones muy graves en su contra: técnicos norcoreanos habrían estado en territorio sirio transportando material atómico a instalaciones nucleares secretas. Las pruebas las obtuvieron aviones espías israelíes que fotografiaron zonas del norte del país.
(Libertad Digital) La posible cooperación nuclear entre la dictadura comunista de Pyongyang y Damasco mantiene a Siria en la "lista de vigilancia" nuclear de EEUU. En declaraciones recientes al periódico The Washington Post, el subsecretario estadounidense para temas de proliferación nuclear, Andrew Semmel, dijo que las autoridades sirias tienen contactos con "proveedores secretos" para obtener material nuclear. Indirectamente apuntó a Corea del Norte. "Sabemos –agregó– que hay un número de técnicos que han estado en Siria. Hay norcoreanos allí. No hay duda sobre ellos. Como no hay duda de que hay muchos en Irak e Irán".
Las sospechas aumentaron el 6 de septiembre. Ese día, las agencias internacionales de información dieron cuenta de un ataque aéreo israelí contra zonas del norte de Siria. En una reunión de su Consejo de Ministros, el primer ministro, Ehud Olmert, ordenó mantener una "política de silencio" sobre la operación militar. Preguntado, respondió: "Naturalmente, no siempre podemos mostrar nuestras cartas al público" aunque al mismo tiempo alabó la "inusitada valentía" que "están demostrando los servicios de seguridad y los soldados del Ejército".
Clave, "Huerta"
Las pruebas sobre el programa sirio fueron presentadas a EEUU por los servicios secretos y el Gobierno israelí en un dossier bajo el nombre clave de "Huerta". El autor del informe fue el propio jefe del "Mossad" (servicios secretos), Meir Dagan. En uno de sus apartados daba cuenta de la llegada a la terminal marítima de Tartus de un barco procedente de algún puerto norcoreano. El cargamento, etiquetado como "material de cemento", era en realidad componentes nucleares. Días después, aviones israelíes atacaban una supuesta planta de desarrollo nuclear que científicos y técnicos sirios habrían levantado al norte de su país con ayuda de Corea del Norte.
Fuentes del The Sunday Times explicaron que soldados de la unidad "Shaldag" de la Fuerza Aérea israelí penetraron en territorio sirio poco antes de que los aviones lanzaran el ataque. Su trabajo consistió en señalar las instalaciones secretas y marcar los blancos utilizando rayos láser. The New York Times, citando fuentes militares, aseguró que los israelíes destruyeron al menos un objetivo aunque no pudieron aclarar el alcance de los daños. Una semana después, el jefe de los servicios de inteligencia militar de Israel, Amos Yadlin, citado por la radio pública, dijo en una reunión a puerta cerrada con miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores y de Defensa del Parlamento, que su país ha recobrado su "capacidad de disuasión" en el ámbito sirio.
Entonces, la agencia oficial de noticias siria SANA informó que "aviones del enemigo israelí se infiltraron en territorio árabe sirio a través de la frontera norte, procedentes del Mediterráneo y con dirección al este de la región, rompiendo la barrera de seguridad". Un portavoz militar aseguró que varios "aviones nuestros devolvieron el fuego" y que "unidades de defensa aérea les obligaron a abandonar (el espacio aéreo) después de que lanzaran algo de munición en zonas desérticas sin causar daños materiales y humanos". El viceministro de Relaciones Exteriores de Damasco, Faysal Meqdad, afirmó que su país "tiene derecho a responder a la agresión israelí contra su espacio aéreo". El régimen de Siria presentó una queja ante el consejo de seguridad de la ONU por el bombardeo contra un supuesto "centro de investigación agrícola" ubicado en una margen del río Eufrates, cerca de la frontera con Turquía.
En Washington, el portavoz del Departamento de estado, Sean McCormarck, reconoció que en el Gobierno existe preocupación por la actividad nuclear norcoreana justo cuando representantes de EEUU, Rusia, China, Japón y Corea del Sur tratan de poner fin al programa nuclear militar de Pyongyang. Una fuente citada por The New York Times dijo que los norcoreanos "están vendiendo a Irán y Siria el poco (material nuclear) que les queda".
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