LD (Agencias) La convención del partido nacionalista Likud no votó ninguna resolución sobre la “Hoja de Ruta” aprobada ya por el Gobierno del primer ministro Ariel Sharon. Sin embargo, la formación se reservó el derecho a examinar cualquier otro acuerdo que adopte el Ejecutivo en las negociaciones de paz. Fue el propio Sharon quien impidió la votación después de conocer el texto redactado por sus rivales. Los esfuerzos para adoptar una resolución consensuada sobre la "Hoja de Ruta" estaban en manos de el ministro de Agricultura, Israel Katz y de Uri Shaní, allegado de Sharon.
Katz, quien votó contra la aceptación de la “Hoja de Ruta” en el seno del Gobierno hace dos semanas, exigía un borrador que garantice la soberanía israelí sobre toda Jerusalén, refuerce los asentamientos en Cisjordania y Gaza, y mantenga el control del valle del Jordán, además de rechazar el retorno de los refugiados palestinos a Israel. El ala más radical del Likud abogó contra el establecimiento de un Estado palestino y el ex primer ministro Benjamín Netanyahu consideró que éste "servirá de plataforma a hombre suicidas de todo el mundo". La decisión de cancelar la votación del documento propuesto por Katz fue decidida por Sharon, presidente del partido, a fin de que el Likud no interfiera en el proceso diplomático y avergüence al Estado de Israel por anular una iniciativa que su Gobierno ya ha aceptado.
La Convención del Likud, el órgano más importante del partido y de donde emana la inspiración política del actual Gobierno, exigía una declaración contraria a la que Ariel Sharon hizo en la cumbre de Aqba y a la “Hoja de Ruta”. El primer ministro fue abucheado por decenas de militantes durante todo su discurso. "La Hoja de las Fantasías", "Sharon vuelve a la granja de los Sicomoros" y "Sharon se ha rendido al terrorismo" eran algunas de las incontables pancartas que enseñaba el ala más radical. En varias ocasiones se hizo necesaria la intervención de agentes de seguridad. Para disipar las críticas, el primer ministro, el último en hablar, se limitó a decir que en última instancia, "la responsabilidad recae" sobre sus hombros y añadió: "yo me he comprometido a un Estado palestino". Más tarde agregó: “la mayoría de los israelíes apoyan mis esfuerzos por la paz", pero "bajo ningún concepto aceptaremos el derecho de retorno. Hemos roto el espíritu de lucha de nuestro enemigo, ahora debemos hacer un esfuerzo adicional para consolidar nuestra victoria, porque su fruto -la seguridad para todos los ciudadanos frente al terrorismo- es lo que exigimos desde el principio y lo que seguiremos exigiendo".
Sharon aseguró que su Gobierno "no cometerá errores del pasado" como a su juicio sucedió en el proceso de Oslo (1993-2000), y dejó claro: "no daremos nada (a los palestinos) mientras continúe el terrorismo". Pero sentenció: "Estamos dispuestos a hacer concesiones dolorosas, muy dolorosas, por una paz verdadera". En cualquier caso, aseguró que no hará ninguna concesión a los palestinos mientras el primer ministro Abu Mazen no tome “medidas contra el terrorismo”.
Katz, quien votó contra la aceptación de la “Hoja de Ruta” en el seno del Gobierno hace dos semanas, exigía un borrador que garantice la soberanía israelí sobre toda Jerusalén, refuerce los asentamientos en Cisjordania y Gaza, y mantenga el control del valle del Jordán, además de rechazar el retorno de los refugiados palestinos a Israel. El ala más radical del Likud abogó contra el establecimiento de un Estado palestino y el ex primer ministro Benjamín Netanyahu consideró que éste "servirá de plataforma a hombre suicidas de todo el mundo". La decisión de cancelar la votación del documento propuesto por Katz fue decidida por Sharon, presidente del partido, a fin de que el Likud no interfiera en el proceso diplomático y avergüence al Estado de Israel por anular una iniciativa que su Gobierno ya ha aceptado.
La Convención del Likud, el órgano más importante del partido y de donde emana la inspiración política del actual Gobierno, exigía una declaración contraria a la que Ariel Sharon hizo en la cumbre de Aqba y a la “Hoja de Ruta”. El primer ministro fue abucheado por decenas de militantes durante todo su discurso. "La Hoja de las Fantasías", "Sharon vuelve a la granja de los Sicomoros" y "Sharon se ha rendido al terrorismo" eran algunas de las incontables pancartas que enseñaba el ala más radical. En varias ocasiones se hizo necesaria la intervención de agentes de seguridad. Para disipar las críticas, el primer ministro, el último en hablar, se limitó a decir que en última instancia, "la responsabilidad recae" sobre sus hombros y añadió: "yo me he comprometido a un Estado palestino". Más tarde agregó: “la mayoría de los israelíes apoyan mis esfuerzos por la paz", pero "bajo ningún concepto aceptaremos el derecho de retorno. Hemos roto el espíritu de lucha de nuestro enemigo, ahora debemos hacer un esfuerzo adicional para consolidar nuestra victoria, porque su fruto -la seguridad para todos los ciudadanos frente al terrorismo- es lo que exigimos desde el principio y lo que seguiremos exigiendo".
Sharon aseguró que su Gobierno "no cometerá errores del pasado" como a su juicio sucedió en el proceso de Oslo (1993-2000), y dejó claro: "no daremos nada (a los palestinos) mientras continúe el terrorismo". Pero sentenció: "Estamos dispuestos a hacer concesiones dolorosas, muy dolorosas, por una paz verdadera". En cualquier caso, aseguró que no hará ninguna concesión a los palestinos mientras el primer ministro Abu Mazen no tome “medidas contra el terrorismo”.